lunes, 18 de marzo de 2019

LAS CONFESIONES DE SAN LUIS ORIONE de Don Alessandro Belano


Don Orione Santo, Don Orione hombre. Es el mensaje que encontramos en algunos escritos de un Padre que, a veces, abre su corazón a sus hijos espirituales, revelando, con profunda humildad y sincera convicción, sus propios límites, sus debilidades. La indignidad, incluso los propios pecados. Es la conciencia del Santo que sabe reconocer la debilidad de su propia humanidad sin degradación, sin desesperación, pero confiando todo a la misericordia de Dios y las oraciones de los demás. Escribe: "Soy un gran pecador". "Siento que a causa de mis graves pecados soy un impedimento para la misericordia del Señor". "Soy el Jonás que es arrojado al mar". "No soy digno de ser un hijo de Dios y su sacerdote". "Por cerca de un año he estado buscando a Jesús que ha sido eclipsado por mi alma". "Soy un gusano vil de la tierra: no soy digno de servir a la causa santa de Jesucristo y de las almas". "Tengo sesenta y un años. y soy peor que cuando comencé a partir de Clerigo "." Debo desaparecer para que esta Pequeña Obra ya no tenga que sufrir por mi inestabilidad. "Estas palabras sinceras evocan incredulidad y asombro, pero también confort y emoción. Es una revelación dolorosa y preciosa, similar a un rayo de luz que atraviesa la esfera íntima de un místico, como Don Orione. Estas son las "confesiones" de Luis Orione Hombre, de Luis Orione Santo.  Alessandro Belano
Tengo una gran necesidad de entregarme a Dios y de convertirme todo a él y de reparar las ingratitudes de mi vida, de toda una vida que está vacía de él. Necesito y tengo sed, una gran sed de Dios y del espíritu de Jesucristo. Deseo y quiero, confiando solo en la ayuda de Dios, quiero convertir todo a Dios y vivir solo para él y el amor de la Santa Iglesia y de las almas y trabajar para salvar almas, si alguna vez le he gustado tanto su bondad. Llámame para traerle un poco de humilde ayuda, pero necesito toda la divina misericordia por encima de mí y toda la fuerza de Dios y toda su luz para conocer el abismo de mi nada y mis pecados y su bondad infinita ¡Soy un gran pecador y nada más necesitado que la misericordia infinita de nuestro querido Señor! Pero ahora me entrego a Dios y me abandono como un niño pequeño en los brazos de nuestro querido y dulce Padre y quiero  amarlo tanto y su dulce y vehemente e inextinguible  caridad repare  todo y hacerme todo de Él y llevarlo a todos a EL, Semillas jamás.         San Luis  Orione
Yo soy un gusano vil de la tierra: no soy digno de servir a la santa causa de Jesucristo y las almas, pero Dios puede hacer todo y puede también, en Su misericordia, también hacer uso de nada para cumplir los designios de la Divina Providencia.     San Luis Orione
Ruego a mis hijos que oren por mí. ¡Oh, cuánto me duele ser un pobre pecador porque siento que por mis graves pecados soy un obstáculo para la misericordia del Señor y de la Santísima Virgen Inmaculada! En este momento, a través de la gracia que el Señor me da, me ofrezco todo a Santísima Virgen como soy, con la intención de compensar el hecho de consumirme enamorado y servir humildemente al Señor. Señor Jesús, mi Dios, y tú, Santa Madre Inmaculada de Jesús y mi Madre más tierna, dame la gracia de llorar mis pecados y convertirme: no te pido ninguna otra gracia.  Santísima Virgen, me pongo como muerto a Tus santos Pies: usa esta misericordia conmigo que te amo y muero por expiación y que me consumas para amarte, oh Santa Virgen Inmaculada Queridos, santos, queridos ángeles, queridos hijos, oren por mí. Oh Santísima Virgen María, soy tu hijo indigno.      San Luis Oriones
Rueguen al Señor que me perdone todos mis pecados, dame dolor y espacio para la penitencia y dame la gracia de comenzar a amar y servir a Dios y a la Santa Iglesia con toda mi fuerza y ​​gracia para reparar el mal hecho.          San Luis Orione
No tema, Excelencia: soy un pobre gusano, y nadie lo sabe más que yo. Sé que soy un sirviente inútil y que tengo muchos pecados y estoy muy arruinado con mi miseria, lo que tal vez esté en los planes de la Divina Providencia.        Apreciaré mucho, y como una gracia del Señor, Su palabra de corrección paterna e incluso de desaprobación, si así lo creyera en Domino La bondad del Señor es tan grande sobre mi miseria que me siento dispuesto a reparar y rehacer todo y desapegarme de todo. La gracia divina es la vida de mi fe y mi pobre obra. Tendré sus observaciones como prueba de su verdadera caridad hacia mi alma y hacia el Instituto, y lo haré muy bien ... Soy yo, también muy ignorante y cuanto más entiendo, más lo comprendo.              San Luis Orione
Hasta ahora he orado poco: por mi alma y por el bien la Congregación, tendré que orar mucho, mucho más. Los santos encontraron sus deleites en la oración. ¡Que Nuestro Señor se digne a poner sus santas manos firmemente en mi cabeza y ayudarme, a pesar de mis muchos pecados, y nunca nos abandone nunca! , para mí como para todos ustedes.                 San Luis Orione
Yo conozco la miseria que soy, y me avergüenzo de que tengan fiestas, mientras que conozco bien el vacío que tengo ante Dios mientras siento que todas las piedras de esta Casa de la Providencia y de las otras Casas, todas me van gritando mi infidelidad al Señor. Ya no tengo que engañarme ni a mí mismo ni a los demás, y menos a la santa Iglesia de Dios. Tengo sed de silencio, de oración, de penitencia; No tengo necesidad de quejarme, yo, que ya estoy tan inclinado a una vida ambigua, que estoy tan seco en la vida del espíritu y tan tontamente lleno de mí. ¡Aparte de celebrar el pasado! Necesito llorar y reparar, comenzando una vida humilde, de verdadera caridad de Dios y de los diámetros cercanos y sustanciales de la Iglesia, y no de charla y apariencia, como confieso que, lamentablemente, he estado tan lejos. Sé muy bien que nada, no podré hacer, nada, pero la misericordia del Señor es grande, también es un poco grande para mi alma, y ​​luego confío en Nuestra Señora que me ayudará como Madre, pobre Madre, tantas veces. ¡Te hice llorar con mis vicios y pecados!                   San Luigi OrioneI

