https://padreteo.wordpress.com/2017/04/29/pequea-obra-de-la-divina-providencia-algunos-aspectos-sobre-los-orgenes/
Los inicios de la fundación, la elección del nombre,
la concepción organizativa, la finalidad ecuménica, la relación fin-obras en la
espiritualidad y en el apostolado.
¿Cuál era, en los inicios, la intención de Don Orione
al concebir la fundación que pronto él mismo empezó a llamar Obra de la Divina
Providencia? ¿Es verdad que empezó como una congregación papalina (la Compañía
del Papa) para después pasar a una congregación caritativa (la Pequeña Obra de
la Divina Providencia)? ¿Qué tipo de relación introdujo entre los distintos
componentes religiosos y laicales de las nuevas instituciones a las que
transmitió el mismo carisma? Y la finalidad ecuménica ¿es suya o se la sugirió
León XIII? La respuesta a estas preguntas tiene un claro interés histórico,
pero nos importa más su carácter iluminador para la comprensión del camino actual
de la familia orionita.
¿QUÉ RELACIÓN EXISTE ENTRE LA COMPAÑÍA DEL PAPA Y LA
OBRA DE LA DIVINA PROVIDENCIA?
Una de las dudas más frecuentes sobre la historia de
los orígenes tiene que ver con la denominación dada a la institución que Don
Orione iba desarrollando. ¿Fue Compañía del Papa el primer nombre elegido por
Don Orione para la nueva institución? ¿Y por qué ese título desaparece del
todo? ¿Es además cronológicamente verdad que “nuestro pequeño Instituto, que
por bondad del Señor, surge bajo la denominación de Obra de la Divina Providencia”?
(1) No es sólo cuestión de nombre, dado que por un inexacto conocimiento de los
orígenes se puede ir derivando hacia una conclusión equivocada respecto al
carisma. Podría resumirse en esta afirmación: “Don Orione comenzó con el Papa
(Compañía del Papa) y terminó con los Pobres (Obra de la Divina Providencia)”.
Desde luego, está bien documentado que Don Orione
llamó a su fundación Obra de la Divina Providencia desde el inicio. (2) Cuando
manifestó el deseo de buscar la aprobación de la Compañía del Papa, no
pretendía referirse a la fundación como tal, en sentido completo, sino a una
parte de la misma. De hecho, en la intención de Don Orione, el diseño era
constituir en el seno de la Obra de la Divina Providencia un grupo de
religiosos – llamado la Compañía del Papa – los cuales, además de una
particular consagración a la causa papal común a toda la Obra, hubiesen tenido
competencias de responsabilidad y de enlace en relación a las otras familias
religiosas que se estaban desarrollando como “ramas” o como “pétalos”, para
mantener entre ellas la unidad de espíritu y de gobierno. Veamos algunas
importantes referencias histórico-documentales.
La referencia documental por la que debemos empezar es
el “Pro-memoria”, fechado el 17-18 junio de 1899 (3). Es la base sobre la que
Don Orione pensó para pedir la aprobación canónica de un primer núcleo central
de la Obra de la Divina Providencia, es decir la Compañía del Papa. Se ha
discutido y se discutirá mucho sobre los orígenes y la naturaleza de este “Pro-memoria”
que no tiene ninguna huella antecedente ni de discusión ni de borrador
preparatorio; que parece escrito de forma bella, sin inseguridades de conceptos
o de grafía; con contenidos orionitas, pero únicos en la forma literaria. No
parecen del estilo de Don Orione las meticulosas precisiones sobre las
funciones de la Compañía en el seno de la Iglesia según las distintas hipótesis
de los desarrollos histórico-sociales futuros. Una hipótesis plausible es que
Don Orione, teniendo urgencia de aprobar jurídicamente un núcleo autónomo de
congregación – para evitar estar a merced de cambiantes proyectos del Obispo y
de algunos eclesiásticos que tenían influencias sobre él y que pudieran querer
la fusión con los Oblatos diocesanos –, (4) haya pensado en hacer aprobar sólo
el “núcleo central” de la Familia que tenía en mente fundar. De todo el
conjunto sólo podía presentar a ese pequeño núcleo de curas y clérigos (5).
¿Hasta qué punto el texto es “suyo”? ¿Lo habrá mandado escribir? En los esbozos
siguientes, en vista de la estructura de los primeros capítulos de la Obra de
la Divina Providencia, ya no lo menciona y ni lo usa nunca.
El obispo Bandi, al recibir el “Pro-memoria sobre la
Compañía del Papa” fue el primero en entender que la Compañía del Papa era el nuevo
nombre dado por Don Orione a la Congregación (6). De hecho, escribe a Don
Orione el 30 de diciembre de 1899: “Tú pretendes establecer una Obra general en
la Iglesia, que quisieras bautizar con el bello título de Compañía del Papa, y
que tuviese por objetivo todo el bien posible y el mayor bien que se pueda
hacer, especialmente en beneficio de la juventud, bajo la plena sumisión in
omnibus et in omnia al Sumo Pontífice, una congregación religiosa masculina.
Tal, si he comprendido tu mente, es el fin que te has prefijado con tu Obra,
que ahora se llama de la Divina Providencia” (7).
En este diálogo de discernimiento Don Orione debió de
explicar más de una vez que él, más que cambiar el nombre de su Obra, pretendía
constituir, en su interior, un núcleo que garantizase su unidad, llamada
Compañía del Papa. Y sólo para ésta, por ahora, quería pedir la aprobación. El
resto de componentes estaban aún en el embrión, eran sólo un deseo.
Dos documentos arrojan luz sobre su proyecto global.
El primero es de febrero de 1900 (8). A las personas que le pedían información
Don Orione les escribe: “12 / II / 1900. Querido en el Señor. En respuesta a su
carta del 9 del corriente. La Pequeña Casa de la Divina Providencia forma
parte, y es Casa Madre de la Obra de la Divina Providencia. La Obra de la
Divina Providencia está constituida por diversos elementos personales:
Aspirantes, Novicios, Profesos, Ancianos. (…). Ellos (los ancianos) hacen votos
perpetuos, solemnes, absolutos y constituyen la jerarquía de la Obra de la Divina
Providencia y el centro de la Congregación, formando un núcleo estrechísimo que
tiene por título la ‘Compañía del Papa’” (9). Del 20 de noviembre siguiente es
una carta de Don Orione a Don Sterpi, su primer colaborador, siempre para
aclarar la identidad de esta Compañía y de su proyecto completo: “Mira que a
Don Luigi (10) le he leído el fin de la Compañía, explicándole que ésta sería
la Compañía esencial, que tiene que tener en su mano todas las otras Familias
religiosas, que constituyen la Obra de la Divina Providencia: eremitas
trabajadores, adoradores, damas, colegios, hermanas, curas, etc” (11).
No es, por tanto, una nueva Congregación como tal lo
que Don Orione pretende constituir y presentar primero a la aprobación del
obispo, sino una Compañía que deberá tener unidas a las otras familias que ya
constituyen o constituirán juntas la Obra de la Divina Providencia. Por tanto,
también la Compañía misma está considerada como un componente de la Obra de la
Divina Providencia que está descrita como compuesta por diversas “Familias
religiosas” (12).
En conclusión, Compañía del Papa no es el primer
nombre pensado para la fundación, que siempre fue y sólo Obra de la Divina
Providencia, sino un componente de la misma que en un cierto momento se pensó
en constituir y hacerla aprobar en primer lugar (13).
Estas notas históricas (14), nos muestran a un Don
Orione que tenía claridad acerca de la idea de la fundación (una familia con
varios componentes, masculinos y femeninos, contemplativos y activos,
eclesiásticos, religiosos y laicos), pero que debían encajar con las leyes del
Derecho canónico (15). Le resultó impracticable jurídicamente la configuración
de una Obra pluriforme pero orgánicamente una. Pidiendo la aprobación sólo para
la Compañía del Papa, ésta hubiese sido si jurídicamente autónoma, pero en el
futuro hubiesen sido autónomas también las otras familias religiosas de la Obra
de la Divina Providencia. De este modo hubiese sido imposible y no se favorecía
aquella tarea de unidad carismática y de gobierno entre los componentes de la
Obra de la Divina Providencia que él tanto deseaba. Esta fue, ciertamente la
razón que hizo desistir a Don Orione al pedir un particular reconocimiento
jurídico para la Compañía del Papa.
