Don Orione conoció, reconoció y fue devoto de Ntra. Sra. de Lourdes.
Ntra. Sra. de Lourdes.
Noticias y palabras de San Luis Orione.
Don Orione conoció, reconoció y fue devoto de Ntra. Sra. de Lourdes.
• El 11 de febrero de 1858,
Vittorio Orione y Carolina Feltri, padres de Don Orione, pronunciaron
su Sì en la Iglesia de la Colegiata de Santa María de la Asunción en
Pontecurone. Contemporáneamente, aquel mismo día, más o menos a la misma
hora, en Lourdes, hacía su primera aparición la Virgen Inmaculada. Un
signo mariano en los orígenes de la familia de Don Orione, “alma
mariana”.
• El 11 de febrero de 1903, "Fiesta de las apariciones de la Santísima Virgen Inmaculada",
Don Orione escribió la petición de aprobación y el "Plan y programa" de
la Pequeña Obra de la Divina Providencia, uno de los documentos
fundamentales que manifiestan visiblemente en la historia el carisma que
le fue otorgado por el Señor.
• El 11 de febrero de 1904, apertura de la primera casa de la Pequeña Obra en Brasil y en América Latina, en Mar de España, Brasil. Los misioneros habían llegado a Brasil el 2 de enero precedente.
• El 11 de febrero de 1922, Don Orione toma posesión de la primera casa en Argentina, en Victoria, y celebra la Primera Misa en la Iglesia de Ntra. Sra. de la Guardia.
• La última Misa de Don Orione, en Sanremo, Villa Santa Clotilde, la mañana del 12 de marzo, fue celebrada a los pies de la estatua de la Virgen Inmaculada de Lourdes.
• Don Orione unía los acontecimientos de Lourdes al dogma de la Inmaculada Concepción.
• El 11 de febrero de 1922, Don Orione toma posesión de la primera casa en Argentina, en Victoria, y celebra la Primera Misa en la Iglesia de Ntra. Sra. de la Guardia.
• La última Misa de Don Orione, en Sanremo, Villa Santa Clotilde, la mañana del 12 de marzo, fue celebrada a los pies de la estatua de la Virgen Inmaculada de Lourdes.
• Don Orione unía los acontecimientos de Lourdes al dogma de la Inmaculada Concepción.
• “Finalmente, llevados a término los
largos estudios de los doctores, el 18 de diciembre de 1854 el angélico
Pio XI en San Pedro, ante una imponente asamblea de varios centenares de
obispos, promulgaba el dogma de la Inmaculada Concepción. La Virgen se
apareció después, cuatro años después en Lourdes diciendo: «¡Yo soy la
Inmaculada Concepción!»” (62, 81).
• “Pio IX, el Papa de la Inmaculada,
definió que, María Santísima fue siempre toda pura, toda santa, y
definió además el dogma de la infalibilidad pontificia, pocos años antes
de la toma de Roma. Después de cuatro años de la definición del dogma
de la Inmaculada, el 11 de febrero de 1858, una humilde muchacha que
había salido de su casita para buscar leña… Después las visiones se
sucedieron 18 veces a intervalos, hasta el 16 de julio, cuando ella, por
orden del párroco, preguntó a la Virgen Santísima quién era: y le
respondió: Yo soy la Inmaculada Concepción.” (IX, 463)
Don Orione trató de reproducir el
clima mariano de Lourdes en las fiestas de la Virgen organizadas por él.
Quiso la bendición eucarística de los enfermos en el Santuario de la
Virgen de la Guardia, como en Lourdes:
• “A las 10: Hora de las apariciones de
la Virgen, Misa Solemne, súplica a la Virgen, bendiciones a los enfermos
y a los peregrinos, como en Lourdes” (62, 107).
• “Victoria – Argentina: Un señor, el
viernes por la tarde, nos donó una custodia, y así hemos dado con ella
también la bendición eucarística, siendo ese el día de las apariciones
de la Inmaculada de Lourdes: ¡fue una hermosa jornada!” (25, 182).
• “Bendiciones a los peregrinos y a los
enfermos, como en Lourdes. Que vengan con mucha fe todos sus queridos
enfermos. A las 17 horas en punto saldrá la grandiosa procesión "aux
flambeax" que subirá hasta el Castillo” (52, 253).
• Un artículo describe la bendición eucarística a los enfermos, en Tortona: “Llegan
al Santuario centenares de enfermos amorosamente asistidos por sus
parientes y por los fieles, para recibir la Bendición de los enfermos
como en Lourdes. Se oye potente y directa la voz de Don Orione: 'Tengan
fe, fe ardiente, pedimos a Jesús la gracia para nuestros enfermos y la
cura o el consuelo en el dolor'. Y, como en Lourdes, una onda de
conmoción invadió a la multitud, cuando el sacerdote toma la custodia de
Jesús Sacramentado, desciende del altar y pasa bendiciendo de uno en
uno a los pobres enfermos. La conmovedora función dura más de una hora y
cuando Don Orione, exhausto por el esfuerzo hecho en constante tensión
de espíritu, bendice aún una vez más a la multitud, siempre compacta:
son las dos de la tarde” (95, 193).
• En otro relato de la bendición de los enfermos en Tortona, leemos: “Antes
de la bendición con el Santísimo Sacramento todos los sacerdotes
acompañaron en cota y estola a Don Orione que llevaba a Jesús Eucaristía
en una rica custodia. Se había llevado a muchos enfermos. Se ordenó la
procesión como se suele hacer en Lourdes: Don Orione pasó con el
Santísimo, repitiendo las invocaciones a Jesús como se hace en Lourdes,
sugiriendo él mismo palabras de fe, de amor a Jesús - ¡Creo en ti
Jesús!, ¡Jesús te amo!, ¡Sáname Jesús! Don Orione mismo lloraba y todos
lloraban mientras el coro repetía las invocaciones a Jesús Nuestro Señor
y Redentor” (112, 312).
Tenía gran confianza en la intercesión de la Virgen de Lourdes y a ella recurría con fe:
• “Alvigini (un cohermano) va un
poco mejor, pero ya está humanamente perdido. He hecho el voto de dar
1000 liras a la Consolata, y mandarlo a Lourdes para agradecer a la
Virgen” (10,13).
• “Mussini Luigia - vía Emilia 58 Tortona - pobre enferma, háganla ir a Lourdes” (98, 294).
• “También esta mañana le (conde Crivelli)
he dicho la Misa en la habitación; hace la comunión cada mañana con
mucha devoción. Esta mañana le he dado otro poco de agua de la Virgen de
Lourdes” (15, 125).
• “He hecho voto a la Virgen de llevarle
(clérigo Viano) a Lourdes; si la Virgen me lo cura; médicamente
hablando, las esperanzas penden de un hilo invisible” (2, 162).
