DON ORIONE Y LA VIRGEN MARIA
El
rol de María como madre y como creyente se nos presenta como modelo a imitar en
la grandeza de las virtudes que la adornan: su capacidad de mujer llena de fe,
su personalidad orante, su disponibilidad ilimitada y generosa a la voluntad de
Dios, su mirada intuitiva, atenta y previsora ante las necesidades de los
demás, su servicialidad humilde al atender a su prima Isabel, su capacidad de
sufrimiento al pie de la cruz, su saber estar dejando el protagonismo a su hijo
en las bodas de Caná, su papel de madre y formadora que cuando no entiende
guarda calladamente en su corazón las palabras de su hijo tras el hallazgo en
Jerusalén….
Es
muy notable e imprescindible la presencia de María en San Luis Orione, en su
carisma y espiritualidad. Nos manifiesta una profunda y filial devoción
mariana; y así nos lo refiere él mismo: “toda mi vida es gracia de María: lean
en mi frente, en mis labios en mi corazón…allí está escrito: todo gracia de
María… Mi vida es como una capilla de María llena de DEvotos y gracias recibidas
de María”.
La
relación de Don Orione con María es filial, amigable, afectuosa, sensible y que
toca lo más entrañable de la existencia. Veamos, aunque sea brevemente, algunas
características de la devoción mariana que se pueden expresar a través del carisma
de Don Orione:
1.
Considera a María bajo tres títulos que resumen para él la mariología cristiana
:
–
María como Madre de Dios (la Mater Dei): ésta será su jaculatoria preferida.
Toda la grandeza de María brota de su maternidad divina; en vista de ello,
preservada del pecado original, colmada de gracias y bendita entre todas las
mujeres. Don Orione nos dice: hemos elegido el más hermoso título que honra a
la Virgen María y por eso se convertirá en nuestra jaculatoria mariana: “Madre
de Dios, ruega por nosotros”. En este título quedan resumidos todos los dogmas
referentes a Cristo y a María. Nos manifiesta la verdadera naturaleza de la
Virgen. La Mater Dei es signo y expresión del fin de nuestra Congregación.
–
María como Madre de la Divina Providencia nos manifiesta la confianza total y
el abandono de Don Orione en las manos de la Providencia Divina y de María. Ve
a María como aquella que intercede, ayuda, protege, y cuida de todos sus hijos,
pero especialmente de los más abandonados y necesitados de cariño y afecto
maternal. Don Orione invoca a María a lo largo de toda su vida pero sobre todo
en los momentos de peligro, ante las incomprensiones y calumnias, ante las
necesidades de sus pobres, enfermos y ancianos, al abrir una nueva obra, cuando
las deudas abundan y el dinero es poco. Entonces María no duda en acudir de mil
modos y maneras en ayuda de sus hijos más queridos.
–
También Don Orione considera a María como Madre de la Iglesia. La tradición de
la Iglesia nos muestra el lazo que une a María con el pueblo de Dios, es decir,
con la Iglesia. María está presente y ora con los discípulos en la espera del
Espíritu Santo. En aquel día de Pentecostés, en el que nace la Iglesia, María
acompaña a la naciente comunidad cristiana; y como en el nacimiento de Jesús
también aquí da a luz a la Iglesia y la acompañará como Madre creyente y
formadora en su proceso de crecimiento. Don Orione nos lo narra así: “La Virgen
estaba allí y ejercía de Madre de todos los discípulos de su Hijo; era, desde
entonces, como la Madre de la Iglesia …Ella, que es la Madre de Jesús, y que es
Madre nuestra, lo sea, especialmente en estos tiempos, también de la Iglesia”.
Juan Pablo II, en la Redemptoris Mater, recuerda que durante el Concilio
Vaticano II, Pablo VI proclamó solemnemente a María Madre de la Iglesia.
2.
María como el mejor camino para acercarnos a Jesús.
Ninguna
criatura humana conoce mejor y más profundamente a Jesús que su propia Madre,
la Virgen Santísima. Por eso el mejor camino para encontrarnos con Jesús e
iniciar el proceso de conocimiento y experiencia de Él es mirar e imitar a
María como el modelo más perfecto del discipulado de Cristo. Así el creyente,
de la mano de María, Madre y Discípula de Jesús, se adentra en el corazón de
Cristo para experimentar todo su amor.
