sábado, 21 de septiembre de 2019

LA MOVILIZACIÓN DEL LAICADO EN LA IGLESIA DE FINES DEL SIGLO XIX.



Rasgos característicos de Don Orione
Prof. Pietro Borzomati
Rocca di Papa, 9.10.1997
Movimiento Laical Orionino
            Don Luis Orione ha sido un gran protagonista de la Iglesia y de la sociedad italiana y del mundo por la originalidad de sus opciones espirituales e intuiciones pastorales relativas a un “servicio” eficaz y a la participación del laicado en la obra de “caridad” propuesta y realizada por él.
            El análisis de sus escritos y de su compromiso social y religioso lo confirma plenamente, poniendo de relieve la vigorosa relación que existía entre su espiritualidad y su acción, y el carácter prevalentemente cristológico de su espiritualidad que vivificaba su “servicio” - totalmente de piedad - como la de un contemplativo itinerante que amaba a Dios vigorosamente y con un amor habitual. Su obra era, en efecto, fruto de una piedad extraordinaria y, por supuesto, de una excepcional capacidad organizativa.
            La vida de Don Orione, impregnada de espiritualidad y piedad, constituyó un punto de referencia y, al mismo tiempo, una invitación para eclesiásticos y laicos al valor de la relación intensa con Dios, condición indispensable para el buen éxito de una acción cristiana en el mundo, aunque más no fuera para no ceder a la tentación de aprovecharse de la obra con el fin de obtener ventajas personales o hegemónicas. En la agitada historia de la Iglesia y del movimiento católico de fines del siglo XIX y principios del siglo XX, el testimonio orionino representó una especie de metodología ética y operativa que aseguró éxitos a veces notables, y despejó el terreno de posibles equívocos sobre la acción de los cristianos en el mundo, que no debe tomarse como pura filantropía sino como una consagración total a un auténtico servicio a los hermanos. Obviamente, en esta misma línea actuaron otros protagonistas de la santidad “social” (por ejemplo, en Francia, y Don Bosco, Scalabrini, Cusmano) que nunca perdieron de vista sus opciones espirituales y alcanzaron una vigorosa contemplación que vivificaba su compromiso caritativo, pastoral y social en el mundo.
               Don Orione se ubica en este grupo de santos “sociales” y opta por el vasto mundo de los marginados, logrando ser realmente un pobre entre los pobres en búsqueda del rostro de Cristo en los abandonados. Es evidente que su “servicio” ha sido un mensaje fascinante para las comunidades cristianas, particularmente para sacerdotes y laicos de las distintas instituciones del movimiento católico, poco sensibles a realizar programas de promoción humana y, a veces, más ocupados en protestas ineficaces sobre la cuestión romana y en discusiones no pocas veces estériles.
              La obra de las nuevas congregaciones religiosas y de protagonistas como don Orione, así como las asociaciones del laicado promovidas por los institutos de vida consagrada, distintas de las tradicionales “Terceras Ordenes”, ha sensibilizado a los laicos creyentes en Cristo con testimonios de gran valor cívico.
             En efecto, no se deben subestimar las iniciativas promovidas sobre todo en los centros menores o aislados (a veces por falta de medios de comunicación) en pro de los huérfanos, de los pobres, de los incapacitados y de los marginados a quienes ni los organismos asistenciales de los entes públicos ni los eclesiales prestaban la debida atención. Don Orione se ha movido siempre en esa dirección, acentuando, por ejemplo, con el Pequeño Cottolengo y sus congregaciones, la opción por los “últimos” para realizar el proyecto de Dios. Los “últimos” eran también, los nobles y notables venidos a menos, las masas populares afectadas por los grandes procesos de urbanización y tecnificación que llevan a la pérdida de la fe y de la identidad, el subproletariado esclavizado por el patronato, los marginados que definía como “muy queridos y amados” (enero 57) y, además, los huérfanos, deficientes, inválidos y aquéllos a quienes llamaba “el desecho de la sociedad” (ivi, 60-61). Un programa demasiado lleno de perspectivas fascinantes que no podía menos de sugestionar a las almas deseosas de perfección, dispuestas a dar en el mundo un testimonio realmente cristiano, fiel al evangelio, y en sintonía con las exigencias de la gente.