• “Hoy, el 50° Aniversario de la última aparición en Lourdes: daremos la bendición y rezaremos también por ustedes” (a Don Gaspar Goggi enfermo gravemente, 16.7.1908; 74, 10).
• “Esta mañana le he encomendado a la Virgen de Lourdes y después me he decidido a escribirle” (101, 39).
• “He hecho dos votos, a la Virgen de Lourdes y a San Conrado, que tenemos aquí. Si lo hacen restablecerse (clérigo Ottaggi), al menos para poderlo llevar a casa… he hecho voto de llevarlo si se cura a la Virgen de Lourdes” (102, 37-38).
Reivindicaba el mensaje de Lourdes: oración, penitencia, pureza
“La Virgen Santísima de Lourdes se
apareció llevando entre las manos el Santo Rosario y haciendo pasar los
granos entre sus dedos: rezaba como le hubiese gustado enseñarnos a
rezar. La oración es la cadena de oro que nos une con Dios. Con la
oración obtendremos fuerza para vencer a nuestros enemigos, para
resistir las tentaciones y perseverar en nuestra santa vocación
permaneciendo siempre fieles al Señor. Nuestro Señor Jesucristo en el
Evangelio de nada ha hablado tanto, de nada nos ha aconsejado tanto como
de la oración; y oraba Él mismo para enseñarnos a orar. De hecho dijo a
sus discípulos: cuando oren digan así: Padre nuestro que estás en el
cielo. Oración divina salida de sus labios. Los sacramentos han sido
instituidos por Jesucristo, pero la modalidad de los mismos, las
fórmulas, las ceremonias que los acompañan, han sido fijadas por la
Iglesia. Nuestro Señor, por ejemplo no ha pronunciado las palabras de la
confesión: es la Iglesia la que ha dado la fórmula tomándola del
espíritu que está en el Santo Evangelio. Sin embargo el Pater es propio
de Nuestro Señor que nos lo ha enseñado y nos ha dicho: oren a vuestro
Padre que está en los cielos, así.
La Virgen Santísima de Lourdes, además de
la oración, ha recomendado la penitencia la penitencia: ¡Penitencia!
¡Penitencia! ¡Penitencia! ¡Esto es lo que el mundo no quiere entender!
Si ustedes no hacen penitencia perecerán, dijo Jesús, y la Virgen
Santísima, nuestra Buena Madre, nos avisa: ¡hagan penitencia!
La Virgen Santísima se apareció en Lourdes
en la bendita gruta, toda vestida de blanco, para significar su
inmaculada pureza: de hecho, ella fue siempre toda pura, siempre
inmaculada a los ojos de Dios: antes de convertirse en Madre de Jesús y
después de que naciese prodigiosamente Jesús de Ella. Seamos puros
también nosotros, amemos a bella virtud, la santa pureza. Dios se
manifiesta a los puros. Encomendémonos a Jesús y a María Santísima que
nos ayuden a conquistar esta bella virtud: Oración, penitencia y pureza de vida” (A las PSMC, 11 de febrero de 1919).
Conocía e indicaba los milagros de Lourdes
• He leído con gran placer que en Lourdes ocurrió un milagro mientras una enferma asistía a la Misa de su Excelencia” (45, 84).
• “También en nuestros días, ya lo saben,
ocurren milagros: en Lourdes también en estas últimas semanas
ocurrieron algunos milagros” (A las PSMC, ejercicios espirituales,
agosto de 1923).
• “La Virgen quiso, con sus apariciones
en Lourdes y con los prodigios que desde 1858 se siguen verificando
hasta nuestros días, quiso demostrar cómo le gusta ser honrada en su
pureza, en su inmaculada vida y en sus virtudes” (XI, 263).
De Lourdes recoge motivaciones para recomendar la oración del Rosario
“Y ahora os entregaré la corona del
rosario. La Inmaculada, cuando se apareció en Lourdes a la Beata
Bernardet, apareció teniendo entre sus dedos y haciendo pasar,
recitándola, la santa corona del Rosario; y una santa costumbre quiere
que todos los religiosos tengamos el Santo Rosario al lado y que todos
los días recitemos esta gran oración, vuelta más popular, con la que
nosotros recitamos la santa oración que nos enseño Jesucristo, que es el
Pater Noster, y el Ave María, que es el saludo del Arcángel Gabriel a
la Virgen, y recordamos los santos misterios, los principales misterios
de nuestra Santa Iglesia” (A las PSMC, 8 diciembre 1927).
La Virgen hacía pasar los granos, mientras
Bernardet recitaba el Rosario. María Santísima no recitaba el Ave
María. Y eso fue contado por Bernardet siempre, hasta su muerte; cuando
Bernardet y los otros recitaban el Ave., la Virgen no abría la boca…
Cuando se llegaba al Gloria Patri, también María Santísima repetía
Gloria Patri et Filio et Spiritui Sancto… Cuando había que celebrar al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, cuando no se celebraba a ella
misma, entonces la Virgen rezaba y decía el ¡Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo!
El agua de Lourdes
• “Digan a sor Caterina que agradezco las
oraciones hechas en Lourdes. Yo pasaré pronto por Génova y le
agradeceré el agua de la gruta de Lourdes, como he agradecido las
oraciones y la postal que me envió” (27, 83)
• “Asegurándole que todos rezamos por él,
y que le llevará un poco de agua de Lourdes, donde fue a esta
peregrinación un estudiante” (28, 172).
• “Yo estoy aquí al lado del Conde
Servanzi, enfermo de gravedad, a quien he suministrado también los
extremos sacramentos. Le he dado esta noche de beber agua de Lourdes, y
ha habido una mejora, tanto que el médico ha dicho dos veces esta
mañana: “el estado del enfermo tiene algo de milagroso” (95, 26).
La fecha del 11 de febrero era muy querida por Don Orione como un día particularmente sagrado
• Cuando pone en las cartas la fecha del 11 de febrero, siempre añade “Virgen de Lourdes”.
• “Estamos aquí (en Victoria, Argentina) desde el 11 de febrero fiesta de las Apariciones de la Inmaculada en Lourdes, - conmigo están Don Zanocchi y Dondero”.
• “Que por ahora ninguno entre en el Noviciado (Argentina):
estableceremos una fiesta de la Virgen, fácilmente el 11 de febrero,
Virgen de Lourdes, siempre y cuando la nueva casa esté lista. Además de
los cinco nuevos con vestición, hagan su noviciado Migliore, Simoni y
Anintros. Que también Tomás haga su noviciado” (1, 233).
• “Deseo que el noviciado se empiece el
10 de febrero, para que puedan hacer los votos el próximo año el 11 de
febrero, apariciones de Lourdes” (1, 228).
• (En Brasil, 1914) “La primera
Casa de los Misioneros fue inaugurada el 11 de febrero, fiesta de las
Apariciones de la Inmaculada en Lourdes, y se llamará también aquella:
la Casa de la Inmaculada como nuestro Noviciado” (2, 76).