QUÉ RELACIÓN EXISTE ENTRE LA COMPAÑÍA DEL PAPA Y LA
OBRA DE LA DIVINA PROVIDENCIA?
Una de las dudas más frecuentes sobre la historia de
los orígenes tiene que ver con la denominación dada a la institución que Don
Orione iba desarrollando. ¿Fue Compañía del Papa el primer nombre elegido por
Don Orione para la nueva institución? ¿Y por qué ese título desaparece del todo?
¿Es además cronológicamente verdad que “nuestro pequeño Instituto, que por
bondad del Señor, surge bajo la denominación de Obra de la Divina Providencia”?
(1) No es sólo cuestión de nombre, dado que por un inexacto conocimiento de los
orígenes se puede ir derivando hacia una conclusión equivocada respecto al
carisma. Podría resumirse en esta afirmación: “Don Orione comenzó con el Papa
(Compañía del Papa) y terminó con los Pobres (Obra de la Divina Providencia)”.
Desde luego, está bien documentado que Don Orione
llamó a su fundación Obra de la Divina Providencia desde el inicio. (2) Cuando
manifestó el deseo de buscar la aprobación de la Compañía del Papa, no
pretendía referirse a la fundación como tal, en sentido completo, sino a una
parte de la misma. De hecho, en la intención de Don Orione, el diseño era
constituir en el seno de la Obra de la Divina Providencia un grupo de
religiosos – llamado la Compañía del Papa – los cuales, además de una
particular consagración a la causa papal común a toda la Obra, hubiesen tenido
competencias de responsabilidad y de enlace en relación a las otras familias
religiosas que se estaban desarrollando como “ramas” o como “pétalos”, para
mantener entre ellas la unidad de espíritu y de gobierno. Veamos algunas
importantes referencias histórico-documentales.
La referencia documental por la que debemos empezar es
el “Pro-memoria”, fechado el 17-18 junio de 1899 (3). Es la base sobre la que
Don Orione pensó para pedir la aprobación canónica de un primer núcleo central
de la Obra de la Divina Providencia, es decir la Compañía del Papa. Se ha
discutido y se discutirá mucho sobre los orígenes y la naturaleza de este
“Pro-memoria” que no tiene ninguna huella antecedente ni de discusión ni de
borrador preparatorio; que parece escrito de forma bella, sin inseguridades de
conceptos o de grafía; con contenidos orionistas, pero únicos en la forma
literaria. No parecen del estilo de Don Orione las meticulosas precisiones
sobre las funciones de la Compañía en el seno de la Iglesia según las distintas
hipótesis de los desarrollos histórico-sociales futuros. Una hipótesis
plausible es que Don Orione, teniendo urgencia de aprobar jurídicamente un
núcleo autónomo de congregación – para evitar estar a merced de cambiantes
proyectos del Obispo y de algunos eclesiásticos que tenían influencias sobre él
y que pudieran querer la fusión con los Oblatos diocesanos –, (4) haya pensado
en hacer aprobar sólo el “núcleo central” de la Familia que tenía en mente
fundar. De todo el conjunto sólo podía presentar a ese pequeño núcleo de curas
y clérigos (5). ¿Hasta qué punto el texto es “suyo”? ¿Lo habrá mandado
escribir? En los esbozos siguientes, en vista de la estructura de los primeros
capítulos de la Obra de la Divina Providencia, ya no lo menciona y ni lo usa
nunca.
El obispo Bandi, al recibir el “Pro-memoria sobre la
Compañía del Papa” fue el primero en entender que la Compañía del Papa era el
nuevo nombre dado por Don Orione a la Congregación (6). De hecho, escribe a Don
Orione el 30 de diciembre de 1899: “Tú pretendes establecer una Obra general en
la Iglesia, que quisieras bautizar con el bello título de Compañía del Papa, y
que tuviese por objetivo todo el bien posible y el mayor bien que se pueda
hacer, especialmente en beneficio de la juventud, bajo la plena sumisión in
omnibus et in omnia al Sumo Pontífice, una congregación religiosa masculina.
Tal, si he comprendido tu mente, es el fin que te has prefijado con tu Obra,
que ahora se llama de la Divina Providencia” (7).
En este diálogo de discernimiento Don Orione debió de
explicar más de una vez que él, más que cambiar el nombre de su Obra, pretendía
constituir, en su interior, un núcleo que garantizase su unidad, llamada
Compañía del Papa. Y sólo para ésta, por ahora, quería pedir la aprobación. El resto
de componentes estaban aún en el embrión, eran sólo un deseo.
Dos documentos arrojan luz sobre su proyecto global.
El primero es de febrero de 1900 (8). A las personas que le pedían información
Don Orione les escribe: “12 / II / 1900. Querido en el Señor. En respuesta a su
carta del 9 del corriente. La Pequeña Casa de la Divina Providencia forma
parte, y es Casa Madre de la Obra de la Divina Providencia. La Obra de la
Divina Providencia está constituida por diversos elementos personales:
Aspirantes, Novicios, Profesos, Ancianos. (…). Ellos (los ancianos) hacen votos
perpetuos, solemnes, absolutos y constituyen la jerarquía de la Obra de la
Divina Providencia y el centro de la Congregación, formando un núcleo
estrechísimo que tiene por título la ‘Compañía del Papa’” (9). Del 20 de
noviembre siguiente es una carta de Don Orione a Don Sterpi, su primer
colaborador, siempre para aclarar la identidad de esta Compañía y de su
proyecto completo: “Mira que a Don Luigi (10) le he leído el fin de la
Compañía, explicándole que ésta sería la Compañía esencial, que tiene que tener
en su mano todas las otras Familias religiosas, que constituyen la Obra de la
Divina Providencia: eremitas trabajadores, adoradores, damas, colegios,
hermanas, curas, etc” (11).
No es, por tanto, una nueva Congregación como tal lo
que Don Orione pretende constituir y presentar primero a la aprobación del
obispo, sino una Compañía que deberá tener unidas a las otras familias que ya
constituyen o constituirán juntas la Obra de la Divina Providencia. Por tanto,
también la Compañía misma está considerada como un componente de la Obra de la
Divina Providencia que está descrita como compuesta por diversas “Familias
religiosas” (12).
En conclusión, Compañía del Papa no es el primer
nombre pensado para la fundación, que siempre fue y sólo Obra de la Divina
Providencia, sino un componente de la misma que en un cierto momento se pensó
en constituir y hacerla aprobar en primer lugar (13).
Estas notas históricas (14), nos muestran a un Don
Orione que tenía claridad acerca de la idea de la fundación (una familia con
varios componentes, masculinos y femeninos, contemplativos y activos,
eclesiásticos, religiosos y laicos), pero que debían encajar con las leyes del
Derecho canónico (15). Le resultó impracticable jurídicamente la configuración
de una Obra pluriforme pero orgánicamente una. Pidiendo la aprobación sólo para
la Compañía del Papa, ésta hubiese sido si jurídicamente autónoma, pero en el
futuro hubiesen sido autónomas también las otras familias religiosas de la Obra
de la Divina Providencia. De este modo hubiese sido imposible y no se favorecía
aquella tarea de unidad carismática y de gobierno entre los componentes de la
Obra de la Divina Providencia que él tanto deseaba. Esta fue, ciertamente la
razón que hizo desistir a Don Orione al pedir un particular reconocimiento
jurídico para la Compañía del Papa. PAPA – POBRES: ¿DOS
POLOS O UN ÚNICO FIN?
La incorrecta comprensión de la naturaleza y el
contexto del Pro-memoria sobre la Compañía del Papa (fechado el 17-18 de junio
de 1899) dieron lugar a apresuradas deducciones no sólo acerca de la primitiva
denominación de la Congregación, sino también en referencia a su espíritu y
finalidad. Se dedujo, por ejemplo, que Don Orione, encauzando su fundación tenía
en mente una Compañía del Papa, orientada directamente más a cuestiones
doctrinales y pastorales de fidelidad al Pontífice, mientras que sólo en un
segundo momento habría orientado la congregación sobre las obras e iniciativas
de carácter social y caritativo.