            Se percibía, además, en sus exhortaciones el ansia - como él mismo escribía - de “estar a la vanguardia de los tiempos y de los pueblos, y no quedarse en la retaguardia dejándose arrastrar. Para poder arrastrar y llevar a los pueblos y a la juventud a la Iglesia y a Cristo hay que ir a la vanguardia. Así podremos cubrir el abismo que se va abriendo entre el pueblo y Dios, entre el pueblo y la Iglesia” (ivi, 130-131).
            Esta es una lección de metodología pastoral muy importante, que el sacerdote de Tortona trasmitía al mundo católico para que no hubiera rémoras en el anuncio de la Palabra de Dios y se utilizaran comportamientos y tácticas operativas eficaces para “ir a la vanguardia”, con el objeto de evitar también el peligro de irreparables fracturas “entre el pueblo y Dios, entre el pueblo y la Iglesia”.
            La variedad de los intereses apostólicos y sociales de Don Orione, pero sobre todo sus propuestas operativas, la opción por los marginados impregnada de un amor entrañable y sin límites, brotaban de su espiritualidad y acción social, como se desprende de sus escritos y de sus obras.
            Fueron un modo de vida y al mismo tiempo una auténtica catequesis que captaron de lleno a creyentes y no creyentes (por ejemplo, Gallarati Scotti y Silone, exponentes y socios del movimiento católico) para su proyecto de amor. Como las páginas de alta espiritualidad o las afirmaciones, por ejemplo, sobre la “soledad sin Dios” que “podrá ser un descanso para el espíritu, pero exaspera el corazón” (Piemme, 24).
            Era de todos conocido su cristo centrismo, su repetición constante de que Cristo es el Maestro que camina sobre las aguas turbulentas de este mundo. “Sufrir, callar, orar, amar, crucificarse y adorar. Él es la paz del corazón” (Petrocchi 135-136).
            Era realmente pobre. Una vez escribió una frase muy significativa al respecto: “nosotros no somos de aquéllos que siguen a Jesús hasta la fracción del pan” sino que “llegamos hasta beber el cáliz de la Pasión para estar con Cristo” (ivi 136).
            La coherencia de los cristianos en el testimonio del Jesús pobre, del Jesús de la Pasión, y el ejemplo de total donación (escribe) son patrimonio de su vida interior y objeto de su “servicio”. Auspiciaba una” unificación espiritual de todo el mundo bajo la Cruz” (Piemme 28) que hubiera podido realizarse no con “una espiritualidad tísica” y, mucho menos, sin “esa verdadera vida de fe y de Cristo en nosotros que lleva en sí toda la aspiración a la verdad y al progreso social que penetra todo y a todos hasta llegar a los más humildes trabajadores” (ivi, 31).
            Es evidente que con estas afirmaciones don Orione ha querido aclarar ulteriormente que no se podría hacer ningún apostolado en el mundo sin la fe y la intención de Cristo que vivifica las aspiraciones a la verdad y al progreso social, comprometiendo en la acción a todos los protagonistas, mayores y menores, doctos y no doctos. La Fe y la plena sintonía con el Maestro son el fruto de la contemplación, la piedad, la caridad.
            El sacerdote de Tortona ha afirmado, además: “Si tenemos una gran Caridad, tendremos una gran renovación católica” (ivi, 39); y aclaraba: “nosotros no hacemos política: nuestra política es la caridad grande y divina” (ivi, 41).
