jueves, 9 de julio de 2020

DON ORIONE Y LA VIRGEN MARÍA



DON ORIONE Y LA VIRGEN MARIA
El rol de María como madre y como creyente se nos presenta como modelo a imitar en la grandeza de las virtudes que la adornan: su capacidad de mujer llena de fe, su personalidad orante, su disponibilidad ilimitada y generosa a la voluntad de Dios, su mirada intuitiva, atenta y previsora ante las necesidades de los demás, su servicialidad humilde al atender a su prima Isabel, su capacidad de sufrimiento al pie de la cruz, su saber estar dejando el protagonismo a su hijo en las bodas de Caná, su papel de madre y formadora que cuando no entiende guarda calladamente en su corazón las palabras de su hijo tras el hallazgo en Jerusalén….
Es muy notable e imprescindible la presencia de María en San Luis Orione, en su carisma y espiritualidad. Nos manifiesta una profunda y filial devoción mariana; y así nos lo refiere él mismo: “toda mi vida es gracia de María: lean en mi frente, en mis labios en mi corazón…allí está escrito: todo gracia de María… Mi vida es como una capilla de María llena de DEvotos y gracias recibidas de María”.
La relación de Don Orione con María es filial, amigable, afectuosa, sensible y que toca lo más entrañable de la existencia. Veamos, aunque sea brevemente, algunas características de la devoción mariana que se pueden expresar a través del carisma de Don Orione:
1. Considera a María bajo tres títulos que resumen para él la mariología cristiana :
– María como Madre de Dios (la Mater Dei): ésta será su jaculatoria preferida. Toda la grandeza de María brota de su maternidad divina; en vista de ello, preservada del pecado original, colmada de gracias y bendita entre todas las mujeres. Don Orione nos dice: hemos elegido el más hermoso título que honra a la Virgen María y por eso se convertirá en nuestra jaculatoria mariana: “Madre de Dios, ruega por nosotros”. En este título quedan resumidos todos los dogmas referentes a Cristo y a María. Nos manifiesta la verdadera naturaleza de la Virgen. La Mater Dei es signo y expresión del fin de nuestra Congregación.
– María como Madre de la Divina Providencia nos manifiesta la confianza total y el abandono de Don Orione en las manos de la Providencia Divina y de María. Ve a María como aquella que intercede, ayuda, protege, y cuida de todos sus hijos, pero especialmente de los más abandonados y necesitados de cariño y afecto maternal. Don Orione invoca a María a lo largo de toda su vida pero sobre todo en los momentos de peligro, ante las incomprensiones y calumnias, ante las necesidades de sus pobres, enfermos y ancianos, al abrir una nueva obra, cuando las deudas abundan y el dinero es poco. Entonces María no duda en acudir de mil modos y maneras en ayuda de sus hijos más queridos.
– También Don Orione considera a María como Madre de la Iglesia. La tradición de la Iglesia nos muestra el lazo que une a María con el pueblo de Dios, es decir, con la Iglesia. María está presente y ora con los discípulos en la espera del Espíritu Santo. En aquel día de Pentecostés, en el que nace la Iglesia, María acompaña a la naciente comunidad cristiana; y como en el nacimiento de Jesús también aquí da a luz a la Iglesia y la acompañará como Madre creyente y formadora en su proceso de crecimiento. Don Orione nos lo narra así: “La Virgen estaba allí y ejercía de Madre de todos los discípulos de su Hijo; era, desde entonces, como la Madre de la Iglesia …Ella, que es la Madre de Jesús, y que es Madre nuestra, lo sea, especialmente en estos tiempos, también de la Iglesia”. Juan Pablo II, en la Redemptoris Mater, recuerda que durante el Concilio Vaticano II, Pablo VI proclamó solemnemente a María Madre de la Iglesia.

2. María como el mejor camino para acercarnos a Jesús.
Ninguna criatura humana conoce mejor y más profundamente a Jesús que su propia Madre, la Virgen Santísima. Por eso el mejor camino para encontrarnos con Jesús e iniciar el proceso de conocimiento y experiencia de Él es mirar e imitar a María como el modelo más perfecto del discipulado de Cristo. Así el creyente, de la mano de María, Madre y Discípula de Jesús, se adentra en el corazón de Cristo para experimentar todo su amor.
María presintió a Jesús lo concibió por obra del Espíritu Santo, lo dio a luz, lo esperó anhelante, lo recibió en sus manos, lo presentó en el Templo, lo educó durante largos años, lo introdujo en su vida pública, lo acompañó hasta la cruz, lo recibió muerto en su regazo virginal, lo siguió hasta el sepulcro y, seguramente lo vio resucitado y glorioso. Está, pues, presente a lo largo de la vida de Cristo. Nadie como ella lo conoce y lo ama. Nadie como ella, nos lo presenta de aquella forma como se lo presentó a los pastores y a los Reyes Magos.
Es el camino más breve y seguro para llegar a Jesús, pues “amando a María se tiene la seguridad de amar a Jesús”, nos diría Don Orione.
3. Con un Amor de Hijo
San Luis Orione, nos invita abandonarnos en los tiernos brazos de María y en los momentos difíciles solicitarle que nos permita ocupar por un ratito el puesto de su Hijo Jesús niño. Como Hijo devotísimo se postraba ante la imagen de María y la contemplaba embelezado.
Desde niño había aprendido, en las rodillas de su madre a recitar el Santo Rosario, y muy pequeño todavía le prometió a la Gran Madre de Dios, si le daba la gracia de ser sacerdote, le reconstruiría una derruida capilla en las afueras de su pueblo natal. A lo largo de toda su vida son muchas y variadas las presencias de María en la vida de Don Orione, sobre todo en los comienzos de la naciente Congregación. Para él María será siempre la Madre y la celeste fundadora de la Pequeña Obra de la Divina Providencia.

4. Una devoción Mariana apostólica y caritativa.
Don Orione se nos presenta como un gran evangelizador y “se sirve” de María para llevar las almas a Cristo. Intuyó que María facilita la apertura de los corazones de los hombres, pues como Madre y como mujer conoce las mejores estrategias para entrar y ganarse nuestro amor.
Reconociendo la eficacia pedagógica de la devoción mariana en la tarea de la re-evangelización, Don Orione organizaba con frecuencia peregrinaciones, levantaba santuarios, y hablaba de María al pueblo de un modo que cautivaba y llevaba los corazones de los oyentes al más tierno amor a la Madre de Dios, imitando aquellas virtudes propiamente marianas.
Se preocupaba de que en las peregrinaciones no faltara el momento para conducir a las almas a experimentar la misericordia de Dios mediante el sacramento de la reconciliación.
La devoción mariana en Don Orione se hace eminentemente popular. Nuestra Congregación debe dirigirse al pueblo para servirlo y para fortificar la piedad de los más sencillos y de aquellos que no pueden comprender otras formas de piedad.
Don Orione transmitió otra interpretación característica de la piedad mariana: el binomio piedad mariana y caridad. Y así, solía decir que donde se levante un templo o un Santuario para la Virgen allí debe surgir también una obra de caridad para atender a las personas más necesitadas. Estaba convencido de que la caridad lleva a la fe y produce inmensa alegría en quien la ejecuta.
Así son los Santos y así es María para con ellos: Madre, hermana, fundadora, compañera en el camino y amiga que de la mano nos conduce a Jesús; porque, cerca de María, todas las tormentas del corazón, las luchas de las pasiones, las amarguras de la vida, los disgustos y dolores, se calman y aplacan con la tierna mirada de la Madre.
Para comprender esta gran devoción de Don Orione, es preciso acercarse a su historia personal, toda entrelazada de “gracias” y de “devoción”, que llenaba de María toda su vida.
Algunos hechos para recordar:
·        Don Orione era un ferviente devoto de la Virgen de la Guardia. Cada vez que tenía que tomar decisiones importantes, iba a pedir consejo a María.
·        La vida de Don Orione está signada por la confianza y el abandono en la Divina Providencia y en este contexto que ve a María como “Madre de la Divina Providencia”, pues es ella la que intercede, que acerca, que lleva a Jesús y, por tanto, la que ayuda a cada hombre a realizar el designio de Dios en su historia. 
También desde los inicios de su obra en Argentina, Don Orione encontró la presencia de la Virgen Santísima en los momentos fundamentales
·        Aún desde antes de pisar por primera vez tierra argentina, uno de los deseos de Don Orione era llegar a los pies de la Virgen de Luján.
·        San Luis Orione visitó Itatí, Corrientes. Su llegada al pueblo de la Virgen, lo relata en una carta del día 27 de junio de 1937: LECTURA CARTA N° 3 (ELENA)

¡¡¡COMO MARIA !!!




Como María
Cuando se concluye una reflexión sobre cosas de la fe, sobre la vida cristiana, es casi instintivo repensar todo mirando a María, y darse cuenta -si no se ha caído en algún racionalismo gratuito o en un sentimentalismo superficial- que "en María ha sucedido así".
En la experiencia de humildad de hijo, que "hace la voluntad del Padre" y que por amor sirve a los hermanos también se reconoce la impronta mariana más profunda de la vida de Don Orione.
Don Orione vivió de María -contemplativa y activa por excelencia- la actitud espiritual fundamental: "Soy la servidora del Señor: se cumpla en mí según tu palabra" (Lc. 1,38).
María es la creatura más humilde y la más abandonadamente activa en las manos de la Divina Providencia. La tácita respuesta al ángel cuando se limitó a decirle "fiat secundum verbum tuum" manifestaba la experiencia religiosa del pueblo de Israel vuelta a lo esencial: la obediencia a Dios y el amor al prójimo. Al "fiat mihi" de María corresponde el "fiat voluntas tua" de Jesús, y aquél de cada cristiano que, con la oración y la vida se dirige al "Padre Nuestro".
"¡Fiat! Es una pequeña palabra, dulce refugio levantado por el buen Dios en medio de este desierto tan árido y difícil de atravesar que se llama vida. ¡Fiat! Esta palabra no puede decirse más que a Tí, oh mi Dios, porque sólo a Tí podemos plenamente confiarnos, dedicarnos, abandonarnos enteramente". (108)
Como María, Don Orione no ve otra cosa, no quiere otra cosa: ¡servir, amar, hacer la voluntad de Dios!
"Ya otras veces les he dicho -hablaba a sus clérigos- que para amar verdaderamente al Señor, a la Virgen, a las cosas santas, a la Iglesia, es necesario hacerse casi una fijación... ¿Saben qué significa estar fijo en una cosa? Quiere decir no ver otra cosa, no amar otra cosa, no querer otra cosa que aquélla...
Nosotros debemos estar centrados únicamente en aquello que mira al amor y la gloria de Dios y de la Virgen Santísima y a la salvación de las almas... ¿Cuál era la actitud de la Virgen hacia Jesús? Ustedes lo saben: ¡no vivía más que para él! No hablaba sino de Él y para Él, sufría y rogaba con gusto por Él; diría, pensaba aquello que pensaba Jesús -si le hubiese sido posible- su amor deseaba tanto estar cercano en sentimientos, pensamientos y afectos a los de Jesús... vivir al unísono, en todo, con Jesús". (109)
Ésta es la unificación interior de acción y contemplación en Don Orione
Fuente: http://www.messaggidonorione.it/