María
presintió a Jesús lo concibió por obra del Espíritu Santo, lo dio a luz, lo
esperó anhelante, lo recibió en sus manos, lo presentó en el Templo, lo educó
durante largos años, lo introdujo en su vida pública, lo acompañó hasta la
cruz, lo recibió muerto en su regazo virginal, lo siguió hasta el sepulcro y,
seguramente lo vio resucitado y glorioso. Está, pues, presente a lo largo de la
vida de Cristo. Nadie como ella lo conoce y lo ama. Nadie como ella, nos lo
presenta de aquella forma como se lo presentó a los pastores y a los Reyes
Magos.
Es
el camino más breve y seguro para llegar a Jesús, pues “amando a María se tiene
la seguridad de amar a Jesús”, nos diría Don Orione.
3.
Con un Amor de Hijo
San
Luis Orione, nos invita abandonarnos en los tiernos brazos de María y en los
momentos difíciles solicitarle que nos permita ocupar por un ratito el puesto
de su Hijo Jesús niño. Como Hijo devotísimo se postraba ante la imagen de María
y la contemplaba embelezado.
Desde
niño había aprendido, en las rodillas de su madre a recitar el Santo Rosario, y
muy pequeño todavía le prometió a la Gran Madre de Dios, si le daba la gracia
de ser sacerdote, le reconstruiría una derruida capilla en las afueras de su
pueblo natal. A lo largo de toda su vida son muchas y variadas las presencias
de María en la vida de Don Orione, sobre todo en los comienzos de la naciente
Congregación. Para él María será siempre la Madre y la celeste fundadora de la
Pequeña Obra de la Divina Providencia.
4.
Una devoción Mariana apostólica y caritativa.
Don
Orione se nos presenta como un gran evangelizador y “se sirve” de María para
llevar las almas a Cristo. Intuyó que María facilita la apertura de los
corazones de los hombres, pues como Madre y como mujer conoce las mejores
estrategias para entrar y ganarse nuestro amor.
Reconociendo
la eficacia pedagógica de la devoción mariana en la tarea de la
re-evangelización, Don Orione organizaba con frecuencia peregrinaciones,
levantaba santuarios, y hablaba de María al pueblo de un modo que cautivaba y llevaba
los corazones de los oyentes al más tierno amor a la Madre de Dios, imitando
aquellas virtudes propiamente marianas.
Se
preocupaba de que en las peregrinaciones no faltara el momento para conducir a
las almas a experimentar la misericordia de Dios mediante el sacramento de la
reconciliación.
La
devoción mariana en Don Orione se hace eminentemente popular. Nuestra
Congregación debe dirigirse al pueblo para servirlo y para fortificar la piedad
de los más sencillos y de aquellos que no pueden comprender otras formas de
piedad.
Don
Orione transmitió otra interpretación característica de la piedad mariana: el
binomio piedad mariana y caridad. Y así, solía decir que donde se levante un
templo o un Santuario para la Virgen allí debe surgir también una obra de
caridad para atender a las personas más necesitadas. Estaba convencido de que
la caridad lleva a la fe y produce inmensa alegría en quien la ejecuta.
Así
son los Santos y así es María para con ellos: Madre, hermana, fundadora,
compañera en el camino y amiga que de la mano nos conduce a Jesús; porque,
cerca de María, todas las tormentas del corazón, las luchas de las pasiones,
las amarguras de la vida, los disgustos y dolores, se calman y aplacan con la
tierna mirada de la Madre.
Para
comprender esta gran devoción de Don Orione, es preciso acercarse a su historia
personal, toda entrelazada de “gracias” y de “devoción”, que llenaba de María
toda su vida.
Algunos
hechos para recordar:
·
Don Orione era un ferviente devoto de la Virgen
de la Guardia. Cada vez que tenía que tomar decisiones importantes, iba a pedir
consejo a María.
·
La vida de
Don Orione está signada por la confianza y el abandono en la Divina Providencia
y en este contexto que ve a María como “Madre de la Divina Providencia”, pues
es ella la que intercede, que acerca, que lleva a Jesús y, por tanto, la que
ayuda a cada hombre a realizar el designio de Dios en su historia.
También
desde los inicios de su obra en Argentina, Don Orione encontró la presencia de
la Virgen Santísima en los momentos fundamentales
·
Aún
desde antes de pisar por primera vez tierra argentina, uno de los deseos de Don
Orione era llegar a los pies de la Virgen de Luján.
·
San Luis Orione visitó
Itatí, Corrientes. Su llegada al pueblo de la Virgen, lo relata en una
carta del día 27 de junio de 1937: LECTURA CARTA N° 3 (ELENA)
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