            Estos y otros escritos, sus realizaciones y su acción indefensa, constituían algo excepcional, y a veces una novedad en una Iglesia y un movimiento católicos que practicaban casi siempre la promoción humana por mero proselitismo y, con menor convicción, por razones eminentemente espirituales y de piedad. Don Orione quiere de sus hijos espirituales “un adiós para siempre a la vida del mundo” y la “renuncia a todos los intereses de aquí abajo”, llegar a ser realmente pobres “por amor de Jesucristo, el cual es nuestro ejemplo divino, que nació pobre, vivió pobre, y murió pobre sobre una cruz, sin siquiera un poco de agua” (Lo spirito di don O. vol. I, 95-96).
            Estos conceptos, expresados tal vez con palabras distintas de las de otros protagonistas de la santidad, fueron compartidos y plasmados en obras, sobre todo después del Vaticano II, por las asociaciones de voluntariado, y todavía constituyen la “raíz” de tantos éxitos.
            Pero estas metas se alcanzaron después de las nobles experiencias de verdadero servicio de las almas consagradas y de un laicado católico que supo conjugar espiritualidad y acción, siguiendo las huellas de la enseñanza y el testimonio de personalidades como la de don Orione, don Guanella, la Madre Cabrini, en quienes la actividad y la contemplación iban unidas, y el desprecio del mundo se conjugaba con las obras en favor de los hermanos que estaban en el mundo.
            Don Orione recomendaba, además, que la piedad “fuera una verdadera vida interior, una religiosidad profunda…. (Piemme, 125).
            El pensamiento y la obra del Beato tenían una connotación particular, la de un compromiso social que, como ya se ha dicho, surgía de la espiritualidad y piedad que caracterizaban su vida; una riqueza interior que lo indujo a opciones audaces, por ejemplo, en la tutela de los intereses de los trabajadores. Indudablemente, como se desprende de un estudio del Don Flavio Peloso, tuvo una parte importante en esta obra social el obispo de Tortona, Mons. Igino Bandi, en los años en que don Orione era muy joven. Es evidente que esa experiencia ha tenido su “peso” en la opción por el “servicio” a los pobres y por la promoción de la Pequeña Obra de la Divina Providencia.
            En 1894 Bandi invitaba a salir “de la sacristía, para salvar la familia y la sociedad, organizándose conjuntamente, el clero y el laicado, para una acción concorde y restauradora por medio de las Asociaciones Católicas, la Educación e Instrucción Católicas, y la Buena Prensa”. (Peloso, 28).
            El magisterio de Mons. Bandi y sus primeras experiencias en Tortona con el oratorio festivo que había fundado como seminarista constituyen el primer contacto con una realidad social dolorosa caracterizada por las prepotencias del sector patronal, la explotación de los menores, la desconfianza generalizada del proletariado incluso respecto a los sacerdotes, y la miseria general y aislamiento total de los rechazados por la sociedad.
            Posteriormente, a raíz de sus muchos viajes y numerosas experiencias realizadas en Italia y en otras partes del mundo, don Orione no tuvo ya dudas, aceptó la voluntad divina y el proyecto que Dios le había reservado, y llevó a cabo aquellas pequeñas, aunque en realidad grandes empresas destinadas a un rescate a fondo de los desheredados.
            El plan y programa de la Pequeña Obra, por ejemplo, es un auténtico tratado, una obra maestra de doctrina social cristiana rica de intuiciones operativas interesantes y eficaces, destinadas “a introducir un orden perfecto en la nueva sociedad para gloria de Dios “(Carisma 233), pero, “realizando también la caridad, tendiendo fraternalmente la mano y el corazón especialmente a las clases del proletariado, a los obreros pobres, a los más humildes y desdichados” (ivi, 232, 236).