No deje el bien con el peligro de no tener uno ni otro de los dos, como me ha pasado tantas veces, desafortunadamente. Ahora, a los 50 años, también debo hacer mi examen de conciencia y mejorarme a mí mismo y a Dios. y delante de ti. Si alguna vez has cometido errores, creo que en general soy yo quien te dio ejemplos de mucha vanidad y ligereza en el trabajo. Bueno, amigos míos, Dios, perdónenme y hacemos un propósito juntos. No dejarnos tan impresionados por la imaginación o por el iris de optimismo, pero vemos las cosas como son, con más objetividad, seriedad y sin correr siempre tras cada idea, cada viento.                     San Luigi Orione.
Después de la Epifanía, entraré en los ejercicios espirituales y ¡cuán agradecido estaré si eso significa algo para mí, un Ave María para mí! Realmente quiero convertirme, quiero amar al Señor y consumirme de amor, pero se necesitará toda la gracia y la misericordia de Nuestro Señor, porque mi miseria tiene algo inacabado, algo pérfido y aterrador, y soy como un pecador. Sin embargo, realmente quiero hacer penitencia, quiero orar y ser todo del Señor, la Virgen y la Santa Iglesia y perdóname y te ruego que no me escribas más porque yo, que conozco mi miseria, me siento abrumado por su caridad. Necesito golpes, Excelencia, de muchas palizas.        San Luigi Orione.
Pienso en mis pecados e ignorancia, y me siento atraído por tantos engaños en los que he atraído a los hombres e incluso a la Santa Iglesia y le imploro a la misericordia de Dios para que pueda comenzar mi verdadera conversión y vivir el amor de Jesús. de hombres, estrecho y libre simulado a la Cruz de Jesús Crucificado.  San Luis Orione
Si yo verdaderamente amara al Señor y al prójimo como debería, ¡oh! ¡Cuántas y cuántas gracias! Soy el Jonás que debe ser arrojado por la borda. Mis faltas e iniquidades merecen mucho más, por lo que se necesita toda la misericordia de Jesucristo crucificado para que me lleve de nuevo. Pero, confiando en la infinita caridad del Señor, ahora, en el nombre de Jesús, comienzo. Me humillo, pero no quiero desanimarme; Y quiero ser todo del Señor y de las almas. Entonces la Santa Virgen me ayudara a no engañar más a la gente, sino que me ayuda como sacerdote a caminar hacia Dios, sirviendo con humildad, caridad y fidelidad a Jesucristo y Su Iglesia.  San Luis Orione
Quiero descansar en el Señor y siento, por su gracia, una confianza ilimitada en su bondad. Sí, siento que soy realmente un gran pecador y con mis pecados, quien sabe cuántos hermosos dibujos de la Divina Providencia he arruinado. No soy digno de ser un hijito de Dios y su sacerdote. Quiero amarlo al menos tan pronto como pueda, quiero consumirme en su caridad divina, humillarme. Quiero vivir y morir como un verdadero hijo de la Santa Iglesia. San Luis Orione
Yo fui y soy, de hecho, un hombre muy miserable y un pecador, indigno de pertenecer al sacerdocio de la Santa Madre Iglesia a la cual Dios, solo por su infinito misericordia, me creó. Me gustaría que toda mi sangre se convirtiera. En tanto, el crimen de dolor de mis pecados y de amor por el Señor hacia la Santa Iglesia. Y como mi indignidad es tan grande, le pido a la Santísima Virgen que me consiga, que todo puede, que no ofenda más al Señor. Nunca volveré a ofender a nuestro Señor y eso, si le agrada al Señor, me conceda un espacio para  la penitencia y que llore mis pecados y pague con el amor a Dios mis ingratitudes. Por lo demás, soy feliz, porque la gracia que el Señor me da, para hacer su santa voluntad, cualquiera que sea, de cualquier manera: ¡que se haga la voluntad de Dios! San Luis Orione