• “Sábado, 11 de febrero, día de las
apariciones de la Virgen Inmaculada en Lourdes hemos celebrado en la
Iglesia de la Victoria las primeras Santas Misas” (95, 116).
• “Hoy se cumplen, propiamente hoy, 80
años, de las primeras apariciones de la Santísima Virgen Inmaculada en
Lourdes. Ustedes, queridos clérigos polacos, llegados desde su gloriosa y
gran nación profundamente católica y tan devota de María Santísima.
Ustedes han venido aquí no sólo por la vocación, sino por una gran fe.
Qué grande es la fe y el sentimiento católico de su patria, la fe que
está en el corazón de Polonia” (VIII, 88).
• “Estos clérigos esperamos que puedan
ser ordenado en el mismo mes de febrero, el mes que podemos llamar de la
Inmaculada de Lourdes” (X, 65).
• “Hoy es el 50º aniversario de las apariciones de la inmaculada en Lourdes, he subido allá arriba (Virgen de la Costa en Sanremo)
y a propósito he ido allí a rezar un poco en aquella habitación para
que la Virgen Santísima mantenga puros y santos a los hijos que viven
allí” (10, 187).
• Para celebrar el 50° de las apariciones
de Lourdes, Don Orione quiso colocar una estatua de la Virgen de Lourdes
en Santa Ana de los Palafrenieri, en el Vaticano. Después sin embargo
él mismo, en 1908, la llevó a la Capilla (rescatada de entre unos
trastos) de la nueva parroquia de Todos los Santos.
Don Orione fue promotor y difusor de la "gruta de Lourdes" como signo de devoción mariana:
• “Tendremos también la Gruta de Lourdes
que costará unas 25.000 liras, el dinero ya me fue donado. Irá en el
jardín al lado del Noviciado (de Villa Moffa )” (19, 274).
• “Les doy la buena noticia de que en
Claypole se levantará en el jardín, donde acaba un vial muy bonito con
muchos árboles, la Gruta de Lourdes, y ya la Beatísima Virgen ha enviado
una persona pía y benéfica que pagará todo. Deo gratias!” (97, 234).
• Don Orione explicó que había pedido a la
Virgen de Lourdes la gracia de un terreno para edificar el Cottolengo
de Claypole, prometiendo que construiría una gruta similar a la de
Massabielle, en Francia. Poco tiempo después, una señora le ofrecía en
Claypole 88 hectáreas de terreno a 2 kilómetros de la estación (Vida de
Don Orione de J.C. Moreno, p.178).
• “Para la Gruta ya he dado 1000 pesos:
cuesta 2000 pesos, incluida la Inmaculada, Bernardet y el altar, pero me
ha parecido la gruta, es decir todo el conjunto, pequeño, muy pequeño y
he ido a advertírselo” (9 Agosto 1937; 1, 135)
• “He recibido también la fotografía de la Gruta de Lourdes (de Claypole),
¡qué fea es esa mal llamada gruta! - Vean un poco a ver si se puede
ajustar, si no, veremos si la rehagamos para hacer otra: ¡cómo me
disgusta!” (1, 210 e 214). “Y en cuanto a la Gruta de Lourdes, quisiera,
si fuese posible, que la roca se elevase un poco más sobre el nicho
donde está la Inmaculada, porque termina pronto, no es natural que la
montaña termine pronto, a pocas palmas sobre el nicho, y de este modo
quisiera que Bernardet estuviese más abajo, no por tierra, pero casi,
porque está muy cerca, demasiado, de la Virgen, y eso no es natural, ¿no
os parece?” (1, 217)).
• “Dime claramente qué piensas de la
Gruta de Lourdes de Claypole, y cómo va Claypole” (29, 243). Don Orione
insiste para que la mejoren. Finalmente Don Dutto (13 de abril de 1938)
le comunica: "Por fin está acabada y ha quedado bonita". La próxima vez
le enviará la fotografía. Por nuestra cuenta hemos hecho hacer una
especie de presbiterio delante de la Gruta”.
• “Espero que haya resultado bien la
fiesta hecha en Claypole - y que las señoras (madre e hija) que han
donado la gruta de Lourdes hayan quedado satisfechas” (51, 118).
• “He recibido tu carta (de Don Cremmaschi).
Estoy contento por la Gruta y la Capilla de Lourdes y lo bendigo de
corazón; - veo bien y bendigo de corazón también el resto. Mira que las
obras de Dios empiezan con poco, y no se plantan enseguida a lo grande.
Haz tú también como la Virgen manda” (2, 213).
• En Niteroi (Río de Janeiro) había una
gruta de Lourdes de la que era un entusiasta: “He leído con gran placer
los primeros números del Boletín Religioso “La Nueva Lourdes Brasileña”
editado en Niteroi con la aprobación y bendición del obispo, su
Excelencia Monseñor Don Giuseppe Peregra Alves, boletín que tiene el
santo objetivo de difundir la devoción a la Blanca reina de los
Pirineos, tan venerada en su maravillosa gruta de Lourdes al Sacco de S.
Francisco en Niteroi” (94, 137).
• También muchas personas de Argentina y
de Uruguay me hablan con entusiasmo de las consolaciones espirituales
probadas al visitar en Brasil la Gruta de Lourdes en Niteroi y de las
gracias recibidas.
• En Génova, en el Pequeño Cottolengo de
la Vía Bosco, Don Orione quiso y bendijo la “gruta de Lourdes”. Sor
María Stanislaa continuó con la devoción con mucho fervor.
Contento con las peregrinaciones a Lourdes
• “Díganle a Don Perduca que estoy bien contento con que Sor Cecilia vaya a Lourdes. Y que rezaré por ella” (17,46).
• Una peregrinación a Lourdes fue
conducida por Don Cremaschi con los novicios de la congregación (18, 172
y 204). Después le escribe: “Te estoy muy agradecido por la oraciones
en Lourdes: toda mi confianza, después de los méritos de la pasión y
muerte de Nuestro Señor, está sobre la Virgen.” (2. 225).
• “Han vuelto los de Lourdes: están bien,
pero casi que, si hubiese puesto, pensaría en mandar a Risi y también a
Varallo: veo que les ha hecho mucho bien” (33, 200).
• “(A Don Gugliada): "Te ruego
de querer aceptar, a favor de la Obra de los enfermos de Lourdes, - por
ti promovida y dirigida en la diócesis - L. 500, que incluyo. Es poca
cosa, pero haré también rezar" (40, 107)
• “He tomado con placer saber que su
señora va a Lourdes: dígale que rece a la SS. Virgen Inmaculada por mí.
La conforto en el Señor y la bendigo tres veces” (41, 238).
• “Le agradezco las oraciones hechas por mí y mi Congregación (Ambrogio Solari), por parte de su señora y de sus hijos hechas en Lourdes” (51, 237).