            Propósitos nobilísimos y de una gran solidaridad alimentada por un amor sin límites por los marginados más marginados del mundo.
            Su posición era sustancialmente diversa de la de otros proyectos filantrópicos, por otra parte muy válidos, de muchas instituciones sobre todo civiles porque él vivificaba el “servicio” a los marginados con actos de verdadero amor, hechos con el corazón, inclinándose con gestos de gran caridad y con alegría ante aquéllos que habían sido rechazados por muchos, viendo en ellos al mismo Cristo. Su obra ha sido un ejemplo y una invitación para los creyentes, las asociaciones del laicado católico, las Pías Uniones, los movimientos sindicales, a los valores del espíritu en los que arraigaban esos gestos de amor animados por Dios, que es Amor.
            No debe sorprender que invitara, por ejemplo, a los arroceros a la rebelión, adoptando términos y expresiones típicos de las proclamas sindicales, como, por ejemplo: “Proletariado de los arrozales, en pie”, “no os dejéis explotar por los principales”, “reuníos contra los esquiroles”, hay patrones que son unos “explotadores infames”. (Piemme, 32/33).
            Lenguaje insólito en el mundo católico, y hasta revolucionario y subversivo se podría decir, en una Iglesia dominada por la lógica de los conservadores o de algunos patrones que asigna escaso interés a los trabajadores tratados como esclavos por los contratistas. Don Orione se pone en una actitud diversa e incita a los trabajadores a la rebelión “en el nombre de Cristo, que nació pobre, vivió pobre, y murió pobre” (Piemme 32); el sacerdote de Tortona da testimonio de Cristo con hechos y palabras que no tienen nada que ver con los gestos o el lenguaje diplomáticos o curiales y eclesiásticos, sino con el evangelio, y por eso son palabras de esperanza y apoyo: “os defenderemos en todo lo que es justo” ; “toda esclavitud debe abolirse, debe terminar, y terminar para siempre” (ivi, 33).
            El llamamiento tiene fecha del 1919, un año especial, de crisis económica y social, en un momento de postguerra dominado por la incertidumbre, sobre todo política, que comprometía todo intento de evolución en Italia y el mundo: Don Orione estaba convencido de que la doctrina social cristiana y la acción de los católicos en  los entes centrales y periféricos del Estado eran indispensables para lograr la justicia en favor del proletariado y, por lo tanto, no dudaba en urgir a los católicos más propensos a hacer alianza con los grandes y a estar sometidos a ellos o que consideraban un sacrilegio utilizar términos o métodos de lucha de los partidos de los trabajadores o de las organizaciones sindicales, como si profanasen la vida de la Iglesia y del laicado católico.
            En este contexto se comprenden sus teorías sobre una verdadera valorización de la mujer (“los católicos - ha escrito en los años veinte - hemos tratado el feminismo con una ligereza lamentable (Piemme, 36), desde 1898 no dude ni promueva una colonia agrícola en Noto en Sicilia, cuidando de no promover juicios indebidos muy severos sobre el sur de Italia y las iglesias del sur a raíz de una tradición consolidada impregnada de las regiones del norte de Italia o que nunca he echado de menos, en tiempos insospechados, para expresar sentimientos de lealtad a su tierra natal convencidos de la efectividad de la unidad de Italia, especificando, sin embargo, que "todo el mundo es tierra natal" (Carisma, 266).
            Ha sido, y es, un maestro de santidad para los laicos; se ha expresado el deseo - y es algo importante - de que la santidad “no pertenezca sólo al culto de los fieles, ni esté sólo en la Iglesia, sino que trascienda y proyecte sobre la sociedad un esplendor de luz tan grande, y tanta vida de amor de Dios y de los hombres, que más que santos de la Iglesia lo sean del pueblo y del bienestar social” (Carisma 313).