El 13 de abril es mi cuadragésimo aniversario. Iré a misa en el  Santuario de Luján. Pensando tanto en la misericordia del Señor sobre mí, esta mañana no pude hacer nada más que llorar todo el tiempo de la Misa, pidiendo perdón a Dios y a Nuestra Señora de todos mis pecados. Hacen bien en hostigarme, merezco esto y más. Mi buena señora Queirolo, ayúdeme a agradecer al Señor por tantas gracias y misericordias y a pedirle perdón por tantas ingratitudes y pecados. San Luis Orione
Ven, alma, ven y no quieras demorar más, dice el Señor. Ven a mí, oh alma pecadora, mira mi corazón que palpita. Ves mi pobre corazón perforado, lágrimas de sangre. Estiro tus brazos y te lloro: ven y descansa en este corazón, y en mí corazón tendrás paz y tendrás consuelo. Ven y, si lloras, confundes. Tus lágrimas caen en mi sangre. Sí, Jesús mío, vengo. Estoy cargado de pecados, pero vengo, me arrojo a tus pies, oh Señor, y lloro. He pecado contra el cielo y muchas veces. He pecado enseñando malicia, con malos consejos, con escándalos, pero, Señor, perdóname: no solo te he ofendido, sino que he pecado ante tus ojos y no te he amado; ¡Pero hoy, mi Jesús, hoy te amo, te amo y te amo! San Luis Orione
Hoy tengo una gran pena, estoy aturdido por eso, pero el Señor sabe lo que está haciendo y es ciertamente más grande que esta profunda tristeza que atraviesa mi alma, que el dinero para pagar mis deudas. Conversión! Se lo he prometido al Señor tantas veces, entonces siempre soy el mismo, y peor que cuando era Clérigo. Hoy, un canon también me dijo que era la voz de Dios. ¡Que se haga la voluntad de Dios! Ayer hice un juramento sobre el Altar, en la misa, y hoy ya no lo recuerdo. Aquí hace falta un milagro. Pero la Madonna está allí a propósito y puede hacerlo. Confío en la Madonna. San Luis Orione
Yo rezo por todos ustedes, mis queridos hermanos, y ustedes también quieran recordarme. Temo mucho que mi oración no llegue a los pies del Señor, porque yo también he superado los límites de la justicia y mis pecados están velados en el umbral. Del reino de Dios y por eso, con todo mi corazón, te ruego que me ayudes con cualquier oración breve, para que pueda salir de una gran aflicción de espíritu y experimentar una gota de paz en el gran y dulce amor de Nuestro Señor. Hace casi un año que busco a Jesús, que se ha vuelto como un eclipsante de mi alma. Por algún tiempo, la tentación de no ser digno de misericordia y de haber cruzado los límites de la obra malvada siempre me oprime. Estoy en contra de la razón, porque la misericordia del Señor es infinita, mientras que somos limitados y miserables incluso al hacer el mal, pero, en cualquier caso, el enemigo malvado no da pocas molestias. Les ruego a mis buenos hermanos que me disculpen y me recomienden al Señor y me recomienden humildemente a la caridad de sus oraciones. San Luis Orione
Quiero entregarme todo a Nuestro Señor, quiero reparar mis muchos y grandes pecados con un gran amor a Jesús y a la Santa Iglesia. Quiero amar a Jesús tanto en los pobres y más abandonados para reparar de alguna manera la caridad de Nuestro Señor para mi egoísmo y todo mis pasiones, pobre de mí Tengo sesenta y un años y peor que cuando empecé como Clérigo. Me gustaría consumirme y morir cada día por el amor a Dios y al prójimo y por la Iglesia y no puedo salir de este letargo de que poco es más muerte, si no es peor. que la muerte. ¡Dios mío! ¡Dios mío, no me abandones! ¡Qué angustia decirte con tu boca que quiero amar y servir y luego con la vida estar tan lejos de ti!   San Luis Orione