Que la nueva Congregación quería realizar el espíritu
papalino mediante instituciones a favor de los pobres, Don Orione lo manifestó
inicialmente más con los hechos que con las palabras. Ya el 4 de abril de 1897,
solicitado por Don Carlos Perosi – después cardenal – a exponer cuál era su
programa, él le respondió con una carta (16) en la que manifestó explícitamente
su proyecto apostólico: “abrazar todas las almas y salvarlas a todas, a todas”
haciendo surgir “a la sombra de cada campanario una escuela católica (colegios
papalinos) y a la sombra de cada Cruz, un hospital”. En concreto – con la
visión de los colegios papalinos y de los hospitales – ya estaba bien clara la
fórmula carismática del “llevar a los pequeños, a los pobres y al pueblo a la Iglesia
y al Papa – para Restaurarlo todo en Cristo – mediante las obras de caridad”. Y
estamos en abril de 1897.
El primer texto carismático-constitucional se ha de
considerar la “Regla fundamental y nuestra profesión de fe y de vida
religiosa”, que puede situarse en los años 1897-98 (17). Se trata de dos
artículos de Constituciones, en el primero de los cuales el fin de la
Congregación está expuesto en estos términos: “con cualquier modo querido por
la caridad, llevar a la sociedad entera a nuestro querido Señor Jesús,
especialmente en el hacer sinceramente cristiana y católica la juventud, desde
las escuelas a los campos, y llevar a cabo la voluntad y los deseos del Papa
con cada obra de caridad espiritual y temporal” (18). Ya en este primer texto,
anterior al Pro-memoria sobre la Compañía del Papa, que es de junio de 1899,
encontramos la descripción completa de su carisma eclesial-caritativo.
Este carisma fue completamente asumido en el Decreto
de Aprobación de Mons. Bandi del 21 de marzo de 1903: “unir por medio de todas
las obras de misericordia (…) con estrechísimo y dulcísimo vínculo de toda la
mente y de todo el corazón al pueblo cristiano con la Santa Sede, en la que –
como se expresa el Crisólogo- “Beatus Petrus vivit et praesidet, praestat
quaerentibus fidei veritatem (Ep. Ad Eutic. n.2) (19) – el Beato Pedro vive y
preside, ofreciendo la verdad de la fe a cuantos la buscan” (20).
Para la comprensión de la exacta unión del fin
papalino con los medios caritativos en el carisma orionista es muy iluminador
un texto un poco posterior al Decreto de Aprobación. Retomando el tema del fin
específico de la Congregación, Don Orione escribió al Obispo en los siguientes
términos: “Veneradísimo Padre. Me parece que ha llegado el momento de tener que
decir a V. Excelencia una palabra que elimine la objeción que se ha hecho y que
se hará en el futuro contra el Instituto, debido a su universalidad en el
ejercicio de las obras de misericordia, se trata de una palabra que tiene su
propia singularidad con respecto a otros institutos religiosos. La objeción
sobre las demasiadas incumbencias que se propone asumir esta Obra de la Divina
Providencia se apoya sobre una falsa suposición. La falsa suposición es que
este Instituto se proponga todas las obras de misericordia indistintamente y de
una vez: esto no es del todo correcto. Ella sólo tiene una obra determinada,
que se propone, y en cuanto a si misma no se propone nada más, y esta obra es
la santificación de sus miembros, de los que el Instituto se compone,
extendiendo en el pueblo cristiano un amor dulcísimo al Santo Padre, El Decreto
de Aprobación emitido por V. Excelencia lo repite con claridad: ut populum
christianum dulcissimo quodam et arctissimo…” (21).
El carisma orionista aparece expresado desde el
principio en un conjunto dinámico de eclesialidad-papalinidad ("contribuir
a reforzar, en el interior de la Santa Iglesia, la unidad de los fieles con el
Padre (el Papa) y, en el exterior, a restablecer la unidad rota con el
Padre" (22) ) a realizar mediante la caridad ("empeñarse, con toda
obra de misericordia, a extender y hacer crecer en el pueblo cristiano… un amor
dulcísimo al Vicario en la tierra de Nuestro Señor Jesucristo que es el Romano
Pontífice" (23).
Este dinamismo fue bien expresado por Don Orione
cuando definía a sus religiosos como los “Jesuitas de los pobres” (24). A
propósito, el jesuita Günther Gerhartz en su “Guardia Jurada” des Papstes: Don
Orione un sein Werk” (25) observa que “Ya el decreto de aprobación diocesano de
1903 fijaba como cometido de la Congregación «Evangelizar a los pobres» con
todas las posibles obras de la misericordia, teniendo en cuenta, además, la
especial orientación: «populum christianum dulcissimo quodam et arctissimo
totius mentis et cordis vinculo Sedi Apostolicae coniungat». El autor hace
notar también que la peculiar diferencia del IV voto orionista de aquel de los
jesuitas: “Don Orione coloca el propósito de fidelidad y unión con el Papa, en
el centro de su particular compromiso papal”, distintamente del de San Ignacio,
que lo presupone en términos generales, y pide a los jesuitas más exactamente
"la obediencia en cualquier acción apostólica".
En tiempos recientes, se ha insistido mucho en el
"binomio Papa – Pobres", viendo en ello los dos “polos” del carisma
orionista. Fue en el VII Capítulo General (6 de marzo – al 11 de abril de 1975)
cuando se enunció este binomio. La ilustración hecha en ese Capítulo es
especialmente clara y en sintonía con la historia de la enseñanza de Don Orione
y vale la pena recoger de ella algunos pasajes (26).
1 – Hemos de afirmar previamente que la
indisociabilidad de los dos términos del binomio: nuestro fin específico no es
solamente el Papa, ni solamente los Pobres, sino el Papa y los Pobres.
2 – Se ha de reconocer además la prioridad del aspecto
papal: «Este es el deseo inflamado de mi alma (los pobres), pero, incluso
antes, mi más dulce y gran amor es el Papa» (Lett. I, 458); «El amor al Papa y
a la Iglesia es propiamente en nosotros el primer y supremo amor de nuestra
vida» (Lett. II, 360).
3 – Los dos términos del binomio Papa-Pobres no
representan dos finalidades paralelas y extrínsecas la una de la otra, sino que
entre ellas hay una relación intrínseca. La Iglesia de hecho, que nos confía a
los pobres (PC 8p), fue fundada por Cristo sobre Pedro y los apóstoles para
continuar su misión. «El Espíritu del Señor está sobre mí… y me ha enviado para
anunciar a los pobres la buena nueva, para proclamar a los prisioneros la
liberación y a los ciegos la vista, para poner en libertad a los oprimidos»
(Lc. 4, 18-19). Desde aquí queda claro que los pobres son la verdadera heredad
y los hijos predilectos de la Iglesia.
a) De tal manera, nosotros hacemos apología de la
Iglesia y del Papa, no con palabras o con escritos, sino con la caridad. El
Papa no es sólo el punto de partida, sino también punto de llegada de nuestro
apostolado. En cuanto que nuestro objetivo es el de «llevar a la Iglesia y al
Papa el corazón de las humildes clases de los trabajadores» (Cost. 4)
b) Uniendo en nuestra acción el Papa y los Pobres,
quisiéramos también demostrar al mundo de hoy que se puede ser fieles al Papa
sin abandonar a la clase obrera.
c) La intrínseca relación, haciendo de los dos
términos un único carisma, ayuda en fin a conseguir en nuestros religiosos la
unidad de vida” (27).
Por tanto, tal binomio se entiende dinámicamente y
ambos se involucran recíprocamente. ¡No Papa y Pobres; no fidelidad al Papa
(Iglesia) y caridad hacia los pequeños y pobres, como si fuesen dos objetivos
distintos; sino fidelidad al Papa (y a la Iglesia) mediante la caridad y el
cuidado del prójimo (pobres, pueblo)! (28) ¡Es precisamente en ese “mediante”
donde está la originalidad de Don Orione!
POR “PEQUEÑA OBRA DE LA DIVINA PROVIDENCIA” ¿SE
ENTIENDE A TODA LA FUNDACIÓN ORIONISTA O SÓLO A LOS HIJOS DE LA DIVINA
PROVIDENCIA?