viernes, 30 de agosto de 2019

II ,SINTONIA ESPIRITUAL ENTRE PAPA FRANSCISCO Y DON ORIONE

DON ORIONE:Como ven, oh amadísimos, estoy de muy buen humor, eso les da la pauta de que gozo de buena salud: estén entonces tranquilos y siempre de buen humor también ustedes, sirvamos al Señor alegremente. Lett. 075 para
Jesús nuestra resurrección pertenece al futuro y la causa de los pobres, Buenos Aires, abril de 1936.
Ciertamente, cuanto más estemos de buen ánimo y listos para darnos a los hermanos y generosos con Dios, Dios será más generoso con nosotros. Y en nuestras casas habrá ese buen humor, que es propio de las familias religiosas fervientes y de buen espíritu; habrá esa santa alegría que unifica y edifica en Cristo; habrá paz, florecerá esa caridad que nos hace a todos para uno y uno para todos, y todo nos parecerá hermoso, y será de verdad hermoso y fácil y santo, y sentiremos toda la dulzura espiritual de la vida religiosa y toda la verdad del quam bonum et quam jucundum habitare fratres in unum. Lett 77, Generosidad en el Divino servicio. los días de los Santos estuvieron siempre llenos de Dios, Buenos Aires, 1° de julio de 1936
PAPA FRANCISCO:
.122. Lo dicho hasta ahora no implica un espíritu apocado, tristón, agriado, melancólico, o un bajo perfil sin energía. El santo es capaz de vivir con alegría y sentido del humor. Sin perder el realismo, ilumina a los demás con un espíritu positivo y esperanzado. Ser cristianos es «gozo en el Espíritu Santo» (Rm 14,17), porque «al amor de caridad le sigue necesariamente el gozo, pues todo amante se goza en la unión con el amado […] De ahí que la consecuencia de la caridad sea el gozo». Hemos recibido la hermosura de su Palabra y la abrazamos «en medio de una gran tribulación, con la alegría del Espíritu Santo» (1Ts 1,6). Si dejamos que el Señor nos saque de nuestro caparazón y nos cambie la vida, entonces podremos hacer realidad lo que pedía san Pablo: «Alegraos siempre en el Señor; os lo repito, alegraos»
(Flp 4,4).
123. Los profetas anunciaban el tiempo de Jesús, que nosotros estamos viviendo, como una revelación de la alegría: «Gritad jubilosos»
(Is12,6) (...)


sábado, 24 de agosto de 2019

SINTONIA ESPIRITUAL ENTRE EL PAPA FRANCISCO Y DON ORIONE

SINTONIA ESPIRITUAL ENTRE DON ORIONE Y EL PAPA FRANCISCO.
nOS DICE EL PAPA FRANCISCO:en la EXHORTACIÓN APOSTÓLICA GAUDETE ET EXSULTATE
14. todos estamos llamados a ser santos viviendo con amor y ofreciendo el propio testimonio en las ocupaciones de cada día...Sé santo viviendo con alegría tu entrega. ¿Estás casado? Sé santo amando y ocupándote de tu marido o de tu esposa, como Cristo lo hizo con la Iglesia. ¿Eres un trabajador? Sé santo cumpliendo con honradez y competencia tu trabajo al servicio de los hermanos. ¿Eres padre, abuela o abuelo? Sé santo enseñando con paciencia a los niños a seguir a Jesús. ¿Tienes autoridad? Sé santo luchando por el bien común y renunciando a tus intereses personales
NO nos olvidemos que : nosotros, orionitas, somos... herederos de un Santo.
Esto decía Juan Pablo II en su discurso en el aula Pablo VI el día de la Canonización de Don Orione:
“Una sorpresa muy grata ha sido escuchar, hace unos momentos, la voz de don Orione. ¡A cuántos corazones consoló esta voz, a cuántas personas aconsejó! A todos indicó el camino del bien. Humilde y audaz, durante toda su vida estuvo siempre dispuesto y atento a las necesidades de los pobres, hasta el punto de que fue honrado con el título de "ayudante de la Divina Providencia". Su testimonio sigue siendo muy actual. El mundo, muy a menudo dominado por la indiferencia y la violencia, necesita personas que, como él, "colmen de amor los surcos de la tierra, llenos de egoísmo y odio" (Escritos, 62, 99). Hacen falta buenos samaritanos dispuestos a responder al "grito angustioso de numerosos hermanos nuestros que sufren y desean a Cristo" (ib., 80, 170).
PALABRAS DE DON ORIONE:“Debemos ser santos, pero hacernos tales santos que nuestra santidad no pertenezca solamente la culto de los fieles, ni esté sólo en la Iglesia, sino que trascienda y arroje sobre la sociedad tanto esplendor de luz, tanta vida de amor a Dios y a los hombres para llegar a ser, más que los santos de la Iglesia, los santos del Pueblo y de la salvación social.”
Ficha 3  2019,
de Formación del MLO