Gracias al Señor, me parece que no me importan los que, debido a la disposición de Dios y la purificación de mis pecados, me hacen sufrir: los tengo como mis distinguidos benefactores. Hazles un poco de bien, por la gracia que me viene del Señor. Incluso hoy, en la Santa Misa, le ofrecí a Nuestro Señor el trago de mi vida por ellos. Defender la pequeña obra de la Divina Providencia, porque siento que debo hacerlo: en lo que es bueno, no es mi trabajo. No es mi trabajo. Las llamas del Corazón de Jesús abrazan todo lo que he hecho o dicho, y la Misericordia divina es infinita sobre mí. San Luis Orione
Yo soy un pobre piamontés, no estudié y sé muy poco, pero la misericordia de Dios me cubre y me mantiene en pie, a pesar de mis grandes deficiencias y muchos de mis pecados. Dios me tomó por esta Pequeña Obra de la Divina Providencia porque no encontró una criatura cobarde en la tierra para demostrar que él es el que lo hace, no el hombre.
 San Luis Orione
¡Todo sea por el amor de Dios y en vista de mis pecados! He estado sufriendo de angustia por algún tiempo, pero las tristezas de Alejandría ahora me hacen sentirlo, así que esta mañana, después de haber celebrado para los clérigos y hecho un poco de Evangelio, tuve que tirarme en la cama durante dos horas. E incluso en la noche no puedo respirar ni calmarme. Busco dormitar, leo las Sagradas Escrituras, Job y los Salmos, me siento abrumado por las tribulaciones y también por las aflicciones del espíritu, y estoy en un estado tal que ni siquiera quiero dejarlo. Ahora comprendo lo que significa morir, o me parece que lo entiendo, porque todos los días todo muere a mí alrededor y me voy muriendo. San Luis Orione
Yo soy un pobre pecador, muy miserable, que merece toda la Misericordia del Señor. Desafortunadamente, hasta ahora he engañado a muchas personas, pero con la ayuda de Dios y de Santa María, quiero hacer penitencia y pedir ayuda con las oraciones. San Luis Orione
Necesito muchas oraciones caritativas, porque a la edad de cincuenta años, mi mente está aún más dedicada al mundo que a Dios y siento toda la debilidad de mi corazón. Solo Dios, con una gran misericordia, puede hacerme posible. Gracias a lo que encuentro muy difícil y casi imposible por naturaleza. Quiero ser bueno, nunca me he visto casi tirado al suelo por la respiración como en estos meses. Y tentaciones molestas, serias e incesantes, no todos los días, no, pero incluso durante semanas; y una batalla en la que otros no llegan a su fin. Pensé que a la edad de cincuenta años tendría un poco de tranquilidad, pero en cambio esta miserable carne, como una bestia que se despierta y se vuelve loca, me preocupa mucho, casi Loco que quiere escapar de mí lleno de perversidad. ¡Que nuestro Señor nunca se aleje de mí! En el nombre de Jesús, a partir de esta batalla interior en la que me involucré, porque me parece que nadie es más enemigo de mí que yo,  por la gracia divina, experimentado en la fe y en la humildad de la vida, y decidí firmemente comenzar y Servir con humildad y fidelidad a Dios y a la Santa Iglesia, recorriendo un camino muy diferente al que hemos tenido hasta ahora, por lo que me he engañado a mí mismo y a todos. San Luis Orione
Anhelo, deseo y añoro, que vivo o muerto a los pies de la Cruz y crucificado a la Santa Iglesia, al Papa, a los Obispos. Yo, un miserable pecador, lo paralizo todo. Yo debo desaparecer para que esta Pequeña Obra ya no tenga que sufrir por mi miseria. Mientras más continúo, más siento mi incapacidad, mi nada, la masa de mis miserias.  San Luis Orione
yo reconozco en todo lo que me sucede a mi alrededor y eso me viene especialmente de mis hermanos, la mano del Señor que, al golpearme, quiere satisfacer mis pecados y los de mis hijos. San Luis Orione