Después de lo que se ha dicho arriba, es más fácil
aclarar la cuestión sobre si la denominación Pequeña Obra de la Divina
Providencia se ha de entender en un sentido colectivo, es decir que incluya a
los Hijos de la Divina Providencia (sacerdotes, hermanos, hermanos laicos,
eremitas), a las Pequeñas Hermanas Misioneras de la Caridad (de vida activa,
Sacramentinas, Contemplativas de Jesús Crucificado), el Instituto Secular
Orionista y Laicos con sus variados títulos de pertenencia y reunidos en el
Movimiento Laical Orionista. Mirando los inicios de la Pequeña Obra, ¿qué
conclusiones se pudiesen sacar? Hay una carta de Don Orione a Don Sterpi, ya
citada, que nos ayuda a entender cuál fue su intencionalidad acerca de la Obra
de la Divina Providencia: “Mira que a Don Luigi (29) le he leído la finalidad
de la Compañía, explicándole que ésta sería la compañía esencial, que ha de
"tener en mano" todas las demás familias religiosas, que constituyen
la Obra de la Divina Providencia: eremitas trabajadores, adoradores, damas,
colegios, hermanas, curas, etc.” (30). Por tanto, en una primera intención Don
Orione concibió y se puso a realizar el diseño de una Obra de la Divina
Providencia formada por varios componentes religiosos y laicos, llevados en
unidad por la Compañía del Papa. Sin embargo, de hecho, renunció a que fuese
aprobada la Compañía del Papa y ya no la nombrará más. Dejó también el proyecto
de una Obra de la Divina Providencia que comprendiese orgánicamente a las
distintas “Familias religiosas”. ¿Cómo se explica esto?
No hay propiamente ningún documento que responda a
esta cuestión. Indirectamente, se deduce que cuando Don Orione se dirige al
Obispo para la aprobación del primer componente, la Compañía del Papa, pensaba
en el “núcleo esencial” de la Obra de la Divina Providencia, y vio enseguida
las dificultades de la comprensión del proyecto y su viabilidad canónica.
Después de haber intentado explicarse, Don Orione renunció al diseño tal y como
lo había concebido. Para el Derecho Canónico cada instituto aprobado goza de
autonomía jurídica y los lazos con otros Institutos autónomos sólo pueden ser de
carácter espiritual o moral, pero no orgánicos o de gobierno. Una Compañía del
Papa compuesta sólo por sacerdotes no hubiese podido interferir sobre los
eremitas o los hermanos, constituidos en institutos igualmente, y menos aún en
el futuro sobre las hermanas. Estando así las cosas, Don Orione se dedicó a
constituir en unidad orgánica al menos los componentes masculinos de la rama de
los religiosos.
Cuando el 21 de marzo de 1903 llegó el reconocimiento
canónico diocesano de la Obra de la Divina Providencia, ésta comprendía sólo a
los religiosos “distinguidos en dos clases, la de los laicos y la de los
sacerdotes” (31) y también la de los laicos que “hubieran deseado hacer los
votos, se se les hubiera concedido” (32).
A partir de aquí, Don Orione no volvió a hablar ya del
proyecto de Pequeña Obra de la Divina Providencia en sentido colectivo, tanto
más cuando a finales de 1915 (año de fundación de las Pequeñas Hermanas
Misioneras de la Caridad) existían sólo los Hijos de la Divina Providencia y
por tanto la Pequeña Obra se identificaba del todo con ellos. Jurídicamente, el
nombre de la institución quedó fijado Pequeña Obra de la Divina Providencia y
el de los miembros Hijos de la Divina Providencia.
Don Orione, también después de la fundación de la rama
religiosa femenina de las Pequeñas Hermanas Misioneras de la Caridad (29 de
junio de 1915), se consideró como el Padre único y única consideró la entera
Obra originada por el mismo carisma. Una de las imágenes a la que recurre para
expresar de modo vital tal unidad fue la de única planta con muchas ramas: en
1922 presentó al obispo Silverio Pimenta la intención de constituir en Brasil
“dos ramas de la Congregación de la Divina Providencia… alimentándose del
espíritu y de la vida de la ya existente Congregación de la Divina Providencia,
como ramas de una misma planta”; constituidas en 1927 las Hermanas de la Virgen
de la Guarda, que define como “una rama de la Pequeña Obra de la Divina
Providencia”; varias veces dice que “las Hermanas son una rama de la Obra” (33).
Es interesante venir a saber que Don Orione consideró “parte integral de la
Pequeña Obra de la Divina Providencia” (34) también a algunos laicos y
bienhechores particularmente implicados, como por ejemplo el matrimonio Eugenio
y Thea Beaud.
Con el correr del tiempo y las circunstancias, la
familia orionista se desarrolló, de hecho, en el sentido concebido por Don
Orione inicialmente. Después de los Hijos de la Divina Providencia (sacerdotes,
hermanos coadjutores y hermanos eremitas), fueron constituidas en 1915 las
Pequeñas Hermanas Misioneras de la Caridad (hermanas de vida activa, las
Sacramentinas adoradoras [1927] no videntes y – hoc erat in votis – las
Contemplativas de Jesús Crucificado [1990]). Don Orione además dio impulso y
formación a laicos que compartían el mismo espíritu de la Pequeña Obra; se
trataba de personas individuales pero también algunas en agregaciones como las
Damas de la Divina Providencia (1899), los Agregados de los que se habla en las
Constituciones de 1904 (35), los Ex alumnos (1934) y los Amigos (1940).
Sucesivamente, fue constituido el Instituto Secular Orionista (1959), mientras
los laicos, orionistas con varios títulos, están hoy coordinados en el
Movimiento Laical Orionsta (1997).
El tema de retomar el nombre colectivo, según las
primeras intenciones de Don Orione, se ha vuelto a proponer sólo en el último
decenio, juntamente con el tema de la unidad orgánica, ideal y práctica, de la
Familia Orionista. Por ejemplo, en la Moción n.11 del Capítulo General de los
Hijos de la Divina Providencia (1992) y de las Pequeñas Hermanas Misioneras de
la Caridad (1993), se dice: “Con vistas a una clara y fuerte presencia
orionista en la Iglesia – pueblo de Dio, se advierte la exigencia de una mayor
unidad y recíproco enriquecimiento carismático entre los diversos componentes
de la Pequeña Obra de la Divina Providencia. Para este fin se propone
constituir una forma estable de relación y de diálogo entre los Hijos de la
Divina Providencia (y ramificaciones) – las Pequeñas Hermanas Misioneras de la
Caridad (y ramificaciones) y los laicos (varias categorías)” (36) ¡Esto es lo
que propiamente quería realizar Don Orione en los comienzos! (37)
La denominación en sentido colectivo ha empezado a ser
usada oralmente y en algunos textos escritos, como por ejemplo en la “Carta de
comunión” (38). Probablemente a la hora de retomar este término haya influido
también el crecimiento del componente laical en la Familia Orionista que en el
último decenio, ha visto el nacimiento del Movimiento Laical Orionista. Si en
las relaciones bilaterales de las dos congregaciones religiosas orionistas no
se había advertido la exigencia de un nombre colectivo común, si que se ha
visto esa necesidad al crecer el componente laical que se siente “de familia”.
Estas son notas de la historia. Al igual que la
historia hizo renunciar a Don Orione mismo del uso colectivo del nombre
inicial, pudiera ser que la misma historia, ahora, en los cambios de las
condiciones, haga posible retomar el término Pequeña Obra de la Divina Providencia
para indicar el conjunto de toda la Familia Orionista. Como quiera que sea, se
tratará de evitar el uso en contextos oficiales o jurídicos, porque, desde
1903, ese nombre indica sólo a los Hijos de la Divina Providencia.
El uso del término Pequeña Obra de la Divina
Providencia, en el sentido de los inicios añade el reclamo de unas relaciones
lo más estrechas posibles y orgánicas dentro de la Familia Orionista, como las
hubiera querido Don Orione.
LA FINALIDAD ECUMÉNICA PUESTA EN LAS PRIMERAS
CONSTITUCIONES ¿ES ORIGINAL DE DON ORIONE?
