jueves, 4 de abril de 2019

LA MADONINNA DE MONTE MARIO

Roma, el voto de 1944 y la ‘Madoninna’’ de Monte Mario

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Roma, el voto de 1944 y la Madoninna de Monte Mario
Autore: Giovanni Marchi
Pubblicato in: MESSAGGI DI DON ORIONE
OLYMPUS DIGITAL CAMERA         Roma en 1944 podía convertirse en el epicentro del choque frontal entre las tropas alemanas que ocupaban la ciudad y las de los aliados que estaban llegando. Don Piccinini y los orionistas promovieron un voto popular a la Virgen “Salus populi romani”, más tarde dirigido a la Virgen del Divino Amor. El intercambio de los ejércitos, por misericordia de María y por la obra del Papa, llegaba sin que la ciudad santa tuviese mínimamente que sufrir.
La iniciativa de los Amigos de Don Orione
La primera iniciativa de un voto solemne a la Virgen, para impetrar la salvación de Roma y de sus habitantes por los peligros en la Segunda Guerra Mundial, fue obra de los Amigos de Don Orione, (1) entre los que estaban Riccardo Moretti, Ferruccio Lantini, el padre Stefano Ignudi, Alfonso Bartoli, Vincenzo Ceresi, Don Brizio Casciola, Leone Castelli, Carmine Caiola, Cesidio Lolli, Don Pirro Scavizzi, Gabrielli, Ferlosio, La Pira, De Leva, Ceccarelli, Matta, etc., animados por el Director Provincial Don Gaetano Piccinini , (2) presidente del Instituto San Filippo Neri en la Vía Appia Nuova. Después del segundo bombardeo de Roma, el 9 de agosto de 1943, ellos hicieron el propósito de hacer un voto solemne a la Virgen, (3) es decir, celebrar dignamente con renovado empeño de vida cristiana y con obras de caridad y devoción, si Roma fuese salvada de la guerra.
El grupo de Amigos de Don Orione se reunía cada mes en la iglesia de Santa Catalina en Magnanapoli, puesta a disposición por el obispo castrense Mons. Bartolomasi, y el 12 de marzo de 1944, después de la Misa celebrada por Don Brizio, mientras en una sala contigua se ofrecía el tradicional café, Lantini habló de Don Orione, del que se recordaba el cuarto aniversario de la muerte. A un cierto punto pidió la palabra el prof. Riccardo Moretti (4) para lanzar la idea del voto:”Son tantos y tales los problemas entre los que nos debatimos, dijo, que no hay más que un remedio: recurrir a la Virgen, como hizo Don Orione en 1917, cuando promovió hacer un voto al pueblo de Tortona.”


Para difundir en toda la población esta iniciativa se recurrió al sustituto en la Secretaría de Estado, por entonces Mons. Montini, después el papa Pablo Paolo VI, que prometió venir al mes siguiente a celebrar la Misa en la reunión de los Amigos de Don Orione, como de hecho haría y pronunció un discurso centrado en Don Orione y el coraje del bien (5) y después de la Misa aconsejará para organizar el voto popular a la Virgen dirigirse al padre Gilla Gremigni, decano de los párrocos y asistente de la Acción Católica. El Papa Pío XII dirigirá el 24 de abril una paterna exhortación a los fieles (6) para que el pueblo de Roma se confiase a aquella que era honrada con el título de “Salus Populi Romani” y, dos días después, el 26 de abril, un grupo de Amigos, reunidos en la Casa del Huérfano en la Vía Induno, dirigirán, con explícita referencia a las palabras del Papa, la siguiente carta.


Roma 26 abril de 1944

Beatísimo Padre.