jueves, 7 de marzo de 2019

Las últimas "Buenas Noches" de Don Orione

Las últimas "Buenas Noches" de Don Orione 

Padre Facundo Mela

Ultimo saludo de Don Orione a sus seminaristas el 8 de Marzo de 1940, antes de partir a San Remo donde fue llamado a la casa del Padre.Para los Hijos de la Divina Providencia las “Ultimas buenas noches” de Don Orione, no solo son su testamento espiritual, sino el resumen de su vida.

         Vine a darles las buenas noches... Vine también a saludarlos porque Dios mediante, mañana me ausentará por algún tiempo: por poco, o mucho tiempo, o para siempre, como Dios quiera.
        Nadie sabe y siente más que yo que mi vida - aunque aparentemente y dada la edad, sea aún rozagante - depende de un hilo y que todos los momentos pueden ser los últimos, y que si algo debo  agradecer a Dios, mi agradecimiento puede ser solamente éste: "¡Misericordia Dei quia non sumus consumpti!"... Es pura misericordia del Señor el que esté aquí para hablarles. Por lo tanto, me veo delante y cerca de la muerte como nunca antes la había sentido...


            Quieren enviarme a San Remo porque piensan que allá, esos aires, ese clima, ese sol, ese reposo pueden traer alguna mejoría ala poca vida que me queda. ¡Pero no quiero vivir entre palmas! Y si pudiera expresar un deseo diría que no quiero vivir y morir entre palmas sino entre los pobres que son Jesucristo!
           Por lo tanto hubiera estado mal irme de aquí sin decirles nada; mi corazón rechaza esta idea y quizás también os hubiera hecho mal. Vine a saludarlos, lamentando no poder asistir, pasado mañana, a la primera misa de su hermano que mañana, será ordenado. Pero – como se lo dije a él a solas y luego a los otros, cuando vinieron a verme – aunque no este presente con el cuerpo lo estaré, de una manera superior, ¡con todo mi espíritu! Y mañana será el primero que llevaré al altar, junto a aquel otro hermano su que será ordenado mañana en Roma. Es el primer yugoslavo: Kisilak, a quien hoy escribí y se prepara para partir dentro de veinte días para las Misiones. Partirá el 28, si consigue para entonces el pasaporte... ¡Qué cosa hermosa ascender al altar, recibir la bendición del Papa, correr a saludar a los suyos y luego, si el pasaporte está listo, irse, partir para las Misiones! Y espero que junto con él partan otros, entre los cuales algunos polacos a quienes les he hecho un pedido: que fueran a ocuparse de sus hermanos.
            ¡Tanto amo a los polacos! Los amo desde muchacho, siempre los amé. Cuando estaba en el Oratorio de Turín nos llevaban de paseo y nos decían: “Allá vive un General polaco que vino a ofrecer su sangre por Italia”. Yo, cada vez que pasaba, miraba hacia la ventana y elevaba el corazón al Señor y rezaba por aquel general. Sentía un amor particular por él, que había ofrecido su vida por nuestra querida Italia. Comencé a recoger polacos cuando Polonia era todavía esclava de tres imperios: los alemanes, el Imperio Austro-Húngaro y los rusos. No esperé que Polonia fuera libre para abrir nuestras casas a los polacos. Y nunca sentí tanto amor a los polacos como lo siento ahora, nunca sentí tanto dolor como en aquellos días, en que la pobre Polonia fue bárbaramente desmembrada; nunca sentí tanta pena como cuando Italia no hizo nada por Polonia, mientras centenares, millares de polacos sacrificaron su vida por la independencia de Italia. ¡Y ustedes, queridos clérigos italianos, recuerden estas palabras y amen a los polacos! ¡Amen siempre a estos pobres hermanos! No pretendan que no tengan defectos para poder amarlos; ¡no existe nadie sin defectos! ¡Amen a los que lloran, a los que sufre! Dice la Sagrada Escritura: “Irás más gustoso a la casa del dolor y del llanto que a la del regocijo y del triunfo” (Qoh. 7,2)