• “Esta noche (23.8.1922), a las
9.30 parte para Lourdes un joven nuestro, estudiante de leyes en la R.
Universidad de Roma. Se ha hecho de la Congregación y quisiera que a los
pies de la Inmaculada de Lourdes pusiese el habito de Clérigo: tiene 29
años” (65, 251 y 96, 126). “Un abogado hermano nuestro, de Roma, optimo
elemento, ha hecho la vestición en Lourdes de manos del Cardenal
Laurenti, Prefecto de los Religiosos en la peregrinación italiana” (1,
56).
• “Deben saber que el Canónigo Gugliada
todos los años ha tomado el encargo de conducir a Lourdes una
peregrinación con algunos enfermos: él lo provee todo. Ahora, nuestra
oferta, que para él será gratísima, consistirá en una suma ofrecida por
el viaje de un enfermo pobre a Lourdes. Esta suma, para demostrarle
nuestro reconocimiento se la ofreceremos en oro” (Vb, 21).
• “La devoción a la Inmaculada se
difundió cuando Pio IX la proclamó solemnemente; cuatro años después se
aparecía la Virgen en Lourdes y decía: “Yo soy la Inmaculada
Concepción”. Son innumerables las peregrinaciones que se van repitiendo
cada año, allí donde la Virgen se apareció y dijo: “Yo soy la Inmaculada
Concepción”. Venía con sus prodigios, con sus milagros, a confirmar las
palabras infalibles del gran Papa Pio IX. Hagamos en estos días, una
especial peregrinación espiritual a la gruta de Lourdes” (VII, 119).
Deseó abrir una casa en Lourdes
“Cuánto me gustaría tener una Casa en
Francia y en Lourdes, pero cuestan demasiado, una cuesta 170.000 francos
y la otra 160.000: no puedo, aunque con mi disgusto, hacer este gasto.
Cuando la Inmaculada de Lourdes quiera que mi Congregación se establezca
cerca de la Gruta enviará alguna Providencia” (51, 237).
“He hablado al Bourdieu de las casas que
se venden en Lourdes y le ha hecho ver los precios. A él le gustaría la
idea de que nuestra congregación pudiese entrar en Francia per Mariam,
y parece que piensa en la posibilidad de ayudarme, y podría ser la Casa
de los argentinos, a los pies de la Gruta de la Purísima, y dar
hospitalidad gratuita, por tres o cuatro días, de manera particular a
los Vicentinos o a familias Argentinas. ¿Le gusta la idea? ¿Quién sabe
si no será una inspiración de la SS. Virgen?” (29.5.1937 : 97, 234, 119, 75).
Deseó ir de peregrino a Lourdes
• A Don Lovazzano, 22.2.1911:
“Estoy contento con las noticias que me das sobre la peregrinación a
Lourdes; sí con la ayuda de Dios, cuento con la idea de ir” (66, 57).
Después a Don Sterpi, el 21.3.1911: “Había dicho a Don Lovazzano que
aceptaba ir a Lourdes; pero no quisiera, que con mi partida influyese, y
que el Obispo no quiera ir” (11, 67). Y no fue.
• A la vuelta de América Latina, el 14.6.1922, escribe a Don Casa: “Parto de Brasil el 18 del corriente, en el Lutetia, desembarcando en Bordeaux. Atravesaré Francia y pasaré por Lourdes” (29, 156). Después sin embargo, el 18.6.1922, al mismo“No voy ya a Lourdes; pero a Lourdes iremos juntos; estate seguro que iremos juntos” (29, 161).
• A don Adaglio, 28.9.1930:
“Tenía el viaje pagado también para Lourdes, por aquel Director Sp. de
las peregrinaciones genovesas, y no he podido ir por indisposición. Es
un malestar del estómago que va y viene, y ahora iré a Roma para los
rayos, porque algún médico dice que podría ser una úlcera o un tumor, y
que, tomado a tiempo se puede curar. Yo creo que no es nada, tal vez
algo de nervios” (5, 476). A Don Parodi, 17.9.1930: “No voy a Lourdes, iré sin embargo a Roma pronto, tal vez en unos días” (8, 73). A los hermanos Chiarella: “Respóndanles
que Don Orione tenía que estar hoy en Lourdes, pero que no fue, porque
no estoy en buenas condiciones de salud. Deberá acercarse a Roma para
unas curas” (103, 213).
• El año después a Don Galbiati, 1.10.1931:
“Deseaba tanto ir a Lourdes, - donde no he estado nunca, con la
peregrinación genovesa, (y ya tenía hasta el billete), - e iba también a
tener un momento para poder hablar con Su Eminencia el Cardenal y
Arzobispo de ustedes; pero después, tuve en esos días que ir a Roma para
convencer al maestro Perosi de que volviese a Tortona, después de 30
años, y por eso no pude” (34, 61).
• “Humillo ante Vuestra Eminencia
Reverendísima mis devotos homenajes y ruego a la SS. Virgen para que
bendiga largamente a la Peregrinación Genovesa de Lourdes y de dar al
corazón de Vuestra Eminencia como al de todos los peregrinos toda
celeste gracia y consolación. ¡Oh, cuánto desearía también yo ir a
Lourdes! Me uniré en espíritu, y en tanto, envío un querido hijo
espiritual, ya Estudiante de leyes en la R. Universidad de Roma. Él
desearía vestir el hábito de clérigo a los pies de la SS. Virgen de
Lourdes, y yo le doy una pobre sotana y, conociendo probadamente la gran
bondad de su Eminencia Rev.ma, le quisiera pedir que se dignara
imponerle dicho hábito” (81, 78).
ALGUNOS TEXTOS DE DON ORIONE SOBRE LOURDES
El enfermo a la Virgen de Lourdes
Una oración interpretando los
sentimientos del enfermo publicada en el Boletín de la Obra de la Divina
Providencia, el 18 de febrero de 1900.
¡Virgen cándida y milagrosa! - ¡Inmaculada
Concepción! Son ya varios años en los que he perdido la santidad y
sufro. Ya no sé que hacer para curarme… he intentado ya todo lo que
puede sugerir la ciencia y el empirismo... ¡Quisiera tener aún coraje,
estar arriba, rezar, estudiar, estar ocupado! Pero mi cuerpo esquelético
no quiere ya reaccionar, se repliega, se abandona, y busca la cama...
¡tal vez ya no me levante más!
¡Virgen cándida y milagrosa! ¡Inmaculada
Concepción! ¡Curadme vos! ¡Soy joven, la esperanza, el consuelo de mis
padres! Y ¡cómo me disgusta morir! ¡Curadme! ¿He de daros algo? ¿He de
haceros alguna promesa a cambio? ¡Oh! A cambio de la salud, ¿qué es lo
que no se pueda dar o prometer? ¡Sé que mi corazón está preso de algunas
cosas contrarias a mis deberes de sincero cristiano! En sacrificio ¿qué
queréis?