Todo el mundo sabe que Don Orione puso, desde los
inicios de su fundación, el compromiso ecuménico de la unión de las Iglesias
separadas entre los fines característicos de su carisma. En el Decreto de
aprobación del obispo Igino Bandi del 21 de marzo de 1903 (39) está expresado
así: “(…) Ningún deseo es más vivo en el corazón de sus miembros que el de
reconducir – cuando Dios lo conceda – a la primitiva unidad de la Iglesia
“(eos) qui Jesum Christum Filium Dei Eundemque Salvatorem humani generis
agnoscunt et fatentur, sed tamen vagantur ab Eius Sponsa longius” (Enc. Leonis
Pp. XIII, De unitate Ecclesiae, 29 Junii 1896) aquellos que conocen y confiesan
a Jesucristo Hijo de Dios y Salvador del género humano, aunque estén vagando
lejos de Su Esposa”. Propuesta ésta que expuso a Su Santidad León XIII, por la
que fue ampliamente alabado y, con la más benévola complacencia, por parte del
mismo Sumo Pontífice, fortalecido con su apostólica bendición” (40).
Frente a la presencia de este texto, que es
sorprendente si consideramos que estamos en los inicios del siglo XIX, muy a
menudo ha surgido la pregunta ¿Cómo le ha venido a Don Orione esta idea? ¿Es
suya o tal vez un “altísimo consejo” del Papa León XIII? Esta finalidad ¿está
desde los inicios o es algo añadido?
Podemos decir, sobre todo, que el compromiso ecuménico
de Don Orione encuentra su presupuesto en la impronta espiritual profunda del
Fundador apasionadamente abierto a los vastos horizontes del ”Restaurarlo todo
en Cristo”, sensibilísimo a todas las divisiones eclesiales y sociales. La
expresión “un corazón sin fronteras porque estaba dilatado de la caridad del
Dios mío, Jesús Crucificado” (41), que salió de su pluma en una carta de
correspondencia ordinaria, desvela sin duda también la verdadera fuente de su
pensamiento y acción “ecuménicos”.
Otro precioso momento revelador de la actitud
ecuménica de Don Orione lo encontramos entre sus propósitos-oraciones con
ocasión de su ordenación sacerdotal, ocurrida el 13 de abril de 1895, que
después expresará así: “Haz que no sea sólo para aquellos que van a la Iglesia
y a los sacramentos… viviré de aquel espíritu de apostólica caridad hacia las
ovejas descarriadas, que resplandece en todo el Evangelio” (42).
Tales presupuestos espirituales, como es bien sabido,
después se desarrollarán en un dinamismo de vida bien concreto en acciones e
iniciativas (43).
Sabemos que los primeros documentos de inspiración
carismática de Don Orione están fechados entre 1897-1903. Ya en una minuta del
13 de noviembre de 1900, nos topamos, por primera vez, con expresiones que
muestran los objetivos también ecuménicos. Leemos: “El fin de esta mínima
Compañía del Papa es cumplir la voluntad de Dios (…) adoptando todo tipo de
estudio para crecer en nosotros y en los fieles el amor de Dios y del Papa,
teniendo como suyo el programa inmediato de actualizar el programa papal completo,
en los países católicos; y en los países no católicos ayudar, con obras de
caridad cristiana, a las almas a convertirse a nuestra Santa Madre Iglesia
Católica, Apostólica y Romana, consagrándose de modo especial a obtener la
unión de las Iglesias separadas, ut fiat unum ovile et unus Pastor” (44).
La consagración a la causa de la unión de las Iglesias
separadas es la gran novedad de este texto. No tenemos ni noticias, ni indicios
sobre la génesis de esta intención ecuménica. Probablemente, ese “consagrarse
de modo especial para obtener la unión de las Iglesias separadas” sea un
desarrollo del germen carismático de Don Orione que tiene en la unión de la
Iglesia en torno al Papa y a sus Pastores, que ha de conseguirse mediante las
obras de caridad, su fin específico (45).
Este texto, después de haber sido presentado al Obispo
de Tortona, el 8.12.1900, fue posteriormente retocado y enriquecido con nuevas
formulaciones, hasta que fue presentado en los “bocetos” de artículos de las
Constituciones en la I Reunión de los Hijos de la Divina Providencia, en
septiembre de 1901. Vuelve a estar, bien precisa, la intención ecuménica: “Es
también propio de nuestro Instituto colaborar en su pequeñez, con las acciones
de la Divina Providencia, a conducir las almas y las instituciones humanas a
tomar puesto en la Santa Iglesia… del mismo modo (el Instituto) de modo
particularísimo consagrando con todo tipo de estudio y sacrificio de caridad a
obtener la unión de la iglesias separadas” (46).
Y sólo en este punto de la fase de la formulación del
carisma es cuando ocurre el episodio al que Don Orione atribuye un relieve
particular y que se podría definir como una “confirmación papal” de la
particular directriz ecuménica de su carisma.
A Don Orione, con sólo 30 años, le fue concedida una
memorable audiencia del Papa León XIII, el 10 de enero de 1902 (47). Es la
primera audiencia y el joven fundador puede exponer al Papa sus sentimientos y
sus proyectos. Don Orione mismo cuenta el acontecimiento a su Obispo, Monseñor
Bandi. “Para estar tranquilo le he dicho todo lo que sentía respecto al fin y a
ciertas dudas que me tenían intranquilo sobre ciertos puntos de las Reglas, y
Él lo escuchó todo y me dijo lo que el Señor quiere que se haga, y que le diré
a Su Excelencia de viva voz; le presenté la Regla que Él bendijo. Oída la
voluntad del Santo Padre y muy feliz y connotadísimo de no haberme equivocado
en los criterios constitutivos de la Regla, se la presenté, y la bendijo, y la
tocó, me puso más de una vez la mano sobre la cabeza, golpeándola,
confortándome; me dijo tantas cosas; también poner en la Regla lo de trabajar
por la unión de la Iglesias de Oriente: “este es, me dijo, un altísimo consejo
mío” (48).
Encontramos una verificación también en el diario de
Mons. Novelli, director del seminario de Tortona, quien refiere el hecho,
contado por Don Orione, y añade que el Papa lo dijo“de un modo que parecía
profético” (49).
Por tanto, no fue León XIII quien le sugirió en primer
lugar a Don Orione desarrollar el aspecto ecuménico de su carisma. Esta
finalidad estaba ya expresada y determinada en los borradores de las
Constituciones desde noviembre de 1900. Incluso cuando las intenciones de
trabajar para “obtener la unión de la Iglesias separadas” no había sido
incluida, tal vez por brevedad, en el resumen presentado a León XIII, Don
Orione le habría hablado ciertamente de ello para pedirle consejo.
También el texto del Decreto de aprobación de la
Congregación, firmado por Mons. Bandi un año después, deja suponer que el fin
de la unión de las Iglesias fue primero comunicado por Don Orione y después
bendecido por el Papa. De hecho, dice: “Propósito, este último (unión de la
Iglesias separadas) que, expuesto a Su Santidad León XIII, fue ampliamente
alabado y, con el más benévolo agrado, por parte del mismísimo Sumo Pontífice,
confortado por su apostólica bendición”. (50)
Por tanto, cuando pocas semanas antes en su petición
de aprobación episcopal Don Orione precisaba que “Por voluntad expresa del S.
Padre, es propio de este Instituto colaborar, en su pequeñez, con la obra de la
Divina Providencia, fatigarse y sacrificarse en quitar la confusión de los
sagrarios, y hacer volver a la plena dependencia y unidad con el Beato Pedro a
las iglesias separadas”(51) no pensaba en una ‘iniciativa’ del Papa, sino en la
‘confirmación’ de la finalidad ecuménica de la naciente Congregación.
El pronunciamiento del Papa fue tenido por Don Orione
como un hecho extraordinario, “profético”. Incluso si la intervención no
hubiese llegado de motu proprio por parte del Papa, pero la presentación de Don
Orione, precisa que el Papa, personalmente, confirmó este compromiso ecuménico
de la naciente congregación. En cierto modo es una expresión del carisma
petrino, para dar un subrayado definitivo al ideal de la unión de los cristianos
ya sembrado por el mismo Epíritu en el corazón de Orione.