            Vine, pues, a darles las buenas noche. ¡Podría muy bien ser la última!... ¡Pero nada debe resultarnos más grato que cumplir, en nosotros, la voluntad del Señor! También ustedes deben desear vivir siempre en la presencia del Señor, deben desear siempre la voluntad de Dios. ¡Nada debe resultarles más grato que cumplir la voluntad de Dios! Este es el recuerdo que nos dejó en la última audiencia Pío X, nuestro Papa, el Papa que nos dio la primera casa en roma, en Monte Mario. Es el Papa que está por ser elevado a los honores de los altares, es el Papa que recibió en sus manos mis votos perpetuos: (...) ¡los votos perpetuos de quien, indignamente, es el Fundador de esta obra, otorgándole, al mismo tiempo, todas las facultades para hacer ordenar a sus clérigos! Todo esto se lo digo para alentarlos, para que amen aún más a la Santa Iglesia.
            Queridos hijos, vine a darles las buenas noches: ¡podría ser la última! Les pido que sean y vivan siempre humildes y pequeños a los pies de la Iglesia, como niños, con plena adhesión de mente, de corazón y de obras, con abandono total a los pies de los Obispos de la Iglesia. Y no les digo del Papa, porque cuando se dice de los Obispos, se dice “a fortiori” del Papa, que es el Obispo de los obispos, el dulce Cristo en la tierra.
            Traten de amar siempre al Señor, caminen por el sendero del Señor, no deseen nada más que vivir de acuerdo a las leyes de Dios, según su vocación, cumpliendo no sólo aquello que es la ley de Dios, los Mandamientos de Dios, sino también los consejos de perfección, los votos religiosos, con los cuales se han ligado a la Iglesia y a la Congregación.
            ¡La primera gran Madre es María Santísima!
            ¡La segunda madre es la Santa Iglesia!
            ¡La tercera, pequeña pero también gran madre es nuestra Congregación!
          ¡Pertenezcan totalmente a María Santísima, pertenezcan a la Iglesia por completo! Amen mucho al Señor; sean devotísimos de la Virgen; eviten a cualquier costo, a costa de cualquier sacrificio, el pecado, todos los pecados. ¡La muerte antes que el pecado!, decía Domingo Savio. En estas palabras del más amado discípulo de Don Bosco, está encerrado cuanto el Señor quiere de mí y de ustedes...
            ¡Adiós, entonces, queridos hijos! (Se detiene un instante, inclina la cabeza y, apoyándose en la balaustrada, llora conmovido). Recen por mí y yo los llevaré a todos al altar y rezaré por ustedes...
            Buenas noches.
fuente : Blog : loqueyorecibi.blogspot.com.ar

martes, 5 de marzo de 2019

ULTIMOS DÍA DE VIDA DE DON ORIONE

Últimos días de la vida de Don Orione

por padreteo 

Autor: Flavio Peloso
Foto crónica del adios Don Orione durante la noche del 9 de febrero de 1940 sufrió un violento ataque de angina de pecho con sensación de sofoco. Don Camilo Bruno le llevó el “Viático” y después la “Unción de los enfermos”. Tras los socorros médicos inmediatos, sólo al día siguiente pudo ser declarado fuera de peligro. Se tomó la decisión de trasladarlo desde su fría habitación a la “sala del reloj”.
Prosiguen días de gran preocupación para sus repetidas crisis respiratorias y de angina de pecho. Los cohermanos y médicos se ponen de acuerdo en que lo más oportuno es un periodo de reposo en el suave clima de Sanremo. Pero, ¿cómo pedírselo?
Se encargan de ello el profesor Manai de Alessandria y el doctor Codevilla.
“He sabido que tienen dos casas en Sanremo. Es una Providencia, ¿sabe? Hay que ir a Sanremo para pasar allí alguna semana de convalecencia”.
“¡A Sanremo, no!”.