lunes, 19 de agosto de 2019

LAS PROFECIAS DE DON ORIONE





Las profecías de Don Orione

Cuando en nuestra Patria Argentina la mente funcionalista postmoderna, ejerce un monopolio exclusivo y un control siniestro sobre nuestras vidas, por lo que no deja ver los hechos objetivos de la realidad, de la grave crisis con arrasamiento de los valores permanentes que hacen a la dignidad de la vida humana, como matrimonio homosexual, aborto, ideología de género, exacerbación descontrolada de toda clase de aberraciones antinaturales, ofensas perversas contra nuestra identidad nacional cristiana, la inseguridad sin la debida justicia, entre otros ¡Esto bien puede llamarse: libertinaje, no libertad!

La extrema pobreza, miserias y hambre de millones de compatriotas, depresiones y muertes, grave desocupación y angustias, de confrontaciones y divisiones. Esto bien puede llamarse: ¡los ricos dan la espalda a los pobres! Cuando la alta corrupción se enseñorea en todos los estamentos de la conducción nacional. Cuando la soberbia, la mentira y el engaño son moneda corriente. Cuando hay traiciones y falacias. Cuando los poderosos son descubiertos en sus actos punibles. Esto bien puede llamar­se: ¡el escándalo de los encumbrados!

Cuando la proporción y sentido de justicia desaparecen, porque el exceso de iniquidad ha enfriado en el corazón al amor y a la solidaridad, entonces cualquier cosa es posible en esta realidad siniestra que nos impone no obedecer ningún precepto moral, y quiere proyectarnos hacia una divinidad abstracta y así nos sentimos exiliados y aislados en la red de esta anticultura que lucha por destruir el Orden Natural y el Sobrenatural, silenciando o negando la Máxima Ley: “Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo”. Porque en el fondo, esta triste y grave crisis está causada por el desamor que vivimos, y es un instante duro, fuerte y terminal. Y percibimos que lo peor se acerca. Nuestra Patria Argentina padece y padecerá gravemente.

Y viene a nuestra memoria las profecías de San Luis Juan Orione sobre Argentina.

El Profeta Amós advertía en la Antigua Alianza: “Dios no hace nada sin revelar sus planes a sus siervos, los profetas”.

Don Orione nació en un pueblito norteño de Italia Pontecurone el 23 de junio de 1872. Sus padres fueron Victorio Orione y Carolina Feltri. Desde niño demostró poseer dones muy especiales. Un día jugando con sus amiguitos, arrancó una flor de forma de campanilla y empezó a sacudirla como si estuviera en Misa. Y la flor tintineó. Su madre Carolina le inculcó las primeras nociones del cristiano. Si bien era un niño inquieto, todos los días iba por los campos hasta una capillita de la Virgen María, a quien le llevaba flores silvestres.

En toda su vida, Don Orione tuvo una relación muy especial, singular, diría inocente con la Santísima Virgen María que la manifestaba permanentemente y realizó múltiples obras por gracias recibidas de la Madre del Cielo.

En marzo de 1903 fun­da la Congregación: Obra de la Divina Providencia con la aprobación del Obispo de la ciudad de Tortona. Y comienza a formar a sus hi­jos en la misión de ayudar y educar a los más pobres, desposeídos y enfermos. La Casa Santa Clara en la que comenzó su Obra fue dedicada a Nuestra Señora de la Divina Providencia. Don Orione tuvo el aprecio y apoyo de San Pío X quien le encomendó tareas muy importantes. En 1913 ante el pedido del Obispo Gomes y Pimenta envía los tres primeros orionitas a Brasil.

En 1921 viaja a Brasil a visitar a sus sacerdotes. En plena tarea apostólica le llega una especial invitación de Monseñor Silvani de la Nunciatura Apostólica en Buenos Aires de viajar a Argentina para satisfacer el pedido del Obispo de La Plata, quien le ofrece a Don Orione va­rios lugares para desarrollar su misión, aceptando la parroquia Nuestra Señora de la Guardia en la localidad de Victoria, siendo así la primera casa de Don Orione en Argentina.