¡Virgen cándida y milagrosa! ¡Inmaculada
Concepción! ¡Todo… todo lo sacrifico a cambio de que vos me curéis!
¡Purgaré mis afectos… quemaré los libros frívolos… no leeré ya
periódicos mundanos! Repararé los escándalos. Y mi vida de ahora en
adelante será toda y para siempre conforme a las enseñanzas de Vuestro
Divino Hijo, y a los mandatos de mis superiores. Oh, a cambio de la
salud ¿qué no podré dar o prometer?
¡Virgen cándida y milagrosa! ¡Inmaculada
Concepción! ¿Hasta cuándo me aplazaréis la gracia? ¡Pronto, oídme
pronto! El molesto mal mío, las prolongadas abstinencias, las
incertidumbres sobre el modo de curarme, el ocio forzado, la soledad y
la ausencia de mis fuerzas forman tal madeja de sufrimientos y de
punzadas de alfileres que ya no aguanto más. ¡Oh Virgen, óyeme! ¡Pero
heme aquí de nuevo estimulado! ¡Tal vez pueda curarme sin Vos… y volver
de nuevo a la vida de antes, mundana, descerebrada, pecadora!
¡Virgen cándida y milagrosa! ¡Inmaculada
Concepción! Alejad de mí estos estímulos… ¡yo con vuestra ayuda, seré
fuerte, constante, fiel! Oh, ¿qué no se podrá dar o prometer y hacer a
cambio de la salud? ¡Escuchad mi enferma petición! ¡Curadme! (71,
153-154)
María Santísima y Francia
Publicado en el Boletín de la Obra de
la Divina Providencia (el 30 de junio de 1917), contada la noticia de
una intervención prodigiosa de la Virgen ocurrida en la batalla de la
Marna. La primera batalla de la Marna (conocida también como el "Milagro
de la Marna") fue una batalla de la Primera Guerra Mundial combatida
sobre el frente occidental del 5 al 12 de septiembre de 1914. El evento
constituyó un punto de vuelta en el curso de la guerra porque significó
la caída del Plan Alemán Schlieffen y, por cuatro años, el fin de la
guerra de movimientos. Es difícil establecer los fundamentos de los
“hechos publicados en los periódicos” y reportados en este artículo.
No sabemos si algún... espíritu fuerte se
sonreirá, leyendo estas líneas, pero cualquiera que haya seguido
atentamente los avatares de esta terrible guerra sabe muy bien que la
gran victoria francesa en la batalla de la Marna, es hasta hoy un
misterio, como reconocieron muchos críticos militares.
La batalla de la Marna, con la que pudo
salvarse París y Francia de la invasión definitiva de los alemanes,
debía ser vencida por los soldados del Kaiser, que, por número y
potencial bélico, eran claramente superiores al ejército francés. Y por
el contrario la victoria sonrió a Francia, guiada por el generalísimo
Joffre y por el general Castelnau, ambos fervientes católicos.
Los críticos militares, no pudiendo
explicar esta victoria, no dudaron en que ella fue debida a una
intervención divina; lo que ahora se va manifestando mediante los
siguientes hechos, que demuestran cómo la Virgen de Lourdes protegió y
salvó a Francia, en aquella grandiosa y decisiva batalla.
He aquí los hechos publicados por los
periódicos, y a los cuales queremos dar el valor demostrativo que ellos
merecen, no queriendo prevenir el juicio de la Iglesia y de la historia.
1° - Un sacerdote alemán, herido y hecho
prisionero en la batalla de la Marna, murió en una ambulancia en la que
se encontraban algunas religiosas. Antes de morir las dijo: «Como
soldado quisiera reservar el silencio, pero como sacerdote debo decirles
lo que vi bien claramente. Durante la batalla de la Marna tuvimos la
sorpresa de retroceder, aunque fuésemos legiones en comparación con las
tropas francesas y contásemos con la seguridad de entrar pronto a París.
Nosotros vimos a la SS. Virgen vestida de blanco y con una faja azul,
vuelta sobre París. Ella nos volvía la espalda y con la mano derecha
parecía empujarnos hacia atrás. Y eso es lo que yo vi, y fue visto
también por numerosos de nuestros compañeros de armas».
2° - El día en el que dicho sacerdote
hablaba de tal modo, dos oficiales alemanes, heridos y hechos
prisioneros, entraban en una ambulancia francesa de la Cruz Roja.
Estaban acompañados por una señora enfermera. En el momento en que
entraron en una sala donde estaba colocada una estatua de la Virgen de
Lourdes, ellos, mirándose el uno al otro, tuvieron un sobresalto y uno
dijo: ¡Oh, aquella es la Señora de la Marna! La enfermera les pidió que
explicaran lo que querían decir con esas palabras; pero ellos callaron.
3° - La mejor prueba de la autenticidad de
estos relatos consiste en el siguiente hecho. Una religiosa que asistía
a los heridos en Issy-le Molineau escribía: - Después de la batalla de
la Marna, entre los heridos en cura en Issy encontré un alemán
gravemente herido, su caso era desesperadísimo. Era católico y
demostraba sinceros sentimientos de su fe. Todos los enfermeros eran
sacerdotes. El herido recibió todos los consuelos de la religión, y no
sabía de qué modo mostrar su agradecimiento: se le oía frecuentemente
exclamar: «¡Quisiera hacer cualquier cosa por agradecerles!». Un día, en
fin, cuando recibió la extremaunción, dijo al sacerdote enfermero: me
habéis curado y asistido como si fuese sido vuestro hermano y yo, a
cambio os daré prueba de mi agradecimiento contándoos algo que, si no es
para mi favorable, les dará al menos placer a ustedes. Si estuviese en
el frente, por lo que les voy a decir, sería sin duda fusilado; dado que
se nos prohibió, bajo pena de muerte, lo que les voy a referir. Ustedes
franceses fueron los primeros sorprendidos por nuestra súbita retirada,
después de haber llegado a las puertas de París; pero la verdad es que
no podíamos seguir más adelante. Una visión celeste se interponía en
nuestro avance, empujándonos hacia atrás cada vez que se nos ordenaba
avanzar. Durante algunos días estábamos creyendo en la aparición de
alguna protectora nacional, Santa Genoveva o Santa Juana de Arco; pero
pronto comprendimos que era la misma Virgen SS. quien impedía nuestro
avance. El 8 de septiembre nos empujó con tanta fuerza que todos
nosotros como un solo hombre huimos asustados. Tal hecho que os he
referido lo oirán más tarde, indudablemente, porque somos más de cien
mil hombres los que hemos visto a la SS. Virgen.