Viendo la sorpresa de los dos doctores a la rotunda negativa, Don Orione les explica: “Yo quiero estar entre los pobres”. Y después, haciéndose el reflexivo, pregunta:
“Perdónenme, es un sacerdote el que se lo pide y sean explícitos. Digan la verdad: ¿Estoy al fin de mis días?”.
“No, no, ¿por qué lo pregunta?”.
“Porque, si así fuese, yo quisiera irme también de esta habitación demasiado lujosa y morir en la pobreza. Yo soy un pobre hijo de campesinos, mi padre era empedrador de calles, toda mi familia era pobre… Yo aquí no debería estar”.
“¿Pero dónde quiere ir?”.
“Si es por salir de aquí yo quisiera ir a morir entre los pobres, al instituto de Borgonovo. Allí hay muchos muchachos sin nada, abandonados, recogidos por la Providencia. Quiero morir rodeado de esos hijos, en una casa que vive y practica la pobreza”.
El doctor Codevilla no contiene sus lágrimas y el profesor tiene los ojos acuosos.
Cuando se queda sólo con Don Bariani, Don Orione pregunta si Don Sterpi está al tanto de esa propuesta.
“Señor director, usted sabe que no se hace nada sin antes informar a Don Sterpi”.
Don Orione comprende. Porque someterse al parecer de Don Sterpi para él tiene el valor de una obediencia. La obediencia bien vale el sacrificio.
6 de marzo
Es la fiesta de San Marcial. Don Orione se levanta para celebrar la Misa, después va a la catedral a rezar sobre la urna del santo. Pide a quien le acompaña: “Vamos a saludar a la Virgen”. Y se hace acompañar al Santuario de la Virgen de la Guarda.
A mediodía está en la comida con los cohermanos; sobre la mesa, delante de él, le hacen ver la antigua estatua de la Virgen de la Divina Providencia, la del primer colegio de San Bernardino.
7 de marzo
En el Paterno de Tortona, Don Orione está listo para salir hacia Sanremo. Llama a José Zambarbieri y le hace poner en orden el registro de las Misas.
8 de marzo
Por la mañana, vistiéndose, comenta: “Pobre sotana mía, ya no aguanta más, igual que mi vida”.
Va a visitar al Obispo, sube una vez más las escaleras del episcopado, testigo de tantos afectos y proyectos en su vida.
Después se acerca a San Bernardino, reza en el Santuario, visita a los pequeños aspirantes, a los clérigos, a las Pequeñas Misioneras de la Caridad y a las Sacramentinas ciegas. Para todos hay un saludo y una buena palabra.
En la tarde temprana se ve con los once clérigos que en dos días recibirán el diaconado y les dice: ”Sintiendo que las fuerzas van a menos y la vida se nos va, nosotros los ancianos podemos tener cierto consuelo mirándoles a ustedes a los que confiamos el Evangelio, la cruz, la estola, el altar y todo…”.
Después de la oración de la tarde, en la capilla de la Casa Madre, da las últimas “buenas noches”, paternas, fuertes, dulces y cordiales. Don Orione está conmovido y conmueve: “¡Mi vida está prendida de un hilo y todos los momentos pueden ser los últimos…!¡No quiero vivir ni morir entre palmeras, sino entre los pobres que son Jesucristo!”.
Casi como algo acordado nadie se mueve de sus bancos. Don Orione se arrodilla y apoya la cabeza sobre sus brazos cruzados y apoyados sobre la mesa del altar. Se siente un silencio lleno de conmoción. Varios lloran… Se pasan así algunos minutos. Después el canónigo Arturo Perduca sugiere a un clérigo que vaya a pedir al Director la bendición para todos.
Don Orione se levanta, recita un Ave María y con gesto amplio bendice diciendo: “Gratia, misericordia, pax, et benedictio Dei Omnipotentis: Patris et Filii et Spiritus Sancti descendat super me et super vos, et maneat semper nobiscum. Amen”.
Nada más llegar a su habitación, Don Orione pide, al contrario que otras veces, si Don Orlandi y sus ayudantes estaban en las Buenas Noches, haciéndonos pensar de este modo en su deseo de que la parte sustancial de estas palabras de despedida quedasen fijadas por escrito. ¡Y de qué modo han quedado escritas! Cada orionista de entonces y de hoy las tiene escritas en el corazón. Todo un testamento.
9 de marzo