Nos queda el hecho de que Don Orione nunca más
olvidará este “altísimo consejo” y lo considerará como una específica voluntad
de Dios para siempre. En enero de 1903, cuando temía por la sobrevivencia misma
de la Congregación por la actitud contraria del Obispo, recordando la audiencia
de León XIII, escribe a Don Goggi: “Tenemos que sembrar el grano y no amasarlo
y nosotros tenemos que ser grano, y sembrarnos por todas partes según el deseo y
las palabras del Santo Padre. La Santa Iglesia de Roma es la Madre de todas las
Iglesias y la soberana de todas las órdenes religiosas. Ella por boca del S.
Padre nos ha aprobado y por la mano del S. Padre nos ha bendecido por tres
veces con la más cordial y gran bendición diciéndome el S. Padre que era Su
voluntad que fuésemos por todas partes y llevásemos el amor de Dios con
nosotros para sembrarlo en el corazón de los pequeños y de los pobres y de los
afligidos, y todos los Hijos de la Divina Providencia tuviésemos plena y entera
libertad de adentrarnos por esta Obra en la vida de la salud eterna. (…) Y
además deseo que todos ustedes de la Divina Providencia y tú, mi querido
hermano, sepas que estas cosas ocurrieron el 10 de enero de 1902 a los pies del
S. Padre León XIII, y así tú con los otros puedas estar agradecido y sobre todo
unido hasta la muerte a la Santa Iglesia Romana” (52).
N O T A S:
———————————————
* Flavio Peloso, orionista, secretario general y
postulador de la Pequeña Obra de la Divina Providencia.
1. Carta a Mons. Bandi del 11.2.1903; Lettere I, 15;
de este importante texto, conocido como -Plan y programa de la Pequeña Obra de
la Divina Providencia, hay varias minutas redactadas; recogidas en Scritti 45,
27 e 30c; 77, 181; 90, 432. Don Orione, después de algunos años desde el
inicio, empezó a añadir el adjetivo “Piccola” determinando la denominación
definitiva. En un decreto de Mons. Bandi del 4 de octubre de 1908, este
adjetivo se repite dieciocho veces (Don Orione e la Piccola Opera della Divina
Provvidenza (será citado como DOPO], vol. IV, 715 n. 23) y el 20 de noviembre
de 1910 será Don Orione mismo quien se lo sugiere a Pio X – quien estaba
extendiendo un decreto con el nombre primitivo de la Congregación – para que
poga en su lugar: "la Pequeña Obra"; y se lo confirmaba a Don Sterpi,
el 26 de noviembre siguiente: “he sido yo quien (a Pio X) se lo he sugerido la
‘Pequeña Obra’, ecc; y así se llamará”; Scritti, 11, 43.
2. Cuando el 15 de octubre de 1895, Don Orione inició
en San Bernardino de Tortona el primer pequeño colegio, lo tituló Pequeña Casa
de la Divina Providencia. Ya el 25 de septiembre de 1895, con ocasión de su
Jubileo sacerdotal del Obispo Bandi, Don Orione presentaba por primera vez a
sus hijos espirituales con su nombre propio Hijos de la Divina Providencia (La
Scintilla, 25 de septiembre de 1895). Con el título Obra de la Divina
Providencia, el 15 de agosto de 1898, salió el primer número del boletín de la
Congregación. También la Virgen expuesta en veneración en los primeros inicios
tendrá como título Virgen de la Divina Providencia.
3. Scritti 52, 1-3. Sobre este tema histórico, cfr.
Antonio Lanza, Le Costituzioni della Piccola Opera della Divina Provvidenza,
“Messaggi di Don Orione” 23(1991) n.76. Entre las biografías de Don Orione
publicadas antes de 1980 (Berra, Sparpaglione, Pucci, Barra, Papasogli,
Pronzato, ecc.), ninguna habla de la exigencia o del proyecto de una Compañía
del Papa. El primer asomo sobre este argumento lo encontramos en Don Orione
Beato y la Pequeña Opera, pequeño volumen del cohermano Don Albino Cesaro, que
salió en junio de 1981 y luego otro sucesivo de 1984, Don Luigi Orione e la
Piccola Opera della Divina Provvidenza. El tema de la “Compañía del Papa” fue
sin embargo tratado en Don Orione e la Piccola Opera della Divina Provvidenza
(sigla DOPO) II, 475-480. Entre los años 70 y 80, correspondientes al fervor de
búsquedas históricas y de reflexión para la introducción del IV voto de
fidelidad al Papa en las Constituciones – de hecho ocurrida en el Capítulo de
1981 -, el documento Pro-memoria per la Compagnia del Papa pasa del total
olvido precedente a una sobrevaloración, que conllevó alguna precipitación
sobre la primitiva denominación y finalidad de nuestra Congregación.
4. Cfr. DOPO II, 598-604. Es sabido que Mons. Bandi
quería poner a Don Orione al frente de los Oblatos diocesanos que consideraba
como una “institución indispensable en una diócesis vasta y difícil para dar
respuesta a sus muchas necesidades como es la nuestra”. Del fallido proyecto se
expresó abiertamente con Don Orione: “En relación a los Oblatos hubo un momento
en el que parecía que se hubiese encendido tu celo, pero no fue más que un
fuego fatuo”, pero después “sin aconsejarte conmigo, sin decirme una palabra,
dejaste caer cualquier iniciativa, cada iniciativa a propósito”; Carta del
30.12.1899, ADO, cart. Bandi.
5. Los primeros tres Eremitas (Buscaglia, Cremaschi y
Boccaleri) hicieron la vestición sólo el 30 de julio siguiente; cfr. Scritti
36, 45 y La Obra de la Divina Providencia, 6.8.1899, p.4. Las Damas de la
Divina Providencia de Turín eran un grupo unido por una idea más que por una
formación o proyecto comunes; “¿Quiénes son las Damas de la Divina Providencia?
Son una pía Asociación Femenina de almas ardientes de amor por Jesús y por los
pobres; ellas se han unido en Sociedad con nuestro superior Don Orione con el
fin de poder ayudarlo en las obras de Providencia”; Scritti 86, 258; cfr.
Scritti 61, 25-26.
6. Efectivamente, ese texto se presentaba para ese
malentendido porque en el documento se recurre por cuatro veces a la palabra
“Congregación” para entender la realidad denominada “Compañía del Papa”. Se
dice por ejemplo: “A la defensa del Papa, a la inmediata y completa ejecución
de su voluntad y de sus deseos surgirá, si así le agrada al Señor, una nueva
Congregación: que tiene por título: La Compañía del Papa”; Scritti 52, 1. Se ha
de observar además que en estos documentos de los orígenes hay cierta
incertidumbre en el vocabulario “canónico” de Don Orione; se recurre a términos
tales como “congregación”, “compañía”, “sociedad”, “familia religiosa”, para
indicar una misma realidad asociativa.
7. ADO, cart. Bandi. Ésta y los siguientes subrayados
son personales. Mons. Bandi comprende que Don Orione ha pasado de una Obra
General a una Congregación religiosa masculina, de nombre Obra de la Divina
Providencia a Compañía del Papa.
8. La fecha de esta nota autobiográfica (12.II.1900)
en alguna ocasión fue interpretada como del 12 de noviembre de 1900, pero no
puede ser así, desde el momento en que el 13 de noviembre Don Orione presentará
la Compañía del Papa ya sin el IV voto, mientras que se mantiene como algo
previsto.
9. Scritti 52, 5.
10. Era Don Luigi Gamaleri, primo de Don Sterpi y
secretario de mons. Daffra.
11. Scritti 10, 14.
12. Aquí, evidentemente, no habla de “Familias
religiosas” en sentido canónico, porque además de “eremitas, hermanas, curas”,
incluye también “colegios y damas”.
13. También por el hecho de que una (Scritti; 81, 88)
de las ocho minutas de borrador de las reglas (Scritti, 52,4; 52, 4b; 115,300;
Scritti, 52, 4c; 52, 4d; 81,4; 110, 234) aparezca el título “La Compañía del
Papa – Los hijos del Papa” no confirma la prionridad de ese nombre. El título
“Hijos del Papa” era referido sólo a los miembros de la Compañía y no a toda la
Obra de la Divina Providencia.