Otro hecho muy auténtico tiene que ver con
Verdum. Las hijas del general Castelnau contaron que su padre les había
escrito que, durante dos noches seguidas, oyó una voz que le decía:
«¡Ve a Verdum, ve a Verdum!» La primera vez no hizo caso pero la segunda
noche, al oír aquella voz se levantó y telefoneó a Joffre, contándole
lo que le había sorprendido; y el Generalísimo le respondió: «Ve
corriendo a Verdum». Castelnau partió inmediatamente, llegando justo en
el momento en el que todo estaba a punto de perderse. Dio rápidamente
las contraórdenes, cambió los comandos, trasladó regimientos, implementó
una nueva táctica, y finalmente desconcertó a los esforzados alemanes.
(71, 204-206)
¡Honremos a María!
Publicado en el Boletín de la Virgen de la Guardia el 15 de febrero de 1934.
Se cumplen ahora 75 años desde que María
Inmaculada se apareció en Lourdes a aquella sencilla y piadosa Bernardet
que desde hace pocas semanas la Iglesia ha levantado al honor de los
altares.
Días de alegría y bendiciones aquellos y
estos días en los que se habla de la materna bondad de la Santa Virgen,
del privilegio singularísimo y de los dones con los que fue enriquecida,
y que nos llevan enfervorecidos al amor de Ella.
¡Qué bello y digno honrar a María
Inmaculada, la más santa de las creaturas, tanto en la canonización de
Bernardet como en el 75º aniversario de las apariciones de Lourdes!
La Bendita entre las mujeres quiso
aparecer vestida toda de blanco y a la humilde jovencita le dijo: ¡Yo
soy la Inmaculada Concepción!
Y con las repetidas apariciones y los
continuos prodigios se dignó a confirmar el consolador dogma de la
Inmaculada, proclamado cuatro años antes por el angélico y gran Papa Pio
IX.
María es Inmaculada porque fue redimida
por Cristo por preservación, y de un modo así más completo y perfecto
que cualquier creatura humana.
María fue creada por Dios exenta del
pecado y de cualquier sombra de culpa original, y querida inmune de
cualquier otro pecado actual, porque tenía que ser absolutamente
inmaculada, y siempre inmaculada, la Madre de Dios.
María es Inmaculada, y llena de gracia por Sí y por todos los hijos de Eva, porque de todos tenía que ser ejemplo y Madre.
Y todo el esplendor, la pureza y las
gracias de los ángeles y de los santos del cielo, reunidos juntos, no
pueden de hecho igualarse en esplendor, la pureza inmaculada, la
plenitud de las gracias con las que Ella resplandece adornada.
Es cierto, Jesucristo, y Cristo sólo nos redimió, e hizo que donde abundaba la culpa, allí sobreabundara la gracia.
Pero María Santísima cooperó también Ella,
por gracia, en la Redención; ella sola hecha digna de Dios a quien el
Ángel saludase como gracia plena y Madre de Dios, Ella fue verdadera y
propia colaboradora de la Redención de todo el género humano, ofreciendo
sobre el Calvario, con infinito desgarro de su corazón de Madre, pero
con libre y firme voluntad, a Cristo su verdadero Hijo, en holocausto de
paz y redención al Padre celestial.
Honremos por tanto a María con la oración, difundiendo su culto, con devoción ternísima e imitando sus virtudes.
Perfeccionemos nuestra alma con obras de fe y de amor a Dios y a los hermanos.
Honremos a María, deponiendo el orgullo y viviendo en gran humildad: ¡María fue tan humilde!
Quien se conoce bien, se vuelve vigilante a los propios ojos y no se complace en las alabanzas humanas.
¡Honremos a María! y desapeguemos nuestro
corazón de los bienes de esta miserable tierra, que acá abajo, todo es
vanidad, las riquezas caducan y el humo de los honores y los deseos de
los sentidos: ¡todo son desengaños!
¡Amemos la beata y espiritual pobreza, tan
querida a la Virgen, levantemos el espíritu en alto a las cosas
invisibles, y corramos allá donde el gozo es sempiterno!
¡Honremos a María! ¡Invoquémosla,
supliquémosla que nos infunda un poco de su inmaculada pureza y de
purificarnos: que nos dé la mano y nos conduzca: que nos dé la sencillez
de un corazón puro, que ve a Dios, que pretende a Dios: que nos dé la
Santa Virgen el amor de Jesús sobre toda cosa, y fuerza de voluntad para
caminar virilmente con Cristo!
¡Honremos y amemos a María! ¡Amémosla como hijos, dulcísimamente, amémosla mucho!
¡Mañana, en el cielo, nos uniremos a los
ángeles y a Ella en la alegría, en el gozo inefable, y, en María SS. y
con María, honremos y amemos eternamente a Dios! (106, 97-98).
La Inmaculada: el dogma y las apariciones en Lourdes
En el año 1854 se hizo oír una palabra en
el Vaticano; la palabra del Vicario de Jesucristo que proclamaba como
dogma de fe la Inmaculada Concepción de María.
No era tanto el triunfo de María, sino el
triunfo y la proclamación de la virtud sobre el vicio, de la pureza
sobre la corrupción, de lo sobrenatural sobre lo terrenal, de la fe
sobre la incredulidad. Y María Inmaculada aplasta de nuevo con su pie
potente la boca infernal; y aplasta todas sus cabezas, y donde quiera
que se vea un rescoldo vigoroso de fe, de piedad, y de confianza en esta
gran Madre.
El Concilio Vaticano, conducido felizmente
hasta la definición de la infalibilidad pontificia, es la más bella, la
más fúlgida gracia providencial que María Inmaculada haya podido hacer a
este siglo de incredulidad, como llegó a confesar el propio Pio IX;
porque con este dogma la incredulidad encontrase por siempre cerradas
las puertas para invadir el campo místico de la Iglesia.
Y no fue bastante aún para la Inmaculada
Madre de la Divina Providencia. Ella se apareció maravillosamente en
Lourdes; allí las peregrinaciones de los fieles fluyen numerosas de
todas partes del mundo; allí María realiza gracias portentosas, ante las
cuales ha de inclinarse el incrédulo más escéptico; allí la potencia,
la bondad, la misericordia, la providencia de la que hablará después en
el Cantar de los cantares, ¿No parece escrito propiamente de arriba
abajo para magnificar a esta Esposa del Espíritu Santo, a esta Madre
providencial del Divino Verbo, para describir con simbólicas alegorías
sus excelsas prerrogativas de naturaleza y gracia? Ella es comparada con
aquel pozo de agua viva, con aquella fuente sigilosa, y con aquel
huerto cerrado, donde surgen las granadas, y los árboles todos del
Líbano, y donde están las plantaciones de todos los aromáticos perfumes.
Ella es resplandeciente como la aurora que surge, bella como la luna,
elegida como el sol, terrible como ejército aguerrido para la batalla,
suave como la misma Jerusalén” (119, 101).
Cuenta las apariciones de Lourdes
Exposición simple dirigida a sus clérigos y cohermanos.