Al alba Don Orione celebra la Misa en el Paterno. Después se acerca a Don Gatti:”Deseo hacer mi confesión”. Vuelve de nuevo a su habitación: cuando sale confía la llave al encargado.
Don Orione baja de la habitación. En el pasillo están apostados en dos filas los sacerdotes y los clérigos, todos conmovidos; él les sonríe a todos, acelera el paso visiblemente emocionado. Se monta en el automóvil. En la estación, después el tren, la soledad. A su lado permanece el clérigo Modesto Schiro.
Villa Santa Clotilde, Sanremo: el lugar de reposo y entre las palmeras, se oye el mar que respira cercano.
Llegando a la Villa Santa Clotilde, la primera visita de Don Orione es a la capilla. Por una avería, la luz no funciona. Después se va a descansar.
Al despertar está sereno, casi jocoso. Pasa horas y horas en su mesa para terminar con la correspondencia. Cada poco Modesto lo ve que se interrumpe y susurrar: “Gesù, Gesù!…”. Se queda absorto en oración por un momento, después la pluma reemprende su camino y corre de nuevo.
10-11 de marzo
Don Orione sigue el horario de la comunidad, en la capilla y en la casa. Recibe algunas visitas. Reza y escribe mucho. Modesto Schiro cuenta las cartas que va a meter en el buzón de correos. Don Orione, después de su partida de Tortona, escribió una sesentina de cartas: el 9, día del viaje escribió quince; el día 10, 19; el día 11, unas 23 y el telegrama al Papa; el 12, día de la muerte, aún unas 4-5, pero escribió poco porque habló mucho con Don Humberto Terenzi y tuvo otras visitas.
11 de marzo
A las 14,30, llega a Sanremo Don Humberto Terenzi, por sugerencia del Padre Pío de Pietrelcina: encuentra a Don Orione muy alegre y cordial. Intercambian noticias.
Don Orione se retira a escribir hasta las 19 horas.
En la cena, habla de los acontecimientos graves de esos días, especialmente de Polonia. Después todos se van a dormir.
12 de marzo
  • Don Orione celebra la Misa, servida por Modesto. Don Terenzi, después de la Misa se acerca a la sacristía para celebrar a su vez y “viéndome sólo al vestirme – cuenta el cura romano – Don Orione me ayudó; después se puso de rodillas con las manos juntas, como un monaguillo bien compuesto, y se quedó allí para servirme en la Misa hasta el Evangelio; después condescendió y le dejó el puesto a Modesto”.
  • Las horas de la mañana van pasando y la pluma de Don Orione no se detiene.
  • A mediodía le llaman varias veces, pero no se preocupa de que la sopa se quede fría, les dice que no se preocupen por él y que coman tranquilos.
  • Apenas empezada la comida llega el canónigo Perduca con el clérigo argentino Merino, Don Orione va a saludarles y les lleva el vino y los vasos. Vuelve a la mesa y continúa la conversación con Don Terenzi: está muy vivaz y habla casi siempre él. Don Terenzi decidió irse a las 20,30 de Sanremo.
  • Son las 20 horas: Don Orione se ocupa de que Don Bariani acompañe a Don Terenzi a la estación, después le abraza: “¡Crezca en el amor a la Virgen y espárzalo por todas partes!”.
  • Don Orione vuelve a la escribanía: escribe a Don Zanocchi, después a un bienhechor al que dice:”Espero poder retomar pronto mi modesto trabajo para la juventud necesitada de fe y de un oficio que les dé el pan, y para nuestros queridos pobres…”.
  • Se va a su habitación y se dispone a decir sus oraciones. Suena el teléfono: es Achille Malcovati que, ignorante de las condiciones de salud en las que está Don Orione, le pide una enésima obra de caridad para recoger a una pobre mujer enferma. Don Orione, a una hora de su muerte, dice su último “si”.
  • 21,30 horas: Don Orione escribe todavía un poco. Modesto va a desearle las buenas noches y se retira dejando la puerta semiabierta.
  • 22,30 horas: Modesto oye como un lamento. Acude rápido. Don Orione está mal. Le suministra la coramina, después el oxígeno. Le hace resbalar sobre una poltrona y lo sostiene con el brazo derecho. El sudor frío cae de la frente reclinada de Don Orione que, sereno, a pesar de todo el sufrimieto físico, exclama con los ojos vueltos al cielo: “¡Jesús! ¡Jesús!… ¡Voy…!”. Reclina la cabeza: son las 22,45 del 12 de marzo de 1940.