Fue hasta Mar del Plata donde en 1924 surgirá otra casa de Don Orione: el Colegio y la parroquia de La Sagrada Familia. Vuelve a Italia en julio de 1922 donde sigue expandiendo su obra hacia Tierra Santa, Polonia. En Génova inaugura un Cottolengo. Acepta una obra en la isla Rodas para los huérfanos del martirizado pueblo armenio. Recibe el cariño y los elogios del Papa Pío XI por su ejemplar tarea apostólica. Los pequeños Cottolengos, son las obras que inicia Don Orione con esta consigna: “La oración, sólo la oración es nuestra fuerza. Y al que llame al Pequeño Cottolengo no se le preguntará si tiene nombre, o una religión, sino si tiene un dolor”. Tomando el ejemplo de lo que hizo un gran santo en Turín: San Luis Benito Cottolengo (1786-­1842).

En 1934 inició su segundo viaje a Argentina para quedarse varios años hasta 1937 y recorrer el interior del país y varios países de América del Sur. El 24 de septiembre de 1934 en el buque Conte Grande partió desde el puerto de Génova hacia Buenos Aires acompañado de sus sacerdotes PP: Cerasani, Felici y Lorenzetti. Pero había otros ilustres pasajeros que iban al Congreso Eucarístico Internacional a realizarse en Buenos Aires, entre ellos el Cardenal Eugenio Pacelli como Legado Pontificio, luego el gran Papa Pío XII, quien les decía sonriendo a quienes iban a besar su anillo episcopal: “Vayan a besarle la mano a Don Orione, que es un santo”.

Tuvo una activa participación Don Orione y los suyos, en el 32 Congreso Eucarístico Internacional entre el 10 y 14 de octubre de 1934 en Buenos Aires, donde participaron más de dos millones de fieles. En este magno evento, Don Orione le manifestó al doctor Gonella, que Monseñor Copello que estaba construyendo tantas iglesias, no moriría sin verlas quemadas. Luego del Congreso Eucarístico decidió fundar el Pequeño Cottolengo argentino. El mismo eligió el lugar, y el 28 de abril de 1935, con la presencia del Presidente Justo, el Nuncio Apostólico, Obispos, Embajadores extranjeros, personalidades, bendice la piedra fundamental en la localidad de Claypole. Obra espléndida que cuenta hoy con veinte pabellones y cerca de mil enfermos, una hermosa y amplia Iglesia en la que se guarda en un lugar especial el corazón incorrupto de Don Orione desde el año 2000. Una verdadera ciudad de la Caridad.

Estando en una oportunidad en el Arzobispado de Buenos Aires acompañado por Monseñor Maulión, llegaron a la curia un grupo de hermanas que habían arribado desde Italia, solicitando hospitalidad, la que les fue negada, a pesar del pedio a favor de ellas de Don Orione, quien mirando con aire profético las paredes de la curia, exclamó: “Eh, le fiamme, le fiamme! Bruceranno anche la curia”. "Eh, las llamas, las llamas! La curia también será quemada ”  Don Orione no dijo todo lo profético de una sola vez y a un solo grupo de personas, sino que iba diciendo aquí y allá, a uno y a otros, según sentía la inspiración divina. Por ejemplo, el Padre José Smiriglio escribió que antes de viajar a Roma para terminar sus estudios en 1936, le pidió a Don Orione vestir la sotana, quien le respondió: “¡La sotana! y pensar que llegará un día en que los sacerdotes no querrán usar la sotana”.