Pio IX, el Papa de la Inmaculada, definió
que María Santísima fue siempre toda pura, toda santa, y definió también
el dogma de la infalibilidad pontificia, pocos años antes de la toma de
Roma. Después, a los cuatro años de la definición del dogma de la
Inmaculada, el 11 de febrero de 1858, una humilde muchacha que había
salido de su casita para buscar leña con la que cocer la comida
familiar. Salió con una hermana. Ella, de nombre Bernardet, había estado
siempre debilucha; las otras eran más robustas, y llegaron a un
riachuelo, llamado el Gave, un poco a las afueras del pueblo de Lourdes.
Ellas se habían descalzado y llevaban los zuecos para pasar descalzas…
Ella, educada por unos parientes, había vuelto al pueblo para hacer la
Primera Comunión… Las otras, se fueron adelante sin esperarla, sin
lanzar alguna piedra grande para poder pasar el riachuelo; y ella
llegada al río se descalzó, se quitó el pobre calzado y, mientras hacía
esto, sintió como un ruido y miró hacia las ramas de los árboles.
Estábamos en febrero; oyó como un rumor entre las ramas, miró y vio que
no se movían… Y entonces fue atraída por algo extraordinario y vio
iluminada la gruta, y sobre el fondo, una imagen sobre humana, como de
una joven de unos 17 años, vestida de blanco, con los pies adornados por
una rosa de color dorado, y tenía en el brazo una corona de perlas
engarzadas en oro. Y la Virgen vestida de blanco empezó a rezar el
Rosario; también Bernardet traía su rosario y quiso empezar a
persignarse, pero solamente cuando la Virgen hizo el signo de la cruz,
ella pudo mover el brazo, y recitó el rosario con la Beata Virgen.
Después la visión desapareció. Volviendo donde ella la hermana y las
compañeras se empezaron a burlarse de ella y a tomarla el pelo.
Ella no quería decir nada; pero había
quedado en sus ojos y en su rostro y en toda la persona de Bernardet
algo de sobrehumano; la luz que resplandecía del rostro inmaculado de
María había también irradiado el rostro de aquella humilde muchacha.
Dijo a sus compañeras: - Se ustedes no tienen nada que decirme tampoco
yo tengo nada que contaros. – La parecía que tenía que conservar su
secreto, pero después volvió a casa… Y después las visiones se
sucedieron por 18 veces, con intervalos, hasta el 16 de julio, cuando
ella, por orden del párroco, interrogó a la Virgen Santísima quien era: y
le respondió: - Yo soy la Inmaculada Concepción. Y la jovencita, vuelta
al pueblo, en su sencillez decía entre sí: No es la Virgen, sino que es
la Inmaculada Concepción. La Virgen dijo esas palabras en el dialecto
del pueblo, medio Francés y medio Español, en la lengua del pueblo, como
Jesús, que hablaba a la multitud en el dialecto del país, en Arameo.
Después la mandó cavar un poco en el terreno y surgió enseguida un
pequeño manantial de agua, y esa fuente, echa centenares de litros de
agua. ¡Es el agua milagrosa de Lourdes!
Y así, a cuatro años de distancia de la
proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción, la Virgen Santísima,
con una aparición que repitió 18 veces y con prodigios que van
repitiéndose desde 1858, quiso de un modo celestial e indiscutible,
sancionar, aprobar la verdad del dogma que el Pontífice había
proclamado: "Yo soy la Inmaculada Concepción” (A los cohermanos del
“Paterno”, el 27 de noviembre de 1938)
Los grandes eventos de Lourdes alimentan la devoción y la virtud
“Hoy es el primer día del triduo en
preparación al aniversario de las apariciones de la Inmaculada en
Lourdes: 11 de febrero de 1858. Queremos recordar a la Virgen de un modo
especial en estos días; y recordarla en su singular privilegio como
Toda Pura, Toda Santa, Toda Inmaculada. Y aún algo más. Ella dijo: ¡Yo
soy la Inmaculada Concepción! No dijo: Yo soy María Inmaculada, sino que dijo algo más: Yo soy la Inmaculada Concepción, sería como decir: no soy pura, sino que soy la pureza; no soy virgen, sino la virginidad misma. Yo soy la inmaculada concepción. No
dijo: ¡Yo soy María Inmaculada!, para no dejar suponer que pudiera
haber alguna otra también Inmaculada… Lo dijo el 25 de marzo, después de
tantas insistencias de aquella pobre muchacha que, por el deseo del
cielo y de tanta gente, repetidamente le había preguntado: ¿Quién sois?…
Y Ella sonreía, inclinaba la cabeza, pero no hablaba. Ya había hablado
antes sin dificultad; pero había dicho y repetido: recen por los
pecadores; había dicho: ¡hagan penitencia, penitencia, penitencia!...
Pero ahora, ¡vean la humildad de la Santísima Virgen! Ella no habla casi
como rehuyendo de decir quien era, ¡y lo dice además en dialecto, más
Español que Francés, el dialecto de Lourdes!
Lo dijo en dialecto el 25 de marzo. Si lo
hubiese dicho en Francés, Bernardet no lo hubiera entendido. Lo dijo el
25 de marzo, el día en el que se recuerda la aparición del cristianismo
sobre la tierra, se recuerda el mayor acto de misericordia de Dios, la
Encarnación del Verbo, se recuerda el más grande de los privilegios de
la Santísima Virgen, ¡su maternidad divina!… os lo he dicho ya otras
veces que incluso el año civil en la antigüedad empezaba el 25 de marzo:
Ab Incarnatione Domini. El 25 de marzo es una de las fiestas
más grandes, la verdadera fiesta de la Mater Dei, cuando el Ángel le
dijo: ¡Ave, María, tú eres llena de gracia!… Pero no sólo Le dijo esto,
sino que añade: Tú has sido elegida para ser la Madre de Dios. Estas
cosas nos enseñan y recuerdan el dogma de la Inmaculada Concepción.
No voy a estar contando las apariciones de
Lourdes… Ya saben que la Virgen se apareció vestida de blanco, con una
faja azul, con dos rosas de oro sobre los pies desnudos, una corona de
rosario con las Ave de color de leche… Pasaba los granos mientras
Bernardet recitaba el Rosario. María Santísima no recitaba el Ave María.
Y esto fue contado por Bernardet siempre, hasta su muerte. Cuando
Bernardet y los otros recitaban el Ave la Virgen no abría la boca…
Cuando se llegaba al Gloria Patri, también María Santísima repetía Gloria Patri et Filio et Spiritui Sancto… Cuando
había que celebrar al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, por tanto
cuando no celebraban con palabras sobre ella misma, entonces la Virgen
rezaba y decía el ¡Gloria al Padre u al Hijo y al Espíritu Santo! ¡Cuántos años han pasado desde aquel 11 de febrero y de aquel 25 de marzo!…
Preparémonos para celebrar esta gran
festividad de las Apariciones de María Santísima en Lourdes, a celebrar
la bondad materna de María Santísima que quiso abrir allí una fuente de
gracias; y siendo ella llena de gracia, quiso hacer perennes aquellas
apariciones con una fuente viva de gracias.