Con la venerada carta del 24 de abril a vuestro Secretario de Estado, con la que habéis pedido una cálida y paternal invitación a los romanos para que durante el mes de mayo ofrezcan especiales oraciones a la Santa Virgen para la salvación de la ciudad y la paz del mundo, nos ha demostrado ser una vez más el “Defensor Civetitas”.
En ferviente y grata correspondencia a la llamada del padre común, la ciudadanía romana, cuando nada puede esperarse de los hombres, pero todo de Dios, se ha movido en un vivo y espontáneo deseo de implorar, según la antigua tradición, la materna piedad y la potente ayuda de la Virgen y por tanto quiere hacer un solemne y particular voto para reconducir la propia vida cristiana en austeridad de costumbres y de fundar, en conformidad de aquellas que serán, beatísimo Padre, sus santas directrices, una concreta obra de bien y de fraterna caridad, que quede como perenne y vivo testimonio de la fe, del amor y de reconocimiento de todo el pueblo hacia la gran Madre de Dios, “Salas Populi Romaní”. Sobre estos propósitos nuestros, invocamos, postrados hacia su cátedra de verdad su paterna bendición.
Recordó Don Piccinini, que fue el animador de los Amigos de Don Orione por muchos años: “Para el servicio de la casa había una “pedalina” (imprenta a pedal) casi de campaña misionera, en el instituto San Filippo Neri (7) en la barriada del Appio. Era una reliquia de nuestra Editorial Emiliana de Venecia y funcionaba aún a pedales.
Aquella misma tarde se comenzó con la composición e impresión de las primeras copias de la carta del Papa, que fueron distribuidas la mañana siguiente a los dos mil alumnos de la Escuela San Filippo, después de haberles explicado el valor y empeño que había que dar a la misma. Cada muchacho fue encargado de hacerla leer en sus casas y en otros lugares, y de recoger firmas. Estuvo en candelera ininterrumpidamente durante varias semanas, se hicieron copias de noche y de día: así la chispa que partió de la Vía Induno se convirtió en fuego en la Parroquia Ognissanti, y un verdadero incendio en los días sucesivos por todas partes. En poco más de un mes, un cómputo de las firmas recogidas indicó que había un millón cien mil.” (8)
Era ya el final de la Segunda Guerra Mundial, después del desembarco de las tropas aliadas en Nettuno y la apertura de un nuevo frente a las puertas de Roma, cuando al alba del 24 de enero de 1944 se transportó a Roma, por primera vez, la milagrosa imagen de la Virgen del Divino Amor en veneración desde siglos en Castel de Leva.
La imagen, primero expuesta en la modesta iglesita de la calle homónima, recogió las oraciones de las cada vez más numerosas personas. El 23 de febrero la imagen de la Virgen será expuesta para su veneración en San Lorenzo de Lucina para continuar recibiendo el filial homenaje de la población. El 20 de mayo la misma imagen fue expuesta en San Ignacio (9) para permitir a un mayor número de personas intervenir y rezar por la salvación de la ciudad.
La liberación de Roma
En la mañana del 4 de junio las tropas aliadas habían ocupado el santuario y la casa de la Virgen del Divino Amor. Y hacia la tarde, a las 17 horas, en el momento de mayor temor para la suerte de la ciudad, el Camarlengo de los Párrocos, el Padre Gilla Gremigni leía en San Ignacio la fórmula de la promesa para la salvación de Roma: (10) 1) reconducir la propia vida a una austeridad cristiana en las costumbres, 2) contribuir a la fundación de una obra de religión y de caridad, de modo que permaneciese por siglos como memoria de la piedad del pueblo romano.
A las 19 horas cercanas las tropas aliadas comenzaron a entrar en la ciudad sin encontrar la mínima resistencia por parte de los alemanes, que sin embargo se habían preparado para hacerlo en la distancia. Todos estuvieron convencidos de que fue la Virgen del Divino Amor quien salvó a Roma. Lo confirma Don Piccinini:”El intercambio de los ejércitos, por misericordia de María y por la obra del Papa ocurrió sin que la ciudad santa tuviese que sufrir mínimamente. La promesa, pocos días después, fue renovada con la intervención del Santo Padre y repetida después en todas las parroquias de Roma.” (11)
En la primera tarde del día siguiente hacia las 17 horas a la gran multitud que se había reunido espontáneamente en la Plaza de San Pedro, el Papa pronto achacó al voto y a la gracia recibida de la Virgen: “Roma, ayer mismo estaba temblando por la vida de sus hijos e hijas, por la suerte de sus incomparables tesoros religiosos y culturales; delante de sus ojos estaba el espectro terrorífico de la guerra y de la inimaginable destrucción, y hoy mira con una nueva esperanza y con reforzada confianza en la salvación.” (12) Y después de haber renovado con expresiones de fe y de adoración a Dios, se volvió a venerar a la “la SS. Madre de Dios y Madre nuestra María, que con el título y la gloria de “Salus Popoli Romani” ha añadido una nueva prueba de su benignidad materna que permanecerá para siempre en la memoria de la urbe.”
El día 11 de junio el Santo Padre intervino en San Ignacio para expresar públicamente el reconocimiento a la Virgen del Divino Amor por la salvación obtenida de Roma y para impetrar la paz por Italia y por el mundo. (13)
El 12 de septiembre el cuadro de la Virgen volverá triunfalmente entre el aplauso de la multitud, a su Santuario en el Castel de Leva.
El voto, suscitado por los Amigos de Don Orione y relanzado por las intervenciones apasionadas de Pío XII, se había ampliado a toda la Iglesia de Roma y será llevado a cumplimiento por las obras de caridad y de religión en particular por la Congregación de Don Orione y de Don Umberto Terenzi y de su comunidad recogida en torno al Santuario de la Virgen del Divino Amor.
Lo confirma Don Piccinini: ”Ahora, puesto que sucesivamente el voto del pueblo romano se había dirigido hacia el Santuario de la Virgen del Divino Amor en Castel de Leva, la Divina Providencia correspondía con el deber de los Amigos, poniendo en sus manos una obra ya en camino, en Monte Mario, donde tanto quedaba aún por hacer.” (14)
La estatua de la Virgen sobre Monte Mario
Se empezó por parte de los Hijos de la Divina Providencia con una gran obra benéfica para las víctimas de la guerra más inocentes e indefensas, es decir con la apertura de una primera y gran casa para niños huérfanos seguida por otra para los mutilados, en la Camilluccia, sobre Monte Mario, en los edificios de la ex Juventud Italiana del Littorio (G.I.L.). Nos recuerda siempre Don Piccinini: “Nuevos puestos, nuevos pequeños… de 70 a 100 a 150… y otros más. Un buen grupito nos rogó que los asumiéramos Mons. Baldelli; otro el obispo Mons. Filippo María Cipriani, que los trasladaba desde Gubbio, otros llegaron aisladamente.” (15)
La permanencia de los huérfanos y de los mutilados a aquellos edificios, restaurados y adecuados, no fue fácil, ni fue pacífica la posesión de las áreas verdes circundantes, con praderas y árboles sobre la colina, pero las oraciones de los inocentes que estaban acogidos, el empeño de Don Piccinini, de los sacerdotes y de los Amigos de Don Orione consiguieron resolver poco a poco todos los problemas para acomodar los derechos de propiedad.
Se pensó entonces en colocar un signo tangible, una gran estatua de la Virgen sobre aquella colina de incomparable vista de la ciudad de Roma. Y el escultor Arrigo Minerbi (16) en agradecimiento por la salvación que se le había ofrecido en Roma en los años de la persecución contra los judíos, prometió: “Denme el cobre y yo les haré la estatua”. Nació entre los Amigos una noble subasta para buscar el cobre necesario y se recurrió para estimular las donaciones a la carta que Don Orione había escrito en 1930 para la recolección de las cacerolas para la estatua de la Virgen de la Guarda sobre el santuario de Tortona. En la espera se pensó poner sobre la torreta una estatua provisional de tres metros y eso ocurrió el 31 de julio de 1950.
Siempre Don Piccinini contaba la historia fascinante, que tiene algo de milagrosa, sobre la construcción de la estatua, de su transporte desde Milán a Roma, de la búsqueda de los medios con los que debía levantarla a tanta altura, de todas las dificultades burocráticas y políticas superadas, que pueden leerse en el volumen ya citado, Roma tiene respiro.
“Todo estaba listo y la Virgen podría asomarse en actitud de bendición el 8 de diciembre de 1952, pero llegaron más dificultades con la cola del diablo, que como siempre es la más dura de pelar. ¡Se tuvo que tener paciencia por todo diciembre de 1952 y enero, febrero y marzo de 1953! Y fue propiamente por disposición de Dios, por la que aquella estatua votiva de los Amigos se elevase al cielo de Roma propiamente en la gloria del Sábado Santo, justo en el momento en que en los templos se entonaba el himno del Aleluya es cuando resonó con las palabras dadas por el artista: “Quæ sursum sunt querite… Quæ sursum sunt sapite, non quæ super terram. Miren a las cosas que hay en lo alto… busquen aquello que vale y no aquellas que están sobre la tierra.”