El mencionado Padre Smiriglio en una carta enviada el 16 de junio de 1973 a una señora Virgilia Dolores Fernández, entre otras cosas, le decía sobre las profecías de Don Orione, que: “Había leído los apuntes que tomó el Padre Juan Carminati”, en un almuerzo en Carlos Pellegrini 1441, Capital Federal el 10 de diciembre de 1935. Carminati que no era aún sacerdote, servía la mesa, y a medida que escuchaba, iba tomando nota. Acompañando a Don Orione estaban los sacerdotes José Zanocchi, José Dutto y el Padre Fantón de Mar del Plata. Don Orione predijo cosas tan tremendas, y el Padre Fantón le decía: “¿Ud. está seguro lo que dice? ¿no tiene fiebre?” Don Orione expresó que los motivos de las calamidades predichas eran tres: 1. Esto no es libertad, sino libertinaje. 2. Los ricos están de espaldas a los pobres. 3. El escándalo de los encumbrados. Entre las calamidades que predijo figuran la quema de las iglesias. Devastaciones de ciudades. Que la sangre llegaría al río en Buenos Aires. Ríos de sangre en Córdoba. Que de la Basílica de Luján no quedaría piedra sobre piedra y que Argentina caería en manos del comunismo”. Estos anuncios proféticos Don Orione los supeditaba a una condición: “Si la Virgen Santísima, de la cual los argentinos son muy devotos, no intercede”.

El Padre José Zanocchi da fe de lo siguiente que profetizó Don Orione: “La salvación vendrá del centro de la República, y de tanta sangre que lavará tanta culpa, nacerá una flor: Una Argentina cristiana y floreciente. La paz y la felicidad renacerán para una gran fiesta de la Santísima Virgen María. Un gran civil católico gobernará el país brillantemente, mientras un Obispo excelso regirá los espíritus santamente. Habrá paz y prosperidad por muchos años, pues el Señor se ha acordado de nuestro país desde aquella noche memorable del Congreso Eucarístico Internacional de 1934”.

Don Orione le dijo al doctor Bourdieu que: “Los argentinos son de buen corazón, pero presuntuosos, confiados de sí y flojos aún el clero. Que Argentina se salvaría por su devoción a la Santísima Virgen María”.

Es bueno recordar que siempre repetía que tendríamos una gran confusión, una gran confusión y también repetía que veía al Sagrado Corazón de Jesús formar de la nada el ejército pacífico de la Caridad, que llenará de amor los surcos del odio.

Monseñor Francisco Vicentín, Obispo de Corrientes, lo había invitado a Don Orione a venir y visitar Itatí. El 26 de junio de 1937 llegó a Corrientes y él lo cuenta así: “Llegué a Corrientes anoche. Monseñor Vicentín me había mandado a buscar a Resistencia, me recibió con muchísima cordialidad y quiso dar una cena en mi honor, con invitados y todo”. Don Orione y el Padre Juan Lorenzetti que hacía de secretario, pasaron la noche en la sede del actual Arzobispado de Corrientes. A las cinco de la mañana del día 27 de junio Monseñor Vicentín estaba levantado para despedirse de ambos que siguieron viaje hasta Itatí, donde permaneció dos días junto a su querida Virgen de Itatí y a sus sacerdotes. Fue un encuentro de mucha alegría y emoción. Bien entrada la noche del día 28 de junio tomó el vapor “Iguazú” que lo llevaría navegando por el Paraná hasta Rosario, donde estuvo con los suyos y Monseñor Caggiano. En agosto de 1937 se despide de sus allegados y emprende el regreso. Una inmensa muchedumbre lo despidió en el puerto, las autoridades y el Presidente de la Nación Agustín P. Justo. Sus últimas palabras al despedirse fueron: “Vivo o muerto volveré a mi segunda Patria, Argentina”. Falleció en San Remo el 12 de marzo 1940. Su cuerpo se mantiene incorrupto en una urna de cristal en el Santuario de Tortona. Fue beatificado el 26 de octubre de 1980 y canonizado el 16 de mayo del 2004 por San Juan Pablo II.

Que la fe y fortaleza de Don Orione nos contagien para dar el buen combate con la oración diaria del Santo Rosario, que tantas naciones salvó, refundando nuestra Patria con el Amor, la Verdad, la Justicia y la Paz. Fecha  29 abril 2019

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