Y la fiesta de las Apariciones coincide
con muchos otros eventos cercanos a nuestro corazón: el 60° de Misa del
Santo Padre, el 20° año de su Episcopado y el décimo año de la
Conciliación de Italia con la Iglesia. Y todos los obispos de Italia se
unen al Vicario de Jesucristo en la tierra para darle un certificado de
adhesión y de su amor. ¡Quien sabe desde hace cuántos años no se hace
algo así!… Y nosotros ¿qué haremos sino prepararnos para agradecer y
bendecir al Señor, e implorar las gracias más hermosas y divinas sobre
la cabeza de nuestro gran Padre y Santo Padre, por intercesión de la
inmaculada concepción? Preparémonos y purifiquemos nuestros corazones,
renovemos el fervor y que queden las Apariciones de la Inmaculada en
Lourdes y el recuerdo de tantos santos eventos, como uno de los puntos
luminosos del camino de nuestra vida” (En la Capilla del “Paterno”, 8 de
febrero de 1939).
A los 60 años de las apariciones de Lourdes: los hechos y el mensaje
"Oh María concebida sin pecado ruega por nosotros que recurrimos a ti".
Hoy se cumplen sesenta años desde que la
SS. Virgen Inmaculada se apareció en Lourdes recomendando la oración y
la penitencia. ¡Ay si el mundo hubiese escuchado entonces la palabra
materna de María Inmaculada!; no tendríamos ciertamente la guerra atroz
que va devastando pueblos y naciones.
Son ya sesenta años desde que la pobre y
humilde Bernardet, que salía con las hermanas y compañeras a buscar leña
más allá del Gave, fue como una sacudida de un viento no común, un
viento sobrenatural, y alzando los ojos hacia el punto de la gruta,
donde había entrado, vio en una cavidad de la roca a la Celeste Señora
vestida de blanco. Le ceñía la figura un lazo azul, un manto cándido
como la nieve le bajaba por los flancos y llevaba en el brazo el Santo
Rosario.: ¡era la Inmaculada!
Tomándolo entre sus benditas manos comenzó
a rezar, y con ojos de tierna Madre, miraba a la humilde jovencita,
invitándola a rezar y a volver de nuevo. Volvió la muchacha y volvió
también la Virgen, demostrando no ser Ella una ilusión, ni el espíritu
del abismo revestido de luz, que era en vano esperarla con el Agua Santa
como hacía Bernardet, casi para alejar de ella un espíritu que no fuese
de Dios.
Se apareció aún la Virgen, cuando la
muchacha no estaba sola sino rodeada por una multitud devota que, de
rodillas, gozaba de esa visión de Paraíso. La humilde Bernardet, raptada
en éxtasis, tenía entre las manos la vela encendida y dejaba que la
llama quemase sus dedos sin mostrar dolor alguno, de tal modo estaba
absorta al contemplar a la inmaculada que llena de bondad le dijo:
“Escucha, ¿quieres un signo que atestigüe mi presencia? Las rosas que
tengo a los pies ya son uno, pero ¿ves allá la tierra árida y de
guijarros? ¡Escava allí y encontrarás agua, la fuente viva, persígnate y
bebe!”.
Aún hoy, después de sesenta años, aquella
agua sigue beneficiando a la humanidad sufriente y realiza los más
estrepitosos milagros. La última vez que la Inmaculada se apareció, fue
el 25 de marzo, día en que Bernardet preguntó y obtuvo de los labios de
María aquellas palabras: “YO SOY LA INMACULADA CONCEPCIÓN”.
¡Oh! Bendita la humanidad que obtuvo aún
este don celeste de la Madre Divina. Cuatro años antes, es decir en
1854, el angélico Pío IX, había declarado dogma de fe la Inmaculada
Concepción de la SS. Virgen; la había proclamado toda pura, toda
inmaculada, desde el primer instante de su vida. El 11 de febrero de
1858 María Santísima quiso con sus apariciones, confirmar el dogma del
Vaticano y Ella misma se declaraba “LA INMACULADA CONCEPCIÓN”.
El obispo de Tarbes, que es también obispo
de Lourdes, en estos días ha escrito una carta a los Obispos de
Francia, recordando a propósito, como propiamente hoy se cumplen sesenta
años del día en el que la SS. Virgen se signó comparecer por primera
vez en la Gruta de los Miserables. Y e prohíben la organización de
peregrinaciones, como se hacía en años precedentes desde toda Francia,
desde España, desde Italia, desde Inglaterra e incluso desde la lejana
América. El obispo recomienda a todos los fieles que desde hoy hasta el
25 de marzo, día en el que se apareció por última vez, vayan
espiritualmente peregrinando hasta la gruta bendita. No seremos nosotros
precisamente los que nos quedemos fuera, firmes tratándose de ir a los
pies de María SS. y llevar ante Ella todos nuestros afectos. ¡Oh,
vayamos a María! ¡A María toda pura, toda bella, toda Inmaculada! Ella
nos dará a Jesús, con Él tendremos la paz, la conversión de nuestras
almas y las de todo el mundo.
Si nosotros hacemos penitencia, si
rezamos, implicamos a María en liberarnos de todos los males que nos
afligen y que provienen de la completa apostasía a Dios de toda la vieja
Europa. La paz que todos tanto deseamos de corazón, vendrá en el mismo
momento en el que el mundo reconozca no poder hacer nada sin Dios.
¡Oh, invoquemos, invoquemos a María!, para
obtener la paz, que interesa no tanto al corazón de Dios sino al
corazón de los hombres. Imploremos ante ella la pureza de los
entendimientos, la pureza espiritual de caridad que enderece toda
nuestra vida y despegue nuestro corazón de todo lo que es caduco.
Y dado que la Virgen se ha aparecido con
el Rosario en la mano, recomendando la penitencia, oremos pues y hagamos
penitencia. Tanto más cuando hay tanta necesidad de oración y de
penitencia en estos días en los que el mundo cree que todo es lícito y
está permitido.
Tratemos de rezar más, de hacer más
penitencia, en resumen de servir y de seguir al Señor de modo más
perfecto. Por intercesión de María SS. Inmaculada nos conceda el Señor
cumplir bien la peregrinación espiritual y recogiéndoos en vosotras
mismas, conduciros allá donde la SS. Virgen ha hecho brotar con un
prodigio de su bondad, el agua viva, fuente de gracias y de
misericordias, y suplicadla que santifique vuestras almas, vuestros
corazones, vuestros pensamientos y vuestros afectos, de modo que puedan
santificar las almas que Dios ha colocado al lado de ustedes; y un día
todos unidos en el Paraíso, podamos cantar sus gracias y sus divinas
misericordias” (A las PSMC, 11 de febbraio de 1918).
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