14. Para una reconstrucción más completa y detallada
véase el ya citado estudio de Antonio Lanza, Le Costituzioni della Piccola
Opera della Divina Provvidenza; amplia documentación en DOPO, II (1893-1900) y
III (1900-1903).
15. Tal vez entró en juego un escaso conocimiento del
Derecho Canónico, desde el momento en el que Don Orione no tuvo la ocasión de
seguir las lecciones regulares en el seminario, atareado primero como sacristán
de la catedral y después con el oratorio y finalmente con el sustento del
colegio de San Bernardino. En los años 1893-1895 él era director del colegio y
vivía con los muchachos, donde tenía que hacer de todo. Pero tal vez más que
defecto de conocimiento, como les ocurrió a otros fundadores, Don Orione
experimentó casi el embarazo y la contrariedad de dar forma – es decir limitar
– una experiencia carismática interior en erupción, lúcida e indefinible al
mismo tiempo. Enseguida además, Don Orione mostró siempre una cierta dificultad
en expresar las Reglas: “Yo no sé cómo hacer” (Scritti, 97, 2) escribía
humildemente al Padre Semeria, pidiéndole ayuda para preparar el texto de la
primeras Constituciones (1904 manuscritas); y las segundas (1929) se las hará
escribir completamente por el card. Boggiani (Parola, XI, 64s.).
16. Scritti 110, 149.
17. Scritti 90, 404. Hay también otra minuta, más
incompleta, de las mismas Reglas fundamentales, pero con el texto del segundo
artículo idéntico en 110, 233. Es de notar cómo Don Orione, en estas minutas
alterna los términos “Compañía” (sin explicitar “del Papa”) con “Obra de la
Divina Providencia” y también “Sociedad” (como los Jesuitas, Societas Jesu, y
los Salesianos, Sociedad de S. Francisco de Sales). Podemos llevar a esta
categoría también la minuta ya citada como 81, 88 que tiene por título “La Compañía
del Papa – los hijos del Papa”, ese texto tiene repeticiones literales y
afinidades fundamentales con la Regla y no con el “Pro-memoria sobre la
Compañía del Papa” del 17-18 de junio de 1899. Por los argumentos, no
apodícticos, por la fecha entre el año 1897 y 1898, véase A. Lanza, Le
Costituzioni della Piccola Opera della Divina Provvidenza, cit., p.9.12
18. Scritti 73, 217.
19. El texto mismo Epistulam ad Eutychem se encuentra
citado en el Fragmentum apud Leonem Magnum, Epistola 25 (PL 54, 741): “In omnibus
hortamur te, frater honorabilis, ut his, quae a beatissimo Papa romanae
civitatis scripta sunt, oboedienter attendas; quondam beatus Petrus, qui in
propria sede et vivit et praesidet, praestat quaerentibus Fidei veritatem. Nos
enim pro studio pacis er fidei extra consensum romanae civitatis episcopi
causas fidei audire non possumus”. Nos gusta notar que este texto viene detrás
de los Sermones 2176 y 2177, en los que se habla de la caridad: “Vide, ne
desperes homo, remansit tibi unde piissimo satisfacias creditori. Absolvis
vis? Ama. Charitas cooperiet multitudinem peccatorum (1 Pt 4, 8). Negationis
crimine quid peius? Et tamen Petrus
amore solo voluit hoc delere, probante Domino cum dicit: Petre, amas me? (Gv
21, 13). Inter omnia Dei praecepta amor obtinet principatum”.
20. ADO, cart. Bandi; recogido también es este
fascículo.
21. Minuta en Scritti 72, 185.
22. Plan y programa…, cit., Lettere I, p.16.
23. Ibidem. Aquel “mediante” aparece innumerables
veces cuando se expresa el carisma; y en el Decreto de aprobación firmado por
Mons. Bandi el 21.3.1903: “La Obra de la Divina Providencia tiene como fin unir
por medio de todas las obras de misericordia… con estrechísimo y dulcísimo
vínculo de toda la mente y de todo el corazón al pueblo cristiano con la S.
Sede…” (DOPO III, pp.423-425); en el Capítulo I de las Constituciones FDP de
1936, Don Orione indica el fin eclesial-papalino a perseguir “con el apostolado
de la caridad entre los pequeños y los pobres, mediante aquellas instituciones
y obras de misericordia más aptas…” (Sui passi di Don Orione, p.295-297).
24. “No estamos para los ricos, sino para los pobres.
Muy unidos a los obispos, de los que nada queremos sino ser sus trapos, y muy
apegados al Papa: somos los jesuitas de los pobres. ¡Jesús nos conceda amarlo
mucho en la plena dedicación a su Iglesia!”, Scritti 43, 264; “Finalidad de la
Congregación, es ser los Jesuitas del pueblo, de los pobres y especialmente de
los muchachos abandonados y más rechazados, y de todos aquellos que tengan
necesidad de un padre”, Riunioni 88.
25. Johannes Günther Gerhartz, S.J., “Guardia Giurata”
des Papstes: Don Orione un sein Werk en “Insuper promitto...”, Analecta
Gregoriana, vol. 153, Roma 1966, pp.273-279.
26. VII Capítulo General de los Hijos de la Divina
Providencia, Documenti capitolari. Il nostro carisma, “Atti e comunicazioni
della Curia generale” 29 (1975) n.1, p.74-80.
27. En la vida del orionista, la papalinidad se
expresa ordinaria y principalmente mediante la acción caritativa hacia los más
necesitados. No dejarán de hacer conocer la Palabra del Papa, de difundir su
magisterio y su autoridad, pero no consiste sólo en esto la sustancia de
nuestro amor: toda nuestra jornada está consagrada a la Iglesia y al Papa
propiamente porque está consagrada a los pobres que son los tesoros de la
Iglesia; cfr. ibidem, p.79.
28. Hablando de obras de caridad, se debe evitar una
reductiva puesta en práctica. Don Orione insistió en el carácter teologal de
las obras de caridad: “El Señor nos juzgará según las obras, y según la caridad
de las obras, porque también las obras sin la caridad de Dios, que es lo que
las da valor ante Él, no valen nada” (Scritti 39, 80). “¡Sin la unión de la
caridad y sin caridad no se edifica a Jesucristo ni en nosotros ni en los
demás, se hará ruido, se harán obras en las que nos reuniremos, pero para la
eternidad, no se edificará nada!” (Scritti 110, 147). “El fin de la Obra y la
conquista de la caridad, es meter la caridad en el corazón de los pequeños y de
los pobres y de los afligidos de todo mal y dolor por medio de de obras de
misericordia. ¡Nuestra vida no quiere ser bullicio, sino vida símple y gozosa y
escondida en Dios, y toda inspirada en las necesidades de la Santa Iglesia
según los deseos del S. Padre!” (Scritti 94, 160).
29. Era Don Luigi Gamaleri, primo de Don Sterpi y
secretario de Mons. Daffra.
30. Carta a Don Sterpi del 20 de noviembre de 1900,
Scritti 10, 14.
31. Plan y programa…, cit.,
Lettere I, 18. Se ha de recordar
que en 1903, los Hijos de la Divina Providencia eran sólo 5 sacerdotes (Luigi
Orione, Lorenzo Piana, Roberto Risi, Carlo Sterpi y Gaspare Goggi, ordenado el
6 de septiembre), 3 clérigos (Silvio Ferretti, Felice Taverna, Giuseppe
Zanocchi), 4 eremitas (Fra Basilio Bibanel, Fra Colombano Buscaglia, Fra
Romualdo Capettini, Fra Igino Nascimbene). El año anterior 9 clérigos habían
sido devueltos al seminario por autoridad del Obispo; al año siguiente la
congregación ya contaba con 8 sacerdotes, 13 clérigos y 6 eremitas. Las casas
de aquella “Pequeña Obra” eran 8: los colegios-residenciales Santa Chiara de
Tortona, San Romolo de Sanremo y San Fogliano de Turín; ls colonias agrícolas
de Mornico (PV), Noto (SR), la Petrara de Bagnoregio (VT), San Giuseppe en la
Balduina y Santa María en Roma.
32. En las Primeras Constituciones manuscritas de
1904, en el n.7, se dice que esos laicos “se tuviesen como Hijos adoptivos… y
se llamasen Adscritos al Instituto, es decir Terciarios”.
33. Don Orione presentó varias veces a las Pequeñas
Hermanas Misioneras de la Caridad como “nuestras hermanas”, “parte” y “rama”
evidentemente no de los Hijos de la Divina Providencia sino de la Pequeña Obra
de la Divina Providencia. Algunos ejemplos. El 12 de enero de 1912, manifiesta
a Don Alessandro Barbieri la intención de fundar a las Hermanas: “La Pequeña Obra
de la Divina Providencia, que te acogió de muchacho, tiene mucha, mucha
necesidad de brazos (…). Si le agrada al Señor, tal vez inicie una rama para
las hermanas y ¡quien sabe si tu hermana no pueda ser una de las primeras
piedras!” (Scritti 35, 262). En 1922, presenta al Obispo Silverio Pimenta el
proyecto de dar “humilde inicio a dos ramas de la Congregación de la Divina
Providencia. Esta Pequeña Congregación se reparte en varias ramas pero no se
divide, porque tiene unidad de espíritu en la caridad del Señor, tiene unidad
de regla, tiene unidad de gobierno. (…) Estas ramas religiosas tendrían ambas
votos simples (…) alimentándose del espíritu y de la vida de la ya existente
Congregación de la Divina Providencia, como ramas de una misma planta, por ella
moderados y dependientes en la dirección y en el desarrollo, y a ella
fuertemente agarrados y siempre unidos” (Scritti 51, 122-123). El 27 de marzo
de 1927, escribe a Sor María Sebastiana, “Envío con la bendición de Dios a Sor
María Pascua y a Sor Maria Cornelia con tres jóvenes aspirantes. Ellas vienen a
esa casa que quiero que sea consagrada a la Virgen de la Guarda, para iniciar
una rama de la Pequeña Obra de la Divina Providencia en honor de Nuestra Señora
de la Guardia” (Scritti 39, 92). En una reunión del 13 de julio de 1933,
después de haber dado buenas noticias de las Hermanas en Argentina, concluye:
“Son cosas que nos tienen que causar mucho placer, porque las Hermanas son una
rama de la Obra” (Riunioni p.128). En una “Memoria sobre la Pequeña Obra de la
Divina Providencia”, muy formal y detallada de diciembre de 1937, escribe: “En
estas casas… trabajan las humildes Hermanas Misioneras de la Caridad, rama
iniciada el 29 de Junio de 1915” (Scritti 117, 166). En la misma famosa carta
del 3 de agosto de 1920, escrita sobre todo para afirmar la distinción de los
Hijos de la Divina Providencia, Don Orione escribe que “nuestras hermanas” son
“de nuestra misma institución”; Lettere I, 199-215.
34. Así el 7 de diciembre de 1934, Scritti 41, 157.
Varias veces define al matrimonio Beaud “ambos de la Divina Providencia” (40,
162; 41, 166 e 168); se arriesga a decir que la Congregación “es tan mía como
de ellos” (41, 175-176) y los considera “parte integrante de nuestra querida
Congregación” (41, 177); varias veces en la dirección, junto a sus nombres,
añade simplemente la sigla “O.D.P.” (cfr. cartas en 41, 69, 171, 172, 174,
183). Evidentemente se trata de un lenguaje afectivo y espiritual, no jurídico,
pero indica la visión y la actitud práctica de Don Orione.
35. Cfr. Constituciones manuscritas de 1904, n.7;
Constituciones publicadas de 1912, n.11.
36. Cfr. X Capítulo General de los Hijos de la Divina
Providencia (1992), moción 11, p.108; cfr. n.118, p.85; VIII Capítulo General
de las Pequeñas Hermanas Misioneras de la Caridad (1993), moción 11, p.87.
37. Don Orione, en los inicios, pensaba en realizar
tal coordinación – además, él hablaba de unidad orgánica – mediante el rol de
la “Compañía del Papa”. Posteriormente no advierte ya la necesidad porque los
Hijos de la Divina Providencia (sacerdotes, hermanos, eremitas coadjutores, y
otros laicos adscritos) estaban ya unidos entre ellos constitucionalmente.
También cuando fundó las Pequeñas Hermanas Misioneras de la Caridad, la
coordinación no se vio necesaria porque – mientras viviese él – bastaba su
presencia como fundador para dar unidad a los dos troncos religiosos, masculino
y femenino, crecidos del único tronco carismático. Algún problema surgió sin
embargo después de la muerte, cuando las Pequeñas Hermanas Misioneras de la
Caridad empezaron a caminar con autonomía respecto a la rama masculina, tal y
como el Derecho canónico reconocía. Las crónicas y documentos de archivo nos
dicen que no faltaron algunas tensiones en esta fase de disgregación. Por otra
parte, y contemporáneamente, tanto entre los Hijos de la Divina Providencia
como entre las Pequeñas Hermanas Misioneras de la Caridad estaba viva la
conciencia y el deseo de una unidad que el Fundador mismo quiso no sólo por
motivos operativos sino también por fidelidad a un mismo carisma (Crf. F.
Peloso, Nuestro puesto en la Iglesia para “instaurarlo todo en Cristo”. Apuntes
de reflexión sobre la fidelidad al carisma orionista en Atti dell’VIII Capitolo
generale delle Piccole Suore Missionarie della Carità, Roma 1993, p.23-36.). En
tiempos recientes, superadas por ambas congregaciones las motivaciones y
aspectos polémicos, ha habido un nuevo empuje hacia una mayor unidad de la
familia orionista, vista más como reciprocidad del don que como disciplina. Más
como oportunidad apostólica que como pretensión jurídica. Se eligieron otras
formas de coordinación estable, tales como encuentros entre los consejos
generales, provinciales, locales, secretariados intercongregacionales,
colaboraciones caritativas y misioneras y otros. Otro empuje posterior a pensar
y actuar como Familia Orionista llegó con la presencia de los laicos del
Movimiento Laical Orionista que no se identifica con una Congregación o la otra
sino con el carisma de la Familia Orionista en cuanto tal.
38. Precisamente en el contexto de la elaboración de
la Carta de comunión del Movimiento Laical Orionista se propuso la cuestión de
la conveniencia o no de usar Pequeña Obra de la Divina Providencia en sentido
colectivo, tal y como se introdujo en el texto final (publicado en 2002). A
cargo de, cfr. F. Peloso – J. Silanes, “Pequeña Obra de la Divina Providencia”
posible nombre de la Familia Orionista, “Don Orione oggi”, 2002, n.11,
pp.26-27.
39. “El primer Decreto diocesano de aprobación del
instituto fue obra del Cardenal Perosi”, lo refiere Don Orione (Scritti 74,
215), pero era sabido por todos que el texto fue sustancialmente redactado por
Don Gaspare Goggi y revisado por Don Orione, como resulta viendo los originales
de archivo.
40. Texto en latín con traducción italiana.
41. Carta a Davide Sasso de septiembre de 1898;
Scritti 102, 32.
42. Nel nome, 73.
43. Cfr F. Peloso, Don Orione, "un vero spirito
ecumenico", Ed Dehoniane, Roma, 1997.
44. Scritti 52, 4.
45. A cargo de: F. Peloso, Ecumenismo: un raggio
dell’Instaurare omnia in Christo. L’impegno ecumenico nei testi di Don Orione
del periodo di prima formulazione carismatica, “Atti e comunicazioni della
Curia generale della Piccola Opera della Divina Provvidenza”, 51(1997),
p.49-66.
46. Scritti 10, 3.
47. Cfr. DOPO III, 317-335.
48. Minuta; Scritti 72, 187;
cfr. 70,172; 41,12; DOPO III, 327.
49. ADO, Diario Novelli.
50. El texto completo del Decreto se ha reproducido
aquí.
51. Plan y programa… cit.,
Lettere I, 16.
52. Carta del 17 de enero de 1903, Scritti 68, 5.
https://padreteo.wordpress.com/2017/04/29/pequea-obra-de-la-divina-providencia-algunos-aspectos-sobre-los-orgenes/