Y fue por tanto a la hora del mediodía al saludo de los ángeles a su soberana, ahora sí entronada sobre la más alta de las colinas de Roma: “Regina Cœli lætare, alleluia – Alégrate Reina del Cielo, alleluia.” (17)
La estatua de la "Madonnina" hizo su ingreso en el Centro Don Orione de Monte Mario, en la Vía Camilluccia 8, sobre dos camiones, enseguida rodeados por el entusiasmo y la oración de los huérfanos y mutilados, de los religiosos y de la gente cercana. Es obra del escultor Arrigo Minerbi, realizada en una fundición de Milán. El escultor judío, escondido en las casas orionistas durante la persecución nazi, afirmó que había tratado de recoger las semblanzas de la Virgen del rostro del Jesús de la Síndone, porque el "el hijo se semeja a la madre". La imagen tiene 9 metros de altura, pesa 35 quintales y está hecha toda en cobre, excepto la cara y los brazos que son de bronce.
La estatua se ha convertido con los años en un punto de referencia de la ciudad, filmada muchas veces por televisión con ocasión de los partidos de fútbol y jornadas atléticas por la cercanía con el Estadio Olímpico. Una visión de oro en el horizonte romano, signo de esperanza y de unión entre el cielo y la tierra, entre la ciudad de los hombres y la ciudad de Dios. Desde el 5 de abril de 1953, día de Pascua, quitado el velo que la recubría, la estatua de la Virgen comenzó a resplandecer desde lo alto de la colina de Monte Mario siempre en actitud de bendición sobre la ciudad de Roma.
La "Madonnina" che se levanta sobre Monte Mario fue el primer compromiso "religioso" del voto de los fieles romanos. Como cumplimiento "caritativo" fue realizado por los Hijos de Don Orione terminando el Centro de Vía de la Camilluccia, sobre la invitación del Vicariato de Roma, para muchos huérfanos de guerra y muchachos mutilados, dolorosa y viviente imagen de las atrocidades del conflicto.
NOTAS_______________________________________________
1. El 10 de diciembre de 1940 con una solemne reunión en el Instituto S. Filippo Neri, fue constituido un grupo romano de “Amigos de Don Orione” Archivo Don Orione (ADO).

2. Don Gaetano Piccinini (1904 – 1972). Fue Director y Presidente de varios institutos orionistas. ADO Fondo Piccinini.
3. El voto fue la respuesta a la invitación del Santo Padre Pío XII, de ofrecer especiales oraciones a la Santísima Virgen para la protección de Roma y la paz del mundo. ADO, Fondo Piccinini.
4. Riccardo Moretti La Piccola Opera della Divina Provvidenza, 1961, n.12, pp.115-118.
5. Card. Giovanbattista Montini “La c’è la Provvidenza!" Nove discorsi del Card. Montini agli Amici di Don Orione, Edizioni Don Orione, Milano 1964, p.9.
6. L’Osservatore Romano, “El Romano Pontífice indicó que se hicieran especiales súplicas durante el mes de mayo por la paz en el mundo. Particular invitación a los romanos a orar por la "incolumità" de la Urbe”, 24-25 abril de 1944.
7. El Instituto fue construido en 1936 e inaugurado en 1938.
8. Cfr Roma tenne il respiro, Roma, 1953, p. 121 – 122.
9. L’Osservatore Romano, “Solemne exposición de la Virgen del Divino Amor. Las circunstancias de la guerra impiden este año las peregrinaciones al Santuario del Divino Amor. La prodigiosa Imagen de la Virgen, ya transportada desde el Castel de Leva a Roma, en la pequeña iglesia en la Plaza Borghese, ha sido expuesta a la veneración de los fieles en la iglesia de San Ignacio, donde permanecerá hasta el 4 de junio, con ocasión de la anual fiesta que se celebra, tradicionalmente el día de Pentecostés”, 22-23 maggio 1944, p.2.
10. L’Osservatore Romano, “San Ignacio en honor de la Virgen del Divino Amor” 4 de junio de 1944, p.4,
11. Roma tenne il respiro, Roma, 1953, p. 150.
12. L’Osservatore Romano, “La ‘incolumità’ de Roma ocurrida según los votos del Santo Padre. El reconocimiento del pueblo de Roma al Defensor Civitatis.”
13. L’Osservatore Romano, “El Sumo Pontífice se acerca a San Ignacio a venerar a la Virgen del Divino Amor y para presidir devotas súplicas en agradecimiento por la obtenida "incolumità" de Roma y para implorar clemencia del Señor sobre las actuales necesidades y exhortar a dicho pueblo a la indispensable y saludable vuelta a la ley de Dios”.
14. Gaetano Piccinini, Una luce a Monte Mario, Roma, 1994, p. 27. 15. Ivi, p. 198.
16. Un grande scultore del Novecento: Arrigo Minerbi, “Messaggi di Don Orione” 2001, n.106, p.33- 56.
17. Cfr Roma tenne il respiro, Roma, 1